Fernando Alexis Jiménez
Claro que las palabras
ofensivas del conductor que avanzaba a alta velocidad en el carril contiguo, no
solo le despertaron molestia, sino el hecho de que pusiera en peligro su vida y
la de su hijita Nicole, que viajaba en el asiento de atrás. “Dios te perdone…”, fueron las únicas
palabras que atinó a decir al tiempo que ponía su pie en el freno. ¡Gracias a
Dios no ocurrió nada que lamentar!
Laura
descendió del auto, comprobó que la niña estuviera bien, y simplemente se
recostó a la puerta a llorar. No podía comprender cómo alguien cerraba su paso
y, además, la ofendía. Por algunos instantes quiso perseguirlo, pero recordó
que su nueva vida le impedía obrar con espíritu vengativo. Limpió las lágrimas
que surcaban su rostro, y le pidió fortaleza al Señor Jesús.
Cambiar
viejos hábitos de comportamiento no resulta fácil en nuestras fuerzas, pero sí
cuando en el proceso contamos con la ayuda de Dios. Recuerde que humanamente
nos dejamos arrastrar por las pasiones, pero si el Padre celestial gobierna
nuestro ser, todo es distinto. Él nos hace vencedores.
Escribiendo a
los creyentes de Colosas, el apóstol Pablo enseñó: “Así
que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de
ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las
bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es
idólatra porque adora las cosas de este mundo. A causa de esos pecados, viene
la furia de Dios.”(Colosenses 3:5,6. NTV)
El texto, si
lo lee con detenimiento, pone de manifiesto que la decisión de cambiar y dejar
de lado aquello que nos perjudica y de paso causa mal a los demás, debe partir
de nuestro corazón. Nadie nos obliga. Es una decisión eminentemente personal,
que alimentamos con el convencimiento de que en el proceso no estamos solos
porque Dios nos ayuda a dar pasos sólidos, siempre.
Dios nos ayuda en el proceso
Cuando abrimos las
puertas de nuestro corazón al Señor Jesús, emprendemos una nueva vida. Todo
aquello que nos dañaba, queda atrás y tenemos delante de nosotros las páginas
en blanco de un libro lleno de oportunidades en Dios que está por escribirse.
El apóstol
Pablo continúa diciendo: “Ustedes solían
hacer esas cosas cuando su vida aún formaba parte de este mundo; pero ahora es el momento
de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el
lenguaje sucio. No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la
vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos perversos. Vístanse con la nueva
naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se
parezcan más a él. En esta vida nueva no importa si uno es judío o
gentil,* si está o no circuncidado, si es inculto, incivilizado, esclavo
o libre. Cristo es lo único que importa, y él vive en todos nosotros.”(Colosenses
3:7-11. NTV)
Cuando en
nuestro mundo interior reina el Señor, se producen cambios—en la mayoría de los
casos imperceptibles para nosotros--, en la forma de pensar y de actuar. Pero
es un comportamiento nuevo que deja huella, que trasciende, que ejerce una
poderosa influencia en la familia y entre quienes nos rodean.
La decisión
de emprender ese maravilloso proceso de transformación personal y espiritual
está en sus manos. Sólo usted puede dar ese paso. Si se decide basta que le abra las puertas de
su corazón al Señor Jesús. Él le dará esa oportunidad que tanto anhela. Si
tiene inquietudes, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o
llamarnos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis
Jiménez
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