Nuestra preocupación debe ser vivir conforme a la voluntad de Dios, esencialmente |
Fernando Alexis Jiménez
L
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a
profesora se quitó la vida lanzándose desde un puente sobre un río corrientoso,
justo horas antes de que le notificaran su jubilación. “Me cansé de esperar mi salida a descansar”, le dijo a su nieta con
quien compartía habitación en una casa de inquilinato.
En
uno de los cuadernos de notas, sus familiares encontraron una inscripción que
llamó poderosamente la atención: “Un
mundo maravilloso se avecina”.
Nadie
sabe si fue algo que escuchó en un lugar indeterminado, quizá en el parquecito
del frente a donde solía ir cuando caía la tarde, o tal vez en un mensaje de un
predicador.
--Resulta irónico que haya renunciado a la
vida cuando tenía un futuro prometedor. Con su pensión asegurada, tenía todo el
tiempo del mundo para hacer lo más que gustaba: leer, escuchar música y caminar--,
dijo entre lágrimas su hija Laura.
De
regreso a casa pensaba que igual, muchas personas no están preparadas para el
maravilloso mundo que se avecina cuando reine por siempre nuestro amado Señor
Jesús. Otros son consientes que ya viene, pero se desesperan porque quisieran
estar en la gloria ahora mismo, dejando de lado los sufrimientos. Un tercer
grupo lo representan aquellos que guardan temor por la proximidad del reinado
de Cristo…
La desesperanza sobre un futuro
¿Le preocupa dónde pasará la vida eterna? Esa
inquietud lleva a millares de personas en todo el mundo a enfermar…
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¿A dónde iré
después de morir? Probablemente alguna vez le asaltó ese interrogante; es la
misma pregunta que se formulan millares de personas en todo el mundo. El estrés
del entorno y las circunstancias cotidianas, llevan a infinidad de personas en
el mundo entero a enfrentar la desesperanza.
En criterio de
investigadores de la Universidad de Stamford, en California, no saber qué va a
pasar con el futuro y más si de verdad hay una eternidad o no, lleva a hombres
y mujeres a un estado de vulnerabilidad que los expone a cierto tipo de
depresión y para el pensamiento de suicidio.
Esa situación les lleva a mirar el panorama ensombrecido. Las personas
con este estilo hacen una interpretación "fatalista" de los problemas
que les ocurren, pensando que "no tienen solución", que "no
hay nada que puedan hacer para mejorar la situación" y que las
consecuencias "son inevitables, permanentes y que afectarán a todos los
ámbitos de la vida". Además, se "echan la culpa" de
lo que les sucede y piensan que les "seguirá pasando en el futuro".
Los
estados de incertidumbre frente al mañana y la eternidad, si han tomado fuerza,
rayan en la delgada línea que separa la desesperanza de una mental. La
respuesta, entonces, tiene directa relación con la esperanza. Así, pues, las
palabras de la desesperanza son: “Nunca
más”, “Jamás lo lograrás”, “No cambiarás por más que lo intentes”, “Siempre serás el mismo tonto”, “Si soy así qué le voy a hacer”.
Por
el contrario, las palabras de la esperanza, son: “Sí, es posible”, “Confía, las
cosas pueden cambiar”, “Hay un futuro
mejor”, “Tú vales, lucha que
triunfarás”.
Cambiar
nuestra actitud
Se
impone la desesperanza cuando realizamos diagnósticos fatalistas o rotulamos
conductas y actitudes con moldes rígidos e inmutables. Luchamos contra la
desesperanza cuando dejamos de culpabilizarnos o echarle la culpa a los demás,
privilegiando el cambio y las posibilidades de mejorar, cuando buscamos las
soluciones en lugar de alimentar los problemas.
En
1978, en la ciudad de Alma-Ata (Kazajstán, Rusia), se realizó una reunión
cumbre de expertos de la Organización Mundial de la Salud que decidió poner el
énfasis en la Atención Primaria de la Salud (APS), es decir, en prevenir más
que curar, en propender que la población mundial alcance los mejores niveles de
salud. Ese encuentro fue decisivo en cambiar la noción de salud.
Posteriormente
en Ottawa (Canadá, 1986), mediante una declaración especial, representantes del
mundo entero concluyeron: “Si queremos
asegurar salud mental para todos en los años venideros, tenemos que proceder a
un razonable cambio de actitud. Sin dejar de lado la enfermedad, el hambre y el
dolor, hoy tenemos que pensar más en términos de salud, de alegría y de
espontaneidad. Hay que poner de relieve la atención primaria de la salud”.
Las Escrituras nos traen tranquilidad respecto de adónde iremos en la eternidad |
Uno de los hombres más influyentes de nuestro tiempo, Bern Williams, dijo
ante una multitud que lo escuchaba en una conferencia de motivación: “Nunca una
noche ha vencido al amanecer, y nunca un problema ha vencido a la esperanza”.
Es esencial que se produzca un cambio que actitud, que nos lleve a mirar la
vida con una perspectiva diferente; y ese cambio en la orientación de nuestra
forma de pensar, parte de desarrollar confianza en Dios y el maravilloso futuro
que nos espera, con el Señor en la eternidad.
Esperanza para la eternidad
Cuando volvemos nuestra mirada a Dios,
encontramos paz frente a qué pasará mañana y sobre la eternidad…
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¿Debemos
albergar temor? En absoluto. Sabemos que el juicio de Dios sobre aquellos que
rechazaron a su amado Hijo Jesús y el sacrificio redentor en la cruz, no nos
alcanzará. ¿Por qué? Porque si Cristo mora en nuestro corazón y es Señor de
nuestro ser, estará con Él por la eternidad.
La
promesa que leemos en las Escrituras es la siguiente: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos
nuevas y tierra nueva, en los cuales morará la justicia.”(2 Pedro 3:13).
Hace
pocos días leía de cristianos que han sido arrestados, torturados y
encarcelados en países musulmanes. En África muchos creyentes han sido muertos
por no renunciar a su fe en Jesucristo. En países latinoamericanos ser
cristiano es sinónimo de enfrentar persecuciones, burlas y críticas.
Pese
a ello, guardamos esperanza. Sabemos que nuestro mañana es de esperanza en “cielos
nuevos y tierra nueva”. ¿Ha pensado en el mundo maravilloso que nos espera?
El
mundo busca engañarnos. Satanás ha desplegado una estrategia sin precedentes
que busca desviarnos del camino correcto, en el que nos movemos tomados de la
mano del Señor Jesús. Por ese motivo debemos estar atentos y no permitir que
nada ni nadie nos aparten de Dios.
El
apóstol Pedro al abordar el asunto aconsejó: “Por
lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia
ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Así que vosotros, oh
amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error
de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.”(2 Pedro 3:14, 17).
Sabemos
que el regreso del Señor Jesús está a las puertas, por tal motivo debemos
seguir firmes, en rectitud delante de Su presencia. Es imperativo que no demos
lugar al diablo, dispuesto a empañar el testimonio cristiano. Firmes y
adelante, son dos conceptos que debemos interiorizar y dar pasos en el sendero
de la vida de fe, a la espera del amado Hijo de Dios.
Una
pregunta final: ¿Ya recibió a Jesucristo en su corazón? No deje pasar esta
oportunidad. Ábrale las puertas de su corazón hoy mismo. Es sencillo: en
oración. Dígale que lo recibe como Señor y Salvador de su existencia.
Si
tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a pastorfernandoalexis@hotmail.com o llamarnos al (0057)317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
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