¿Qué hacer cuando se siente abandonado y en un callejón sin saida? |
Fernando Alexis Jiménez
E
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l joven que tenía
enfrente se había intentado quitar la vida dos veces. No llegaba a los treinta
años pero creía que no había mayores expectativas para su vida. “Deseo morirme”, le dijo a su esposa. Y
cumplió la amenaza. Afortunadamente el veneno no fue tan eficaz.
Lo sorprendente es que
era cristiano. Líder en su congregación. Estaba al frente del grupo más dinámico
y creciente de jóvenes.
Por eso fue necesario
que a la luz de la Biblia, miráramos la historia de uno de los hombres más
famosos del pueblo judío: el profeta Elías. Él también deseo morirse. Estaba
desencantado de la vida y cuando creyó que había llegado al final del camino,
Dios no solo le mostró que cuidaba de él, que siempre estaba a su lado, sino
que además le llevó—después de superar la crisis—a un nuevo nivel espiritual, y
a una dimensión insospechada en su ministerio terrenal.
Le invito para que vayamos
a las páginas de las Escrituras…
Las crisis son inevitables
La imagen más triste que
puedo recordar en los últimos años, es la de un payaso triste. Estaba sentado
en la acerca, al caer la tarde, cuando todas las personas se arremolinan en el
centro de la ciudad de regreso a casa. A nadie le importó su situación, iban de
paso, ajenos al drama de aquél hombre. Y digo que me impactó porque lo más
probable es que, en medio de ese gentío, el payaso se sintiera solo, y triste.
Tal vez no había hecho el dinero necesario para llegar a casa.
Tristeza, soledad,
abandono, deseos de no seguir luchando. Muchos sentimientos que se amalgaman en
nuestra vida y nos llevan a sentir que nada vale la pena.
Esos sentimientos
encontrados embargaron a Elías, el profeta de Dios, cuando Jezabel mandó
amenazarle: “Cuando Acab llegó a su casa, le contó a
Jezabel todo lo que Elías había hecho, incluso la manera en que había matado a
todos los profetas de Baal. Entonces Jezabel le mandó este mensaje a Elías:
«Que los dioses me hieran e incluso me maten si mañana a esta hora yo no te he
matado, así como tú los mataste a ellos». Elías tuvo miedo y huyó para salvar
su vida…”(1 Reyes 19:1-3 a. Nueva Traducción Viviente)
Imagínese: pocos días
antes había dado muerte a 450 profetas de Baal, lo que por supuesto iracundizó
a su benefactora, la reina Jezabel, y ahora era ella—la encarnación del enemigo
espiritual—quien quería dar muerte al siervo del Señor.
¿Le ha ocurrido alguna
vez que justo cuando creía que todo iba bien, surgen los problemas y siente que
va camino al abismo? Elías estaba desconcertado y desorientado. Desconfió de la
protección de Dios, le hizo juego al diablo porque se dejó embargar por el
miedo, y tomó la peor de las decisiones: salió huyendo. Insisto: es la peor decisión. Cuando vienen
los problemas debemos afincarnos en Dios y encarar las situaciones, por
difíciles que parezcan.
Dios trata nuestra vida durante las crisis
“No encuentro salida al laberinto”, me escribió desesperado un
empresario desde Guatemala. Las cosas iban de mal en peor. Su hijo adolescente
era drogadicto, su esposa amenazaba con el divorcio, estaba endeudado y sus
amigos le daban la espalda en el peor de los momentos. El hombre temía que algo
malo pudiera ocurrirle.
En medio de su
desespero, Elías creyó al igual que este hombre de negocios centroamericano,
que se encontraba en un callejón sin salida. Y emprendió una larga caminata de
150 kilómetros. Entregó al siervo a sus familiares y decidió que era hora de
morir. Dice el texto: “Se fue a Beerseba,
una ciudad de Judá, y dejó allí a su sirviente. Luego siguió solo todo el día hasta
llegar al desierto. Se sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse:
«Basta ya, Señor; quítame la vida, porque no soy mejor
que mis antepasados que ya murieron». Entonces se acostó y durmió debajo del
árbol. Mientras dormía, un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate y come!». Elías miró a su
alrededor, y cerca de su cabeza había un poco de pan horneado sobre piedras
calientes y un jarro de agua. Así que comió y bebió, y volvió a acostarse.”(1
Reyes 19: 3-6. Nueva Traducción Viviente)
Probablemente usted se
identifica con Elías. ¿Qué haría usted si un subalterno decide dejar el cargo
abandonado y sale huyendo? Es más, ¿qué pensar si ese empleado se queja de
usted como empleador? ¡Dios santo, por favor no me responda! Pero lo más
sorprendente aquí es que Dios le dejó desahogarse. ¡No se enojó, simplemente lo
escuchó!
Ese es el Dios en el que
usted y yo hemos creído, un Dios comprensivo, amoroso y lleno de misericordia.
No solamente tuvo
misericordia de Elías sino que le alimentó en el desierto. Nuestro amado Padre
celestial marca la diferencia en nuestra existencia porque tiene cuidado de los
más mínimos detalles en nuestra existencia. Él se preocupa, como Padre, de que
estemos bien.
A pesar de que creemos
que estamos solos, el Señor está a nuestro lado. Estuvo con Elías en el
desierto y, sin duda, está con usted ahora, en este instante.
Dios nos ayuda a encontrar la salida a la crisis |
Las circunstancias nos
ciegan e impiden que veamos la realidad, pero si algo debemos hacer cuando
sentimos que las fuerzas nos abandonan y que no seguiremos adelante, que vamos
a tirar la toalla, es pensar siquiera en desprendernos de la mano de Dios. ¡Ni
pensarlo! Lo que, en cambio debemos hacer, es afianzarnos en la mano del Padre
celestial.
Nuestros problemas
tienen solución cuando dependemos enteramente de Dios. Él viene a nuestro
pronto auxilio en los períodos de tribulación.
Camino aun nuevo nivel
Dios no solamente tuvo
en cuenta la crisis de Elías y no le desecho, sino que además lo preparó para
llevarle a un nuevo nivel. Por favor, léalo detenidamente: el Señor no le pasó
carta de despido. Él deseaba seguir teniendo sus servicios, y le invitó—en medio
de esa crisis—para que tuviera un encuentro con Él.
No hay nada mejor que buscar
del Señor cuando nos sentimos en medio de un remolino. Desprendernos de Él no
es lo más indicado sino que, además, es esencia que nos fortalezcamos en Él. Y
Dios le instruyó para se orientara en esa dirección: “Entonces
el ángel del Señor regresó, lo tocó y le dijo: «Levántate
y come un poco más, de lo contrario, el viaje que tienes por delante será
demasiado para ti». Entonces se levantó, comió y bebió, y la comida le dio
fuerza suficiente para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta
llegar al monte Sinaí, la montaña de Dios. Allí llegó a una cueva, donde pasó
la noche. Entonces el Señor le dijo a Elías: —¿Qué
haces aquí, Elías?--. —He servido con gran celo al Señor
Dios Todopoderoso —respondió Elías—; pero el pueblo de Israel ha roto
su pacto contigo, derribó tus altares y mató a cada uno de tus profetas. Yo soy
el único que queda con vida, y ahora me buscan para matarme a mí también.”(1
Reyes 19:7-10. Nueva Traducción Viviente)
Los problemas se
resuelven no cuando decidimos morirnos para escapar a la realidad sino cuando,
con ayuda de Dios, buscamos el origen de la situación. Esa es la razón por la
que Dios le preguntó la razón de su decisión. Y Elías de desahogó ante el
Señor. Le abrió su corazón.
¿Quiere un secreto para
una oración eficaz? Ábrale su corazón al Señor. Dígale lo que piensa. No se
guarde nada. Saque todo lo que hay en su mundo interior. Dios no se enojará;
por el contrario, desea escucharlo para traer sanidad a su alma.
Lo mejor que podemos
hacer es desnudar nuestro corazón ante el Dios de gloria, nuestro Padre
celestial. No dejar nada oculto en nuestro ser sino decirle lo que nos
preocupa, aqueja, nos duele o quizá, nos frustra. Fue lo que hizo Elías. Y Dios
trajo paz en el momento oportuno.
Cuando Elías habló y de
desahogó, Dios le mostró toda Su gloria: “El Señor le dijo: —Sal y ponte de pie delante de mí, en la
montaña. Mientras Elías estaba de pie allí, el Señor
pasó, y un viento fuerte e impetuoso azotó la montaña. La ráfaga fue tan
tremenda que las rocas se aflojaron, pero el Señor no
estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Pasado el terremoto hubo un
incendio, pero el Señor no estaba en el incendio. Y
después del incendio hubo un suave susurro. Cuando Elías lo oyó, se cubrió la
cara con su manto, salió y se paró a la entrada de la cueva.”(1 Reyes 19:11-13.
Nueva Traducción Viviente)
Hoy es el día para
emprender una nueva vida. El proceso comienza con rendirnos al Señor. Y Él toma
nuestro corazón quebrantado y lo sana. Trae sosiego, paz y nos fortalece para
seguir adelante. El nuestro es un Dios de amor, comprensivo, que nos ayuda en
las crisis y nos lleva a nuevos niveles en lo personal y en la dimensión
espiritual.
Dios nos confía siempre nuevas responsabilidades
Elías era un buen siervo
en el Reino de Dios. Y Dios no desecha a los buenos siervos. No lo desechará a
usted, a pesar de que haya fallado. Él conoce su corazón. Sabe lo que hay en lo
más íntimo de su ser. Y, a pesar de ser indigno de servirle, le llama cumplir
nuevas misiones, como hizo con Elías después que se le reveló a Él en el Monte
Sinaí.
“Entonces
el Señor le dijo:—Regresa por el mismo camino que
viniste y sigue hasta el desierto de Damasco. Cuando llegues allí, unge a
Hazael para que sea rey de Aram. Después unge a Jehú, nieto de Nimsi,
para que sea rey de Israel; y unge a Eliseo, hijo de Safat, de la tierra de
Abel-mehola, para que tome tu lugar como mi profeta.¡A cualquiera que escape de
Hazael, Jehú lo matará; y a los que escapen de Jehú, Eliseo los matará! Sin
embargo, preservaré a otros siete mil en Israel, ¡quienes nunca se han
inclinado ante Baal ni lo han besado!”(1 Reyes 19:15-18. Nueva Traducción
Viviente)
Piense por un instante,
al leer este pasaje, que Dios después del trato personal con Elías, le llevó a
cumplir nuevas y más grandes misiones, pero más aún: le llevó a ungir a su
sucesor, Eliseo. ¿Por qué? Porque había llegado la hora de la graduación, y
carros de fuego estaban preparados para llevar al profeta a la eternidad (Cf. 2
Reyes 2:11, 12).
Probablemente siente que
ya no puede seguir adelante. Considera que las fuerzas le abandonaron. ¿Siente
que todos le abandonaron?¿Acaso piensa que Dios no escucha sus oraciones?
Si esos pensamientos le
han asaltado, hoy es el día de volver a mirada al Señor y pedirle ayuda en
medio de la crisis. Puedo asegurarle que, además de no estar solo, el amado
Padre celestial vendrá en su ayuda, le revelará Su presencia y le llevará a
nuevos niveles. Él es un Dios de poder que está a nuestro lado, nos fortalece y
nos lleva a nuevos niveles, siempre.
Su jornada no ha
terminado. Todavía hay mucho por hacer. Y Dios quiere que usted asuma ese papel
protagónico en la extensión del Reino. ¡Levántese! Salga de la cueva. No
permita que la crisis le asalte sin que usted haya orado, porque caerá en
derrota. ¡Dios desea ayudarle!
A propósito de Dios, ¿ya
le abrió las puertas de su corazón a Jesucristo? Hoy es el día para que lo haga
porque prendidos de la mano del Señor Jesús emprendemos el maravilloso camino
hacia el crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. ¡Hoy es el
día para emprender una nueva vida!
Si tiene alguna
inquietud, por favor no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o
llamarme al (0057)317-4913705
©
Fernando Alexis Jiménez
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