Siga a la meta, no se detenga con su familia

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Dios nos permite el diálogo, la unidad y la armonía en familia
Por Fernando Alexis Jiménez

Cuando me dirijo a grupos de personas en conferencias o cuando escribo sobre los fundamentos para edificar una familia sólida, el asunto despierta interés. No he visto jamás un esposo o una esposa que desestime el asunto. Hay muchas razones. Han descubierto que tras muchos años de convivencia, la relación enfrenta dificultades y, si no se toman decisiones oportunas, amenaza con un fraccionamiento hasta llegar al divorcio.
                La separación, a su vez, trae dolor a todos: A los cónyuges en primer lugar, y a los hijos que terminan condenados a criarse en un hogar sin padres.
                Nicole descubrió que su esposo la engañó en cierta ocasión que viajó fuera de la ciudad para asistir a un congreso. Algo doloroso para ella como mujer. Los momentos de desolación fueron muchos y, a primera vista, creía que la única solución era separarse. Su perspectiva de la vida cambió cuando comenzó a buscar a Dios y orar. Fue entonces que decidió darle una nueva oportunidad a su marido, quien dicho sea de paso, en efecto evidenció cambio.
                El autor y conferencista, Gary Rosberg, escribió: “Se necesita valor para restaurar y reconstruir una relación, sin importar de qué lado de la ofensa te encuentres. Se necesita paciencia, tiempo, confianza y, en algunas ocasiones, hasta lágrimas, antes de llegar a un arreglo.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2005. Pg. 102)

Dios nos ayuda a salvar el matrimonio

                Una vez decidimos con ayuda del Señor salvar nuestro matrimonio, el paso siguiente es—como lo hemos anotado—cimentar la relación de pareja y con los hijos sobre la solidez de los principios y valores cristianos. Y el tercer nivel hacia el cual debemos avanzar es la perseverancia. Jamás habremos terminado de trabajar en un hogar que, aspiramos, permanezca firme en el tiempo. Perseverancia, esa es la clave. 
                El apóstol Pablo escribió: No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo.  No, amados hermanos, no lo he logrado,*  pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús. Que todos los que son espiritualmente maduros estén de acuerdo en estas cosas. Si ustedes difieren en algún punto, estoy seguro de que Dios se lo hará entender;  pero debemos aferrarnos al avance que ya hemos logrado.”(Filipenses 3:12-16. NTV)
                Recuerde que el crecimiento, y en este caso aplicado a la relación familiar, es un proceso que se afianza si vamos tomados de la mano del Señor Jesús. Si Él gobierna en casa, puedo asegurarle que no hay nada que temer… Y si surgen problemas, con su divina ayuda podremos resolverlos.
                Tenga en cuenta que edificar una familia sólida parte de una decisión: Su decisión. Y esa determinación debe permanecer en el tiempo. Si al comienzo no apreciamos los resultados que esperábamos, seguimos adelante, sin desmayar, convencidos que nada podrá detenernos, que el Señor nos asegura la victoria en las batallas, que con el paso del tiempo veremos los resultados. No se desanime. Hoy es el día para dar el primer paso en esa dirección…
                Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que nuestro amado Salvador traerá cambio a su vida y a su familia…
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¡Tu familia es tu primer ministerio!

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Dios nos llama a ocuparnos de nuestra familia

Por Fernando Alexis Jiménez
¿Cómo es que un ministro cristiano cuya fortaleza de enseñanza es la oración, la intercesión y la guerra espiritual, termina orientando sus esfuerzos a escribir y predicar temas sobre la familia?
            Esta es una de las preguntas frecuentes que me formulan los lectores y amigos a través de las Redes sociales, correos electrónicos o al término de alguna conferencia.
            Pero darles una respuesta no es fácil porque llegar a ese punto obedeció a un largo trasegar espiritual que me llevó a experimentar crisis, períodos de desierto, etapas de auto evaluación, búsqueda de Dios hasta finalmente, redireccionar mi desenvolvimiento ministerial.

Es tiempo de identificar y corregir errores en familia

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Dios nos ayuda a encontrar armonía en las relaciones de familia
Por Fernando Alexis Jiménez

Un esposo que ejerce un adecuado liderazgo familiar, genera seguridad en su cónyuge y sienta las bases para que—al crecer—sus hijos puedan hacer frente a la sociedad en la que les tocará desenvolverse y, al mismo tiempo, establecer sus propias familias. Es una cadena. Si lideramos una familia sólida, en la que haya expresiones de amor, comprensión, tolerancia, ayuda, perdón y fe, sin duda ese mismo esquema es el que replicarán nuestros hijos en sus propios hogares, y a su vez, el patrón de comportamiento hogareño que vivirán nuestros nietos.

Redefinamos el liderazgo en familia

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Con ayuda de Dios desarrollamos un adecuado liderazgo familia
Por Fernando Alexis Jiménez

Hasta hace algunos años ninguna decisión se tomaba en algunos hogares, hasta tanto estuviera el esposo. La opinión del cónyuge y padre, se respetaba. Tenía validez. Todos valoraban sus orientaciones. Tenían conciencia que su mayor preocupación era el bienestar de todos, y por ese motivo, estaban atentos a qué pudiera sugerir respecto a asuntos específicos.

                Hoy el panorama ha ido cambiando progresivamente. Lamentablemente en muchos casos el esposo es al último al que se consulta. Las esposas han asumido esa posición de liderazgo, a lo que se suma otro ingrediente: Los hijos se inclinan hacia su progenitora y respetan sus opiniones, que asocian con equilibrio y en muchos casos con sabiduría.

Apliquemos sanos principios de liderazgo familiar

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Los sanos principios deben gobernar nuestra familia
Por Fernando Alexis Jiménez

Si tomamos la decisión de redefinir el concepto de liderazgo familiar, es necesario aplicar principios que orienten al cónyuge y a los hijos, que les brinden seguridad, que les ofrezcan la certeza de que sus inquietudes serán escuchadas y que nuevos motivos de intranquilidad no solo serán escuchados sino también atendidas oportunamente.

                En familia todos se sirven mutuamente. Todos son valiosos. El apoyo de unos a otros reviste importancia. Todos hacen parte de un engranaje. Si falta uno, la maquinaria dejará de funcionar.

Encuéntrele sentido a la vida

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Por Fernando Alexis Jiménez

Dios nos ama. También ama a nuestra familia. En conjunto, somos muy especiales para Él. Y está dispuesto a escuchar nuestras oraciones y proveernos para las necesidades, como dicen las Escrituras: “Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.”(Salmo 107:9)
Le invito a considerar lo que nos enseña el autor y conferencista, Charles Stanley: “Toda persona es una creación hermosa y especial, junto con necesidades y deseos particulares. Hay, no obstante, algunas necesidades que podemos llamar universales. Son cosas que todas las personas necesitan en sus vidas:
1.- Sentido de pertenencia. Todo el mundo anhela formar parte de algo. El regocijo que usted siente cuando está rodeado de familiares y amigos, es una evidencia de esta verdad. El malestar asociado con mudarse a un trabajo o una casa donde nadie le conoce, revela cuán poderosa es esta necesidad en nuestras vidas.
2.- Sentido de valía. Para todos nosotros es muy importante poder decir: “Yo soy valorado”. Sin embargo, muchas personas no están convencidas de que esto sea verdad, pues una baja autoestima les ha robado el gozo del Señor en sus vidas.
3.- Sentido de competencia personal. Necesitamos saber con certeza que podemos realizar las tareas que Dios pone delante de nosotros. La falta de confianza en su poder y su provisión en nuestras vidas, puede ser desastrosa.
Cristo respondió a cada una de estas necesidades en la cruz, y por tanto, hoy formamos parte de la familia de nuestro Padre celestial. Tenemos valor porque Jesús pagó un gran precio por nuestra salvación. Y somos competentes porque Dios ha enviado a su Santo Espíritu para habitar en nosotros y darnos poder.
Estas tres áreas, que deben ser llenadas con el poder de Dios, deben también incluir a su familia. Nuestro amado Salvador afecta positiva y transformadoramente, no solo nuestra vida sino también la de nuestro entorno en el hogar, y a todos los que forman parte de ese círculo maravilloso con el que nos ha bendecido.
La carencia de alguna de estas áreas tendrá un impacto negativo en el crecimiento espiritual del creyente. ¿Está usted luchando con alguna de ellas? Exponga sus necesidades delante del Señor hoy, y confíe en que Él le hará la persona que quiere que usted sea”.
Nuestro deseo es que usted tome la mejor decisión de su vida: Recibir a Jesucristo como Señor y Salvador. No se arrepentirá.



Permita que Dios intervenga en su familia

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Por Fernando Alexis Jiménez
La idea de recorrer la autopista en una vieja motocicleta, no solo asaltó a los dos abuelos sino que, tentados por la brillantez del aparato que a primera vista lucía en buenas condiciones, decidieron emprender el recorrido a toda velocidad hacia un paraje apartado, en Norteamérica.
            La brisa golpeaba sus rostros generando una sensación de placidez. Conforme aumentaban el kilometraje, el color verde de los arbustos se mezclaba con el ocre de las montañas y el asfalto que se perdía en el horizonte, como si marcharan hacia el infinito.

Libérese de toda amargura

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Dios nos libera de toda amargura

Por Fernando Alexis Jiménez

Muchas de nuestras reacciones sin medir las consecuencias nos traen problemas. Aun cuando no lo queremos, muchas de nuestras actuaciones que terminan generando conflictos—en nosotros pero también en muchas personas, incluso las que más amamos: nuestra familia—pareciera que se salen de toda previsión. “No puedo controlarlo”, me escribía un joven desde Pensilvania, Estados Unidos, al referirse a sus reacciones airadas en medio de las cuales destruía todo a su paso.
            Me encontraba junto con mi esposa Lucero en un Centro Comercial cuando surgió una discusión entre una pareja, muy cerca. La joven presa de la furia tomó un vaso con café tinto y lo arrojó sobre su acompañante. “Ah, me quemaste…”, se quejó él y comenzó a limpiar su camisa. Ella salió furiosa del establecimiento.
            Minutos después, y cuando se había ido, regresó buscándolo. “¿Alguien lo ha visto?”, le preguntaba a los concurrentes.
            Un lamentable caso de ira descontrolada. No es único. Quizá usted y yo hemos vivido momentos así. ¿Por qué ocurre? Porque biológicamente el ser humano reacciona antes de procesar los pensamientos. Es algo instintivo, primario. ¿Gritó a su cónyuge para comprobar—segundos después—que no había ningún motivo?¿Castigó severamente a su hijo para darse cuenta, minutos más tarde, que no era necesario?
El obrar sin control obedece, en muchas ocasiones, a una reacción biológica descontrolada. Es la forma como percibimos todo alrededor, como escribe el especialista, Daniel Goleman: “Una investigación ha demostrado que en las primeras milésimas de segundo, durante las cuales percibimos algo, no solo comprendemos inconscientemente de qué se trata, sino que decidimos si nos gusta o no. El “inconsciente cognitivo” presenta a nuestra conciencia no solo la identidad de lo que vemos, sino una opinión sobre el particular. Nuestras emociones tienen mente propia, una mente que puede sostener puntos de vista con bastante independencia de nuestra mente racional.”(Daniel Goleman. “Inteligencia emocional”.  Editorial Zeta. 2009. México. Pg. 39)
La Buena Noticia que aprendemos en las Escrituras es que todos nosotros, por encima de la reacción biológica de nuestro organismo, podemos controlarlos. ¿De qué manera? Cuando sometemos nuestras emociones en manos de Dios.
El apóstol Pablo le escribió a los creyentes de Éfeso: Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta.  Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.”(Efesios 4:31, 32. NTV)
            Sí es posible controlarnos. No en nuestras fuerzas, por supuesto, pero sí con ayuda de Dios. Él nos permite superar esos raptos de rabia que nos conducen a locuras de las que nos arrepentimos. Hoy es el día para que se rinda a Jesucristo y le pida que tome el control de sus emociones. Puedo asegurarle que experimentará un cambio extraordinario en sus pensamientos y acciones.
            Si todavía no ha recibido al Señor Jesús como Señor y Salvador, hoy es el dìa para que tome esa decisión que tanto necesita. Le llevará de Su mano a experimentar crecimiento personal y espiritual.



El amor perdura dando solidez a la familia

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Dios nos ayuda a desarrollar una relación sólida a nivel familiar

Si hay algo que asegura la permanencia de la familia, la solidez en la relación de pareja y una buena comunicación en el esquema padres-hijos, es el amor, que debe primar en todo momento. “Mi esposa tiene muchos kilos demás, voy a separarme.”, se quejaba un hombre. ¡Sin duda nunca la amó, porque el amor está por encima de las circunstancias! “Mi marido es insoportable con sus achaques”, se lamentó una mujer próxima a los cincuenta años. ¡Lástima, mi hermana: Se ve que nunca amó a su esposo! Comprendo que podrá argumentar que el amor se acaba, con lo cual el asunto es más grave porque si ha dejado de querer a su cónyuge es porque no cultivó el amor, que debe regarse diariamente con palabras y hechos.

Que prime el amor en su familia

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Dios ama el diálogo en familia
Si hay algo que asegura la permanencia de la familia, la solidez en la relación de pareja y una buena comunicación en el esquema padres-hijos, es el amor, que debe primar en todo momento. “Mi esposa tiene muchos kilos demás, voy a separarme.”, se quejaba un hombre. ¡Sin duda nunca la amó, porque el amor está por encima de las circunstancias! “Mi marido es insoportable con sus achaques”, se lamentó una mujer próxima a los cincuenta años. ¡Lástima, mi hermana: Se ve que nunca amó a su esposo! Comprendo que podrá argumentar que el amor se acaba, con lo cual el asunto es más grave porque si ha dejado de querer a su cónyuge es porque no cultivó el amor, que debe regarse diariamente con palabras y hechos.
            Cuando hay amor, no solo crecemos en nuestra relación familiar, sino que resistimos las situaciones difíciles que puedan tocar las puertas de nuestra casa. El hogar seguirá sólido, nada impedirá que sigamos adelante. Recordemos la historia de una pareja de ancianos de México, quienes llevaban cerca de setenta años casados y aún seguían juntos. “El secreto—le dijo el hombre a los periodistas—ha sido nunca guardar rencores hacia mi esposa. Y ella aprendió ese principio.”. ¡Tremendo ejemplo de vida! El amor nunca deja de ser…

El amor nunca de ser  

Iris Marshall es una escritora famosa cuando conoció a su esposo. Pasados los 60 años, ella comenzó a padecer una enfermedad cerebral degenerativa. No obstante su esposo, no solo la cuidó sino que la amó hasta el fin de sus días. Probó con hechos que “el amor nunca deja de ser”.
¿Le impactó? Creo que a todos porque el amor está por encima de todas las circunstancias. Es el mismo amor que debe primar en familia. Es el amor que hace todo posible, y que por supuesto, proviene de Dios. El apóstol Pablo lo dejó claro al escribir a los creyentes de Corinto: La profecía, el hablar en idiomas desconocidos,  y el conocimiento especial se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre!”(1 Corintios 13:8 a)
Sobre esa base no podemos justificarnos si hoy fuéramos a la Presencia de Dios para argumentarle que deseamos divorciarnos. ¿Dónde está en la Biblia eso? Sin duda no hay razón de peso, salvo fornicación o adulterio en uno de los componentes. Y aún así, por una institución muy valiosa para Dios como es la familia, el paso sería el perdón y ofrecer una nueva oportunidad.
Nuestro amado Salvador Jesús  llamó a sus seguidores a perdonar a quienes le causan daño, ¿cuánto más debemos hacerlo con los integrantes de la familia: A los que están dispuestos a escuchar, les digo: ¡amen a sus enemigos! Hagan bien a quienes los odian. Bendigan a quienes los maldicen. Oren por aquellos que los lastiman. Si alguien te da una bofetada en una mejilla, ofrécele también la otra mejilla. Si alguien te exige el abrigo, ofrécele también la camisa. Dale a cualquiera que te pida; y cuando te quiten las cosas, no trates de recuperarlas. Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes.” (Lucas 6:27-31. NTV)
Podemos estancarnos guardando rencor hacia nuestros seres amados: el cónyuge, los hijos y las personas de nuestro entorno familiar, o dar un paso más allá, avanzar una milla, y disponernos para cambiar.
Es cierto, surgirán momentos difíciles, pero aún así, estamos llamados a dejar libres a quienes hemos odiado o por quienes hemos mantenido resentimiento, y más grave cuando se trata de los miembros de la familia. Y los dejamos libres al perdonarles y sepultar en el fondo del mar, los recuerdos dolorosos que nos llevan a buscar la venganza o asumir una actitud revanchista (Cf. Malaquías 7:18, 19)
El amor a la familia va mucho más allá de decir “Te perdono”. Compromete nuestra disposición y perseverancia para que ese perdón se haga real. Si hemos perdonado de corazón, lo mostraremos no volviendo a sacarle en cara su error a quien le ofendió.

Siete actitudes que demuestran amor y transforman la vida familiar

Le invito para que nos traslademos al lugar donde ocurre una discusión familiar. La esposa está furiosa porque su esposo de nuevo olvidó traer algunos víveres. “Querida, iba saliendo tarde del trabajo”, se excusa él. A cada nueva palabra, ella se mostraba más airada. ¿Qué hizo él?¿Qué haría usted? La realidad es que cerró los ojos, pidió a Dios sabiduría y se sentó para mirar tranquilamente la televisión mientras ella seguía rezongando. Treinta minutos después estaba calmada y hasta le ofreció café.
Si partimos de la base que el amor nunca deja de ser, las circunstancias no deben movernos el piso y, por mucho que existan diferencias con el cónyuge o los hijos, no podemos ampararnos en esos eventuales choques para pretender irnos de casa.
A esta disposición de amar y encontrar puntos coincidentes que nos permitan afirmar la relación familiar, se suma una recomendación del apóstol a los creyentes de Colosas y a nosotros hoy: Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia.  Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.  Sobre todo, vístanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonía.”(Colosenses 12-14. NTV)
Le pido que considere el texto nuevamente. Léalo con entendimiento, meditando en cada palabra. ¿Descubre allí las actitudes que recomiendan las Escrituras? Las enumero a continuación: compasión, bondad, humildad, gentileza, paciencia, comprensión y perdón. ¿Cómo afectaría su hogar si se decide a aplicar estos principios? Sin duda muchísimo. Estaría sentando las bases para dejar de lado tanto enfrentamiento al interior de la pareja.
Jamás podemos olvidar que el amor es el eje principal para dar solidez a la relación familiar, hallar elementos de entendimiento, aplicar el ingrediente del amor que permanece y, de paso, agradar a Dios. Esas actitudes que enumera el apóstol Pablo no bastan con preconizarlas sino con aplicarlas. Llevarlas a la vida cotidiana, hoy, ahora mismo.

Persevere en la construcción de una familia sólida

Si deseamos edificar familias sólidas donde reine la armonía y Dios ocupe el primer lugar, debemos perseverar. Al respecto leí hace pocos días unas frases que comparto con usted: “Es triste cuando una mujer anhela que su esposo tome la iniciativa y asuma la responsabilidad del liderazgo espiritual de la familia y él no lo hace. Pocas cosas tienen un mayor impacto en un esposo o una esposa que los sacrificios de amor, perdonadores y tolerantes, del cónyuge.”(John Piper. “Pacto matrimonial”. Tyndale House Editores. 2009. EE.UU. Pgs. 58, 59).
Es probable que haya tenido enormes dificultades en su relación de pareja, pero el Señor nos llama a seguir adelante. En Él encontramos la fortaleza necesaria para superar los obstáculos y encontrar soluciones cuando se producen diferencias, las mismas que ponen sobre la cuerda floja la estabilidad de la pareja y la relación con los hijos.
Cuando vamos a las Escrituras, hallamos un poderoso texto: ¡Qué alegría para los que reciben su fuerza del Señor, los que se proponen caminar hasta Jerusalén! Cuando anden por el Valle del Llanto,  se convertirá en un lugar de manantiales refrescantes; las lluvias de otoño lo cubrirán de bendiciones. Ellos se harán cada vez más fuertes, y cada uno se presentará delante de Dios en Jerusalén.” (Salmo 84:5-7. NTV)
Las situaciones difíciles tocarán a nuestra puerta, pero podemos superarlas, salir airosos, alcanzar la victoria con ayuda de Dios.
Evalúe por un instante si las desilusiones en la relación de pareja o con los hijos le han llevado a pensar en la renuncia. ¿Es ese el camino? Sin duda que no. El divorcio no ha sido ni será jamás el camino. Si decidimos seguir adelante, en procura de la armonía en la relación, tenemos la certeza de que Dios nos ayudará. Es tiempo de tomar la decisión, no detenernos: Salvar nuestro matrimonio.

Si aún Dios no reina en su hogar y si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que tome la decisión; puedo asegurarle que no se arrepentirá.

Léanos en www.mensajerodelapalabra.com y www.bosquejosparasermones.com  

Dele el primer lugar a Dios y aleje problemas familiares

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Debemos concederle a Dios el primer lugar
en nuestra familia

Una joven mujer compartía su desesperación por la situación de su hogar. “Mi esposo no es el mismo que conocí, es decir, el novio de mi tiempo de universidad. Es desconsiderado, bebedor y en algunos casos agresivos.”. Compartir la vida juntos se había tornado en un infierno.
            Cuando profundizamos un poco en el asunto descubrimos que al comienzo iban juntos al servicio dominical. Hasta allí todo iba bien. El asunto comenzó a complicarse  cuando decidieron quedarse un poco más descansando, en cama. Iban al mediodía a la reunión de la Iglesia. La costumbre tomó tal fuerza que ya ni siquiera iban al templo. ¡Habían llegado los problemas!
            Dejar de lado a Dios no es nada bueno. Optaron por vivir la vida a su manera. No querían rendirse. ¿Qué ocurre? La autora Nancy Leigh De Moss, lo describe de la siguiente manera: “¿No quiere rendirse al control de Dios?¿No quiere doblegar su voluntad en la relación matrimonial? ¿Desea vivir sin moral, sus actitudes, sin controlar su lengua y sus hábitos?¿No quiere rendir sus gastos o quizá la manera como emplea el dinero? Entonces téngala seguridad de que los mismos aspectos sobre los que  no se rendirá se convertirán en los enemigos que le gobernarán: la lascivia, la codicia, las posesiones, la conflictividad… ”(Nancy Leigh De Moss. “Rendición: El corazón en paz con Dios”. 2003. Colombia. Pg. 36)
(C) Fernando Alexis Jiménez - Llàmenos (0057)317-4913705 - Escríbanos webestudiosbiblicos@gmail.com. Con la tecnología de Blogger.