Con ayuda de Dios podemos emprender el camino a la materialización de nuestros sueños |
Fernando
Alexis Jiménez
Las quedas palabras que
escuchó aquel día la sustrajeron de los pensamientos que poblaban su mente. El
tren se iba deteniendo en la estación de Calcuta y en medio de la multitud de
hombres y mujeres que marchaban apresurados, sobresalió la frase implorando
ayuda. “Tengo sed”, murmuraba un hombre viejo, muy delgado y harapiento,
que permanecía sentado sobre la acera.
Se veía mal de salud.
Nadie prestaba atención. Se dirigían de un lugar a otro, ajenos a su drama.
Hacía un calor insoportable.
Ese incidente, pequeño y
aislado en sus muchas ocupaciones como docente, transformaría la vida de Agnes
Gonxha Bojaxhiu, a quien el mundo conocería como Madre Teresa.