La tristeza no debe gobernar su vida |
Fernando
Alexis Jiménez
María no se podía explicar por qué razón ver
llover sobre Santiago de Cali le
producía tanta tristeza. Amaba los días soleados, alegres, aquellos que llaman
a salir a las calles, recorres las avenidas, sonreír con un saludo o,
simplemente, tomar un helado en un lugar cualquiera al caer la tarde. Pero ese
día en particular amaneció nublado, al
mediodía comenzó a tronar y hacia las tres de la tarde inició una lluvia que se
convirtió en torrencial aguacero. Las calles lucían vacías, sin gente. Solo uno
que otro auto se desplazaba por la calle.
Tal vez este día es para
usted, como un atardecer lluvioso cuando el sol se esconde tras las nubes.
Triste. Desconozco por qué está atravesando por esa situación. Tal vez una
discusión en casa, la preocupación por un hijo, la falta de empleo, siente que
el dinero no alcanza o porque sus sueños se han ido diluyendo en el tiempo y
experimenta la sensación de fracaso porque nada parece salir bien.
La tristeza es un
sentimiento que todos vivimos. Unos por una razón y otros por otra. No conozco
la primera persona que no haya estado triste en algún momento.
“Todos los días deberían ser felices”, me escribió un joven
universitario desde Oklahoma. Horas antes había terminado tres años y dos meses
de noviazgo con una chica del mismo campus. Me identifiqué con él: Todos los
días deberían ser felices, pero no podemos evitar que a veces ocurran hechos
inesperados.
Uno de los mayores
ejemplos de superación de nuestro tiempo, el autor y conferencista, Nick
Vujucic, escribe: “Recuerde que la
tristeza tiene un propósito. Es totalmente natural experimentar tristeza, sin
embargo, usted no debe permitir que le domine y gobierne sus sentimientos día y
noche. Usted puede controlar su respuesta ante la tristeza; sólo debe enfocarse
en los pensamientos de fe, positivos y en las acciones que elevan su ánimo. “(Nick
Vujucic. “Una vida sin límites”. Editorial CEBGE. Colombia. 2013. Pg. 55)
Nadie está al margen de los problemas
Momentos difíciles
tenemos todos. Nadie está exento. Es algo propio de la dinámica del ser humano
y del interactuar con circunstancias sobre las que no puede tener dominio
pleno, como por ejemplo la partida de un ser querido.
Los cristianos estamos
llamados a descansar en Dios cuando nos asalten momentos de dolor y tristeza.
La felicidad fue el propósito original del Señor para nosotros, y lo sigue
siendo; esa es la razón por la que el apóstol Pablo escribe: “Estén siempre alegres.(1 Tesalonicenses 5:16 NTV), e insiste: “Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito,
¡alégrense! (Filipenses 4:4. Cf. Romanos 12:11, 12; Filipenses 3:1. NTV)
Superar la tristeza
parte de una actitud; sí, de una actitud de fe. Saber que el Dios en el que
hemos creído es más grande que todos los problemas juntos. Si usted los sumara—absolutamente
todos en un listado sencillo—se daría cuenta que el Dios en el que creemos, nos
ama y nos ayuda a superar todos los obstáculos.
Vamos, sonría. No hay
problema que sea para siempre, y además, el Padre celestial está dispuesto a
venir en su ayuda para ayudarle a superar la tristeza. ¡Hoy es el día para
empezar una nueva vida!
El proceso inicia cuando
le abrimos las puertas de nuestro corazón al Señor Jesús como Señor y Salvador.
Puedo asegurarle que es el comienzo de una nueva vida, y que experimentará
crecimiento personal y espiritual.
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