Dios nos llama a servirle siempre... |
Fernando
Alexis Jiménez
C
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uando
Dios lo llamó a servir como pastor y evangelista, tenía un almacén en un centro
comercial de su ciudad. Y lo que comenzó como una célula en el hogar, pronto
alcanzó las cien personas que era
justamente la meta que se habían fijado en oración.
A
éste número se sumaron otros más hasta el día—que jamás olvidará—en el que la
junta de la iglesia le pidió abandonar su trabajo de comerciante para dedicarse
todo el tiempo a servir a la comunidad de creyentes.
Los
dos pasan tiempo en oración y en el Estudio de la Biblia. Han volcado sus
esfuerzos en la obra de Cristo Jesús.
Surgen,
sin embargo, dos grandes interrogantes: ¿Está bien que la iglesia cubra el
sustento de un pastor?¿Acaso no es más conveniente que genere sus propios
ingresos mediante el trabajo secular?
Consagrados a la obra de Jesucristo
Las
dos premisas con las que nos encontramos convergen en un solo hecho: la
importancia de servir a Dios con todo el corazón, las fuerzas y la voluntad.
En
el primer siglo y conforme surgieron múltiples dificultades propias del
crecimiento en el número de creyentes, “...los
de habla griega comenzaron a quejarse de los de habla hebrea, diciendo que las
viudas griegas no eran bien atendidas en la distribución diaria de
ayuda”(Hechos 6:2. Versión Popular).
Una situación por demás bastante compleja que polarizaba las opiniones de los
cristianos de la época.
¿Cuál
fue la salida? “Los doce apóstoles reunieron
a todos los creyentes, y les dijeron:--No está bien que nosotros dejemos de
anunciar el mensaje de Dios para dedicarnos a la administración. Así que,
hermanos, busquen entre ustedes siente hombres de confianza, entendidos y
llenos del Espíritu Santo, para que les encarguemos estos trabajos. Nosotros
seguiremos orando y proclamando el mensaje de Dios”(Hechos 6:2, 3).
Servir a Dios es un enorme privilegio que nos ofrece... |
Es
fácil apreciar entonces que algunos de los apóstoles –quienes como podremos
apreciar un poco más adelante—trabajaban secularmente, habían asumido un
compromiso: cumplir a cabalidad y con excelencia su llamado de ministros de
Cristo.
El
apóstol Pablo recomendó a su fiel discípulo Timoteo para que –sin mediar cuál
fuera su ocupación—desarrollara cabalmente su ministerio. “Haz todo lo posible por presentarte delante de Dios como
un hombre de valor comprobado, como un trabajador que no tiene de qué
avergonzarse, que enseña debidamente el mensaje de la verdad”(2 Timoteo 2:15.
VP).
Sirviendo en el Reino pero con trabajo secular
En
varios países de América e incluso de África, ha tomado fuerza el ministerio
pastoral bi-vocacional. ¿De qué se trata? De aquellos ministros de Jesús el
Señor que, debido al tamaño apenas incipiente de las iglesias que tienen a
cargo, deben ejercer su profesión en el campo secular para agenciarse los
recursos que necesitan para el sustento.
¿Es
válida esta práctica? Por supuesto que sí. El apóstol Pablo—uno de los más
grandes evangelistas del Nuevo Testamento—laboraba y predicaba. Intercalaba su
ocupación e incluso, allí en el sitio de trabajo, testimoniaba su condición de
cristiano con el testimonio.
En
las Escrituras leemos que “Después de estas
cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado
Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por
cuanto Claudio había mandato que todos los judíos salieron de Roma. Fue a
ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos,
pues el oficio de ellos era hacer tiendas” (Hechos 181-3).
A
diferencia de muchos obreros que no mueven un dedo si no tienen una
remuneración salarial –lo que por supuesto lleva a cuestionarse si realmente
sienten su llamamiento a ganar almas para Cristo--, Pablo aprovechaba su
ocupación y allí predicaba pero también en los espacios de tiempo libre.
Bajo
esta demostración de que su vocación era profunda, porque le interesaba
únicamente proclamar el evangelio transformador de Jesucristo así debiera
trabajar intensamente, escribió posteriormente a los creyentes de Tesalónica: “Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y
fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravoso a ninguno de vosotros,
os predicamos el evangelio de Dios” (1 Tesalonicenses 2:9).
Servir
en el Reino de Dios siempre será gratificante y enriquecedor en lo personal y
lo material…
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Y
también, a la misma comunidad de cristianos en una segunda carta: “Porque
vosotros mismos sabéis de qué manera
debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros,
ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día
y noche para no ser gravosos a ninguno de vosotros”(2 Tesalonicenses 3:7, 8).
Personalmente
vivo la experiencia de ser un ministro cristiano bi-vocacional. Junto conmigo hay
otros pastores y todos, en conjunto, podemos testimoniar que—aunque el trabajo
secular nos agota—no por eso menguamos en la tarea de evangelizar. Además, de
esta manera la congregación se va afianzando hasta tanto haya para pagar un
pastor.
En
mi caso he considerado oportuno que inmediatamente queda una persona a cargo de
esa obra, puedo comenzar otra iglesia en un lugar diferente. Es una forma
práctica de plantar comunidades de creyentes...
Pastores con remuneración
Ahora,
hay pastores que reciben remuneración de la Iglesia. ¿Está bien esta práctica?
Por supuesto que sí, siempre y cuando nuestra presencia como ministros del
evangelio se convierta en una carga para la comunidad de creyentes. Me refiero
as que el obrero desee un salario por encima de lo que puede proveer la
iglesia.
Al
respecto el apóstol Pablo escribió unas líneas que vale la pena tener en
cuenta: “Cada primer día de la semana cada
uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo para
cuando yo llegue ni se recojan entonces ofrendas”(1 Corintios 16:2).
Es
probable que usted me diga: “Fernando, se refería a los necesitados de
algunas congregaciones locales”. De acuerdo, pero allí se incluía el
asignar recursos—como es apenas natural—para la sustentación de los ministros
cristianos.
También
en una comunicación dirigida a su fiel discípulo Timoteo, escribió: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos
de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la
Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de
su salario” (1 Timoteo 5:18).
Observe cuidadosamente que se refería a proveer para las necesidades de los
ancianos o pastores a cargo de cada iglesia.
Los
creyentes tienen bajo su responsabilidad el honrar a quienes les ministran, y
en caso de que haya la capacidad financiera suficiente, ayudarles con una
asignación de recursos. En caso que la capacidad económica sea mínima, el
pastor está llamado a permanecer en su trabajo secular hasta tanto haya la fuente
de manutención por parte de la congregación.
Si
tiene alguna inquietud, por favor no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarme al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
2 comentarios:
Excelente articulo pastor !! Despeja dudas de si puedo ser obrero bi vocacional o si puedo serlo a tiempo completo !! Gracias este material es de edificacion !!
Felicitaciones por esta pagina y por materiales de excelente calidad
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