Fernando
Alexis Jiménez
Sí, no podía negarlo. Sustraer algo del almacén de
provisiones—como se lo proponía el supervisor de embalaje de la factoría—le resultaba
atrayente. “Nadie descubrirá el faltante
porque mañana llega nueva mercancía”, le dijo. Raúl se apuró un café tinto
y miró alrededor en la oficina. No había nadie. Pero de pronto sus ojos se
posaron sobre el Nuevo Testamento que tenía junto al computador. “Soy cristiano; no debo hacerlo porque sería
robar”, murmuró quedamente.
Hacia
las seis de la tarde el superior lo llamó de nuevo. “¿Te decidiste?”, le preguntó. Y su respuesta contundente: “Definitivamente no; prefiero seguir con mi
trabajo.”
Dos
días después lo estaban despidiendo, de manera “inexplicable”. Raúl salió de allí con la conciencia tranquila. Sus
principios y valores no fueron rotos. Actuó como debía. Dos semanas después
tenía un empleo mejor remunerado y le quedaba más tiempo para su familia. ¡Dios
fue y sigue siendo fiel con Sus hijos!
Piense
por un instante en su vida. ¿Cómo anda con los principios y valores? ¿Acaso se
deja arrastrar por lo que piensa y hace la sociedad en la que se desenvuelve?¿Considera
que como actúan los demás, por el hecho de que todos lo legitiman, está bien?
Recuerde que si hay algo que no debemos trasgredir son los sanos principios y
valores sobre los que fuimos fundamentados, los cuales nos llevan a rechazar
todo lo que está mal.
Pregúntese si está edificando su vida sobre sólidos principios bíblicos |
Puede sentirse está a
punto de ceder a la tentación de obrar como todos los demás. Si es así,
vuélvase a Dios en oración. Recuerde que un comportamiento inmoral, las drogas,
un lenguaje perverso, faltar a la honradez y tantos otros comportamientos
contrarios a la Palabra de Dios, nos afectan y también a las personas que nos
rodean. En tales casos vale la pena aplicar lo que recomienda el autor y
conferencista internacional, Charles Stanley: “Ya sea que nos estemos hundiendo en un mar de sufrimiento, o buscando
con desesperación un sorbo del agua de vida de Dios, el Señor oye nuestras
súplicas. Y nos dice de nuevo: “Me invocará, y le responderé; yo estaré con él
en la angustia; lo rescataré y lo honraré” (Salmo 91.15 LBLA).”
Todo
depende de los principios y valores que priman en nuestra vida. Constituyen los
cimientos que nos ayudan a experimentar una renovación constante, en la forma
de pensar y en el comportamiento. No es algo que se compra en la farmacia o se
adquiere en el supermercado. Los principios
y valores se van fundamentando en nuestra existencia y terminan ejerciendo
una poderosa influencia en nuestro desenvolvimiento.
Quien
nos puede ayudar en el proceso es Dios mismo. Él es nuestra fortaleza para
llevarnos al cambio y crecimiento, nivel en el que dejamos de lado el orgullo,
la arrogancia, la corrupción y, por supuesto, las palabras vulgares que
desdicen de nuestro testimonio cristiano.
A
propósito, ¿ya recibió a Jesús como el Señor de su vida? Ábrale hoy las puertas
de su corazón. Le aseguro que no se arrepentirá porque Él le llevará a vivir
una existencia renovada. ¡Tome hoy la decisión! Si tiene alguna inquietud, no
dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o llámenos al
(0057)317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
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