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Enfrente sus problemas... pero con oración

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En medio de los problemas no estás solo

Fernando Alexis Jiménez

¿Le ha ocurrido que justo cuando todo iba bien surgieron los problemas? Comenzaron las dificultades en el hogar, la esposa empezó a reñir por cualquier cosa, los hijos se tornaron rebelde, surgieron problemas en el trabajo… Cuantos más tropiezos pueden surgir y quizá los ha enfrentado. ¿Qué hacer? Le voy a dar la respuesta, pero permítame darle un consejo: lo que jamás debe hacer es darse por vencido y dejar que el diablo le robe la bendición.

Cuando iban atravesando el desierto, Moisés y el pueblo de Israel enfrentaron los ataques de los amalecitas. Eran un pueblo numeroso de Canaán aunque muchos de ellos eran nómadas, diestros para la batalla. Deambulaban por el desierto del Sinaí arrasando con quien tenía algo material de lo que pudieran beneficiarse.


Las Escrituras señalan que “Mientras el pueblo de Israel aún se encontraba en Refidim, los guerreros de Amalec lo atacaron.  Así que Moisés le ordenó a Josué: «Escoge a algunos hombres para salir a pelear contra el ejército de Amalec. Mañana yo estaré en la cima de la colina sosteniendo la vara de Dios en mi mano».”(Éxodo 17:8, 9. Nueva Traducción Viviente)

La guerra era inevitable y es evidente que los israelitas estaban en desventaja numérica y militar frente a sus enemigos. ¿Dejarse derrotar antes de librar la batalla? Por nada del mundo. Ellos entendieron que era necesario confrontar al oponente. En la vida práctica quien debe salir huyendo es Satanás, no nosotros (cf. Santiago 4:7).

Oración, fundamento para batallar

Nuestro principal fundamento para librar batallas contra los problemas que surgen a diario, contra los ataques, contra las burlas o los asuntos inesperados que amenazan con robarnos la paz, es la oración.

Cuando los amalecitas salieron a hacerles la guerra, Moisés y los Israelitas se dispusieron para orar y batallar.

Las Escrituras enseñan que: “Josué hizo lo que Moisés le ordenó y peleó contra el ejército de Amalec. Entre tanto Moisés, Aarón y Hur subieron a la cima de una colina cercana.  Mientras Moisés sostenía en alto la vara en su mano, los israelitas vencían; pero, cuando él bajaba la mano, dominaban los amalecitas. ” (Éxodo 17:10, 11. Nueva Traducción Viviente)

Probablemente está atravesando por una situación difícil. Si es así, no pierda tiempo lamentándose. Es hora de meterse con Dios en oración.  Recuerde que los cristianos somos victoriosos cuando oramos.

Cuando Moisés clamaba “… los israelitas vencían”. Igual con nosotros hoy. No hay nadie ni nadie que nos pueda derrotar si estamos prendidos de la mano del Padre celestial. Si oramos, lo imposible se hace posible. Lo que humanamente no podría realizarse, se materializa.

Cabe aquí recordar lo que enseña el autor y conferencista internacional, Bill J. Willhite, escribe: “La oración de fe hace posible que Dios haga Su voluntad. La oración generalmente no cambia la mente de Dios, aunque hubo ocasiones en que sí ocurrió. En la mayoría de los casos la oración permite que Él haga Su voluntad… Usted puede preguntarse: ¿Mi oración puede cambiar el clima? Probablemente no. Pero, es algo que va a dar la gloria a Dios y es parte de Su plan, su oración será contestada.”(Bill J. Willhite. “¿Por qué orar?”. Centros de Literatura Cristiana. Colombia. 2008. Pg. 84, 85)

Dios está presto a ayudarnos en medio de los problemas
La importancia de orar en unidad

Hay dos dimensiones de la oración: la individual y la colectiva. Generalmente practicamos la primera. Clamamos y sin duda vemos victorias; no obstante cuando el asunto es grande, es esencial que nos rodeemos de hombres y mujeres que estén dados a la oración.

Como Moisés se cansaba, otras personas del pueblo le apoyaban. Igual, si usted y yo en algún momento sentimos que las fuerzas nos abandonan, resulta edificante contar con intercesores que nos rodeen en la batalla.

Las Escrituras relatan que “Pronto se le cansaron tanto los brazos que ya no podía  sostenerlos en alto. Así que Aarón y Hur le pusieron una piedra a Moisés para que se sentara. Luego se pararon a cada lado de Moisés y le sostuvieron las manos en alto. Así sus manos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol.  Como resultado, Josué aplastó al ejército de Amalec en la batalla.”(Éxodo 17:12, 13. Nueva Traducción Viviente)

Desconozco qué grado de acercamiento tiene a Dios y a la oración, pero lo que sí puedo asegurarle es que las batallas cuando las libramos en oración, las tenemos ganadas de antemano. Quien pelea por nosotros es Dios mismo y, pobre del que se mete con nuestro Capitán… Estará derrotado.

Cualquiera que sea la situación que esté enfrentando, le aseguro que podrá cambiar si tan solo permite que Dios tome el control. Entregue en manos del Padre celestial aquello que le roba la paz o quizá el milagro que tanto necesita. No solo hallará descanso sino que, además, verá cómo las circunstancias cambian a su favor. ¡Hoy es el día para que ocurra ese milagro!

Satanás y sus huestes, que ya fueron vencidos por el Señor Jesús, no podrán hacerle frente.

A propósito, ¿mora Cristo en su corazón? Hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón. Prendidos de Su mano emprendemos ese maravilloso camino de crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. ¡Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo!

Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al (0057)317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez

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