Por Fernando Alexis Jiménez
Si usted le pregunta a cualquier persona, de la
religión que sea, si sabe lo que es orar, le responderá que sí. Si avanza un
poco más y le interroga respecto a por qué y para qué orar, es probable que
comience a tartamudear y si llega al último nivel y le sondea respecto a cuánto
tiempo pasa orando, lo más probable es que le dirá que muy poco o nada. “Cuando me acuerdo”, fe lo que dijeron
varias personas en una encuesta que realizamos hace pocos días.
La oración es una de las prácticas
que más se menciona cuando alguien habla sobre espiritualidad. Lamentablemente
es muy poco lo que se practica, y más cuando se trata del pueblo cristiano. Es
más, usted, ¿pasa tiempo en oración?
Leí
una reflexión de Myles Munroe que comparto con usted: “La verdadera pregunta no es si la oración es válida o no, sino más
bien, ¿entendemos el arte de orar y conocemos cómo funciona? Comencemos
haciendo un viaje a la tierra de la duda, deshaciéndonos del escepticismo y
activando el más maravilloso poder que todo ser humano pose: el poder para
influir en la tierra desde el cielo por medio de la oración”(Myles Munroe.
“Entendiendo el propósito y el poder de la oración”. 2013. Whitaker House
editores. Pg. 10)
La
oración no es una disciplina más de la vida cristiana. Por el contrario, es la
puerta de entrada a la Presencia de nuestro amado Hacedor. Es el camino que nos
permite encontrarnos con Él y hacer realidad lo que enseñó nuestro amado
Salvador Jesucristo: “Les digo la verdad, todo lo que
prohíban en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitan
en la tierra será permitido en el cielo.”(Mateo 18:18. NTV)
Esta
es una palabra poderosa. ¿Qué significa? Que todo aquello que pidamos en
oración, impacta los cielos, toca el corazón de Dios, y se ve reflejado en
nuestro entorno. Vamos a la dimensión espiritual para impactar la dimensión
física, material.
Inquietante:
Muchos cristianos no oran
Resulta curioso, irónico y a la vez
inquietante que muchos cristianos aceptan de buena gana todos los rudimentos:
ir al servicio dominical o entre semana, leer la Biblia, desarrollar algún
ministerio, aportar para el Reino de Dios… pero apenas hablamos de oración, el
panorama cambia. A muchos creyentes el tema les resulta aburrido.
Esto
sería comprensible en creyentes que apenas comienzan su vida de fe, pero no en
quienes están desarrollando alguna actividad de liderazgo.
¿A
qué se debe? A que no hemos valorado apropiadamente lo que significa orar y la
conexión que nos genera con la dimensión espiritual, en la esfera misma donde
Dios se mueve con poder. En otros casos, no comprendemos cómo opera la oración
y es probable que nos preguntemos si Dios nos escucha. ¿Qué certeza tenemos de
que seremos oídos?
Al
mirar este cuestionamiento viene a mi memoria algo que leí sobre el famoso
evangelista e intercesor, Rees Horwells: “Recuerdo
a un joven cristiano que le preguntó:”¿Cómo conoce usted la voz de Dios?”. Él
le respondió: “¿Puedes diferenciar la voz de tu señora madre entre muchas
otras?”. Su interlocutor respondió: “Sí, desde luego”. Entonces Ress Howell le
dijo: “Bien, es exactamente así como conozco la voz de Dios, porque he
aprendido a identificar su voz así como tú podrías identificar la voz de tu
señora madre.”(Norman Grubb. “Rees Howells, el intercesor”. 2013. CLC editores.
Colombia. Pg. 11)
No
identificamos la voz de Dios porque no oramos, y no oramos porque hemos
desestimado esa maravillosa experiencia. ¿Debe ser siempre así? Por supuesto
que no. Hoy es el día para imprimir una nueva dinámica a nuestra vida
espiritual.
¿Recuerda
cuando Dios creó al género humano y le delegó la tarea de ejercer dominio sobre
la creación? Léalo en Génesis 1:26, 27. Si tomó unos minutos para hacerlo, le
explicaré: Dominamos sobre el mundo físico, conforme a la voluntad de Dios,
cuando oramos. ¿La razón? Mediante nuestra oración, lo imposible se torna posible.
Le
invito a considerar cinco principios que le permitirán dinamizar su
espiritualidad a través de la oración:
1.- Si nos
volvemos a Dios, Él nos escucha
Probablemente usted es de la infinidad de personas que
consideran que nadie oye sus oraciones, que Dios está terriblemente ocupado
para atender su clamor o que, sencillamente, no sabe orar. Aquí es bueno
recordar que el pecado y nuestro distanciamiento del Señor, levantan una
barrera enorme a nuestras oraciones. Es necesario eliminar toda brecha.
Cuando el pueblo de Israel se lamentó por la calamitosa
situación que atravesaban, Dios les dejó claro que era necesario dar pasos
concretos de conversión de sus malos caminos para entrar en la dimensión en la
que lo imposible se hace posible: “Puede ser que a veces yo cierre los cielos para que no
llueva o mande langostas para que devoren las cosechas o envíe plagas entre
ustedes; pero si mi pueblo, que
lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta
perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra. Mis ojos estarán abiertos y mis oídos
atentos a cada oración que se eleve en este lugar. ” (2 Crónicas 7:13-15. NTV)
Las
circunstancias difíciles vendrán, es más, son inevitables. Sin embargo, si en
medio de ese desierto estamos clamando al Señor y pareciera que nada ocurre, es
tiempo de revisar si hay pecado oculto en nuestra vida o si estamos buscándole
solamente por el milagro. Cuando hay sincera disposición de búsqueda, nuestro
Padre dice que cambiará las circunstancias, en respuesta a nuestro clamor.
Arrepentirse,
apartarse del pecado y volver la mirada a Dios, tres elementos claves que
debemos no solamente aprender sino aplicar a nuestra vida diaria. ¡Los milagros
ocurrirán!
2.-
Orar en todas las circunstancias
Dios es Dios siempre. Es nuestro
Padre. Se preocupa por nuestras necesidades. No es algo casual, es consistente
en el tiempo. Entonces, si Dios está atento a nosotros… ¿Por qué le olvidamos
cuando las cosas van bien?
Una
mujer desesperada me escribía: “Mi marido
se fue de casa. Anda de correrías con otra mujer. Oro y Dios no responde.”
Por supuesto, ella era del enorme grupo de personas que sólo buscan al Señor en
los momentos de crisis. El Señor sí respondió, pero cuando hubo en ella una
búsqueda sincera, no solo para resolver su situación.
El
apóstol Pablo escribió algo que debe animarnos a buscar a nuestro Padre en
todas las circunstancias, buenas y malas, no en momentos de crisis únicamente:
“Pónganse la
salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios.
Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. ”(Efesios 6:17, 18 a.
NTV)
Nuestra
vida de oración necesariamente debe tener una nueva dinámica. Y esa nueva
dinámica parte de la decisión de buscar al Señor en todas las circunstancias.
3.- Persistir
en la oración
Sólo quienes perseveran, llegan a la meta. Únicamente quienes
se fijan una meta, y persisten en ella, pueden ver el final de su historia. ¿Ha
pensado en eso? Probablemente no solo lo pensó sino que lo ha experimentado.
El
centro del asunto es la persistencia.
La persistencia es la que marca la diferencia en la vida de muchas personas. El
apóstol Pablo que conocía la importancia de este principio, escribió: “Manténganse alerta y sean persistentes
en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes.”(Efesios 6:18 b.
NTV)
En otra
de sus célebres cartas, la que dirigió a los creyentes de Tesalónice, les
anima: “Nunca dejen
de orar.”(1 Tesalonicenses 5:17. NTV)
Si
estamos pidiendo la intervención de Dios, si deseamos que lo imposible se haga
posible, debemos perseverar, permanecer, no darnos por vencidos fácilmente.
Sólo de esta manera podremos ver de qué manera las circunstancias cambian y lo
que jamás pudimos siquiera imaginar, se vuelve realidad.
4.- Certeza
de que Dios hará algo grande
Cuando oramos, lo hacemos por algo grande. Exaltamos a Dios,
que es el Ser más maravilloso que jamás podamos concebir; pedimos por la salud,
cuando los médicos dijeron: “Llegamos al
límite de lo que puede hacer la ciencia.”; oramos por la restauración del
matrimonio, cuando hay crisis o quizá por mejorar la relación con los hijos.
Siempre es por algo grande. Y Dios responde en grande. Él es un Dios de
milagros.
¿Cómo
comienza el cambio de las circunstancias? A partir de la oración. El Señor Jesús
enseñó: “Y te daré
las llaves del reino del cielo. Todo lo que prohíbas en la tierra será
prohibido en el cielo, y todo lo que permitas* en la tierra será
permitido en el cielo.”(Mateo 16:19. NTV)
Cuando doblamos rodilla en oración, comienza a manifestarse
la grandeza del Señor. Él nos oye y atiende nuestro clamor. No batallamos en
nuestras fuerzas, sino que libramos las grandes guerras en oración, y Dios
atiende lo que piden aquellos que confían plenamente en Él. Libera milagros
donde consideramos que podría ser imposible.
5.- El poder de la oración intercesora
Si oramos y los milagros
ocurren, ¡cuánto más cuando un grupo de creyentes nos ponemos de acuerdo con
interceder! Nuestro amado Salvador Jesucristo enseñó este principio a una
multitud y a nosotros hoy: “También les
digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con
respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará. Pues donde se reúnen dos o tres en mi
nombre, yo estoy allí entre ellos.”(Mateo 18:
19, 20. NTV)
Es tiempo de re-evaluar la oración. Mirar con
detenimiento qué lugar ocupa en nuestra vida, si de verdad sacamos tiempo para
elevar nuestra voz delante del Padre celestial, y si somos participantes de
grupos de oración donde se mueve el fuego de Dios, el poder ilimitado que obra
milagros.
Es tiempo de orar
Si deseamos impactar el mundo físico desde la
dimensión espiritual por medio de la oración, es tiempo de actuar. No basta
solo con leer buenos libros sobre la dinámica de la oración, sino hacerlo,
comenzar a orar desde hoy.
Myles Munroe escribe: “… la
oración no es una opción para la humanidad sino una necesidad. Si no oramos, el
cielo no podrá interferir en los asuntos terrenales. Es de suma importancia que
tomemos responsabilidad por la tierra y que determinemos lo que ocurre aquí por
medio de nuestra vida de oración.”(Myles Munroe. “Entendiendo el propósito y el
poder de la oración”. 2013. Whitaker House editores. Pg. 14)
Tenga presente que es por medio de la oración que
hacemos que las cosas ocurran. Es una decisión que tomamos hoy pero que
impactará nuestra vida siempre. ¡Podemos lograr que lo imposible se haga
posible! La decisión está en nuestras manos. Hoy, ahora, es el momento para
tomar la decisión.
Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy
es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá.
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