Es tiempo de emprender la búsqueda de Dios en oración |
Por Fernando Alexis Jiménez
Orar a Dios constituye un
verdadero reto. Y le digo que un reto porque en una sociedad como la nuestra,
carente de principios y valores, el que haya alguien convencido de la respuesta
a su clamor, es difícil de encontrar.
“Busca
soluciones”, le dirán. Otro más quizá quiera desalentarlo: “¿Para qué orar si Dios no escucha?”. ¿Qué
si consulta a algún cristiano? Probablemente también albergará en su corazón
cierta reticencia. Sí, aunque le parezca difícil de creer, muchas de las
personas que se proclaman creyentes todavía no han desarrollado una intimidad
tal con Su Creador que les lleve a tener la firme convicción de que Él escucha
sus oraciones.
Convencimiento y perseverancia son dos ingredientes
fundamentales en su vida de oración. Convencimiento de que somos escuchados por
Aquél que todo lo puede, y perseverancia para seguir clamando así no vea
respuestas inmediatas, o aún si no se dan.
Un autor cristiano que impacta vidas anota: “Mi experiencia ha sido que, aunque sea doloroso, Dios
se encarga de nuestro crecimiento. Llegarán momentos en los cuales nosotros
oraremos por algo y nada sucederá. No habrá respuesta, no porque no tengamos fe
ni porque le hayamos fallado a Dios en algo, sino porque nuestro Padre
celestial quiere que veamos más allá de nosotros mismos.” (B.J. Willhite. “Cómo
orar”, Editorial CLC. EE.UU. 1988. Pg. 23)
Si creemos y perseveramos, aquello que humanamente
parece imposible sucederá. El Señor Jesús enseñó a sus discípulos y a nosotros
hoy: “También les digo lo
siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto
a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará. Pues donde se reúnen dos o tres en mi
nombre, yo estoy allí entre ellos.”(Mateo 18:
19, 20. NTV)
Cuando nuestra vida de oración se dinamiza,
comenzamos a transitar por otro sendero, en camino hacia nuevos niveles en
nuestra vida espiritual. Y se dinamiza cuando oramos. Recuerde que a orar aprendemos orando.
Superar obstáculos
Si estamos orando pero nada ocurre, quizá hay
obstáculos que superar; no provienen de Dios sino quizá de nuestras propias
actitudes.
Aquí me permito citar al autor y conferencista
internacional, Myles Munroe: “Usted puede
tener una vida de oración eficaz que se desborde sobre las otras áreas de su
vida. Dios desea que usted experimente fortaleza espiritual e intimidad con Él
para que cumpla sus propósitos. Los principios que usted descubra le
ayudarán a despejar los obstáculos de la
oración no contestada que ha estado reteniendo el cumplimiento de su propósito
para que pueda entrar en una nueva dimensión de fe, profundo amor hacia Dios y
poder para el servicio.” (Myles Munroe. “Entendiendo el propósito y poder de la
oración”. Whitaker House. 2005. EE.UU. Pg. 32)
Hoy iniciamos el tercer nivel de la Escuela de
Oración. El reto es adentrarnos más en las profundidades de Dios. Movernos en
la certeza que somos escuchados en nuestro clamor, que las oraciones tendrán
respuesta y que los milagros ocurrirán.
Esa actitud de confianza y rendición a Dios es la que
marca la diferencia en la vida de un cristiano. Estoy seguro que si toma la
decisión hoy, experimentará un crecimiento espiritual sorprendente. Su vida con
el Señor jamás volverá a ser la misma.
Le animo a emprender con disposición de corazón,
fidelidad a Dios y actitud de perseverancia el Tercer Nivel de la Escuela de
Oración. Hasta el momento sin duda ha dado pasos significativos que resultarán
útiles en el proceso de crecimiento espiritual en el que está empeñado. Vienen
cosas nuevas, experiencias maravillosas, un mundo de milagros que se abre
frente a usted… ¡Es tiempo de dar el siguiente paso!
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