Es importante avivar el amor familiar con ayuda de Dios |
El amor debe comenzar en
el hogar. Es allí, en casa, donde recibimos amor y aprendemos a amar. Los
padres tenemos sobre nuestros hombros la enorme responsabilidad de enseñar a
nuestros hijos de qué manera recibir y dar amor.
Muchas personas que son duras de corazón, insensibles, lo
más probable es que hayan aprendido esas
actitudes en su propia familia en la cual el demostrar amor era considerado
como un signo de debilidad. Eso les
llevó, de manera inconsciente, a bloquear su capacidad para amar.
Si durante la niñez y adolescencia experimentamos falta
de amor, lo que sin duda afecta hoy la relación de pareja y con nuestros propios
hijos, es fundamental que en oración pidamos a Dios que ministre sanidad en
nuestro mundo interior.
Vivenciar el amor
Cuando surgen las crisis
en la relación matrimonial, conflictos de pareja que permitimos que prosperen y
se profundicen, es evidente que algo pasa con la forma como percibimos el amor
y la manera como lo expresamos.
Dios trae sanidad a nuestro mundo interior. Si no hemos
aprendido cómo amar y expresar ese amor—a nuestro cónyuge y a nuestros hijos—es
tiempo de permitirle que Él tome control de todo nuestro ser para que sane las
heridas, incluso las que recibimos desde la más tierna infancia. Dios sabe cómo
hacerlo, y el momento oportuno en que debe obrar.
El apóstol Juan escribió: “Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto
nuestra confianza en su amor. Dios es
amor, y todos los que viven en amor viven en Dios y Dios vive en ellos… ”
(1 Juan 4:16. Nueva Traducción Viviente)
En las Escrituras aprendemos dos principios
fundamentales: El primero, que Dios es
amor, y por tanto la fuente de amor para su vida y su familia es Dios
mismo; el segundo, que la forma eficaz de permanecer en Dios es guardando el amor.
Si nuestro Padre celestial mora en casa, tenemos por
seguro que Su amor nos alcanza a todos, nos cubre de manera poderosa, y nos
permite ser transformados de tal manera que podamos expresar amor. Sólo cuando
esto ocurre, sabremos expresar nuestros sentimientos de manera eficaz.
El autor y conferencista, Gary Chapman, escribe: “Su lenguaje emocional amoroso y el lenguaje
de su cónyuge pueden ser tan diferentes como el chino del español. No importa
cuánto se empeñe en expresarle el amor en español, si su cónyuge entiende
solamente chico, nunca entenderán como amarse el uno al otro… Debemos aprender
el lenguaje amoroso principal de nuestro cónyuge si queremos ser efectivos
comunicadores de amor.”(Gary Chapman. “Los cinco lenguajes del amor”. Editorial
Unilit. 1992. EE.UU. Pg. 9)
Lo más probable es que si cree que expresa amor a su
cónyuge y sus hijos y ellos no saben apreciarlo, es porque no lo está haciendo
de la manera apropiada. ¡Hoy es tiempo de revisar cómo estamos actuando y de
comenzar el proceso de cambio!
No deje que el amor se apague
Generalmente y pasados dos años después de haber contraído matrimonio,
el amor de pareja pareciera ir desdibujándose en la relación, pero no
necesariamente siempre debe ser así. Los expertos aseguran que el enamoramiento
pasa, y a esa etapa sigue la rutina. A menos que tomemos medidas, y decidamos
mantener avivado el amor, lo más probable es que la pareja entrará en
conflictos.
Una de las principales
razones es que el deseo de amar y ser amados –lo que aplica por supuesto a la
relación de pareja y con los hijos—está profundamente arraigado en nuestra
estructura sicológica. Su cónyuge querrá que usted le demuestre su amor, e
igual, sus hijos. Sólo así podrán llenar el vacío que todo ser humano
experimenta cuando no recibe manifestaciones de amor y afecto.
Mantener vivo el amor
en la relación matrimonial es muy importante y constituye una de las
principales responsabilidades que nos asisten.
Si queremos ser
eficaces en la tarea de transmitir el amor a nuestro cónyuge, debemos ocuparnos
de mirar y si es necesario, preguntarlo, cómo percibe él o ella que se trata de
expresiones de amor (una caricia, palabras amorosas, demostración de ternura,
gestos de aprobación, comprensión etc.)
Siembre semillas de amor
Nuestra mayor obligación familiar, además de amarnos y perdonarnos, es
amar a nuestro cónyuge y a nuestros hijos. Si sembramos en ellos semillas de
amor (perdonando, dando amor, siendo tolerantes, comprensivos y brindando
ayuda), creamos el ambiente propicio para que Dios se mueva con poder en
nuestro hogar.
El apóstol Pablo en su
carta a los creyentes de Corintio, escribió: “Tres
cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las
tres es el amor.”(1
Corintios 13:13. Nueva Traducción Viviente)
Comenzamos sembrando
semillas de amor, partiendo de la relación con nuestros hijos. Tengamos
presente que durante la infancia cada niño desarrolla patrones emocionales
únicos. Es en la niñez en donde se
afianza la seguridad o la baja autoestima.
Tomando como base esos
principios, es importante darnos a la tarea de sembrar desde la más tierna
infancia principios y valores en nuestros hijos de tal manera que perduren en su
(Efesios 6:4; Proverbios 22:6)
Cuando los niños
reciben amor por parte de sus padres, desarrollan la capacidad de ser amados y
dar amor. Ese patrón de comportamiento lo reflejarán en su propio hogar y con
sus hijos. Ahora, el hecho de que no hayamos recibido amor en la niñez no
significa que no podamos cambiar esa forma de actuar en nuestra condición de adultos.
Una clave fundamental para edificar una familia sólida es aprender a dar y
recibir amor.
Si anhelamos edificar familias sólidas, es esencial que compartamos
amor. En primer lugar, evaluar cómo recibimos amor, y en segundo, reevaluar la
forma como damos amor. Recibir y dar amor es el centro de todo en la relación
matrimonial y en la formación con los hijos. Es un proceso que resulta fácil
cuando Dios reina en nuestra familia. Él nos asegura vivir el proceso día a
día. No es algo que se logra de la noche a la mañana, sino en el día a día. Hoy
es el tiempo oportuno para comenzar a fortalecer nuestra relación familiar.
Si alguno de los
asistentes no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que
lo haga. Prendidos de la mano de Jesucristo emprendemos el maravilloso proceso
de crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado.
Léanos en www.mensajerodelapalabra.com y www.guerraespiritual.org
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