Fernando Alexis
Jiménez
Los matrimonios de nuestro tiempo están en crisis. Las
relaciones de pareja, ante el más mínimo asomo de incomprensión, dejan aflorar
la posibilidad de acudir al divorcio. No les preocupa, por orgullo y egoísmo,
el futuro de sus hijos.
Un alto índice de chicos y chicas inmersos en las
drogas, las pandillas, una vida sexual promiscua y la violencia, provienen de
hogares disfuncionales. Los padres no se entendían, los dejaron a la deriva, y
con el paso de los años, se aprecian las consecuencias.
La felicidad:
la voluntad de Dios para la familia
¿Por qué
afirmamos que la voluntad de Dios es la felicidad del hogar? Es una buena
pregunta que tiene, a su vez, una muy buena respuesta. La razón es muy
sencilla. Fue nuestro amado Padre celestial quien instituyó la familia como
leemos en las Escrituras durante el proceso de creación. Una vez hubo creado
todo “…Después, el Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre
esté solo. Haré una ayuda ideal para él». Entonces el Señor Dios formó de la tierra todos los
animales salvajes y todas las aves del cielo. Los puso frente al hombre para ver cómo los llamaría, y el hombre escogió
un nombre para cada uno de ellos.”(Génesis 2:18, 19. NTV)
La esposa es ayuda idónea, compañía para el esposo,
madre para los hijos y compañera en ese proceso maravilloso de alcanzar
nuestras metas. La esposa es un regalo y a la vez, una bendición de parte de
nuestro Supremo Hacedor.
Si bien es cierto los esposos tenemos el liderazgo,
ese liderazgo sólo estará completo cuando participa la esposa. Igual, ellas
están llamadas a reconocer el liderazgo de su marido y no a tratar de imponer
su criterio en todo.
La familia
alcanza felicidad cuando reina el amor
Las crisis de los hogares comienzan cuando se producen
desavenencias, fruto del orgullo, y se deja de lado el amor que debe primar en
todo lo que hacemos. El esposo debe amar a su esposa, y ella a su vez, al
hombre que Dios le ha dado como compañero en el largo pero a la vez
enriquecedor trasegar del matrimonio.
En la relación debe prevalecer el respeto, como enseña
el apóstol Pablo: “De la misma
manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un
hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo. Nadie odia su
propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida tal como Cristo lo hace por la
iglesia.”(Efesios 5:28, 29. NTV)
También, en el mismo capítulo, enseña: “Por eso les repito: cada
hombre debe amar a su esposa como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar
a su marido.”(Efesios 5:33. NTV)
Acostumbrarnos a convivir en pareja no es fácil. Jamás
lo será. Es algo que no aprendemos en la Universidad. Lo asimilamos conforme
pasa el tiempo. Es cierto que los problemas amenazan con corroer la relación de
pareja, pero no podemos permitirlo. Cuando se sienta desilusionado de su pareja
o quizá de sus hijos, recuerde que más es lo bueno que acompaña a cada ser
humano, que los errores que empañan la relación.
La
felicidad familiar no llega si amenazamos con el divorcio
Jamás olvide que el divorcio no ha
sido ni nunca lo será, un estado que Dios haya contemplado. El divorcio, por el
contrario, es la ruptura de algo que Dios instituyó como lo es la familia.
En alguna ocasión un grupo de judíos
fueron ante el Señor Jesús para preguntarle sobre el divorcio. “Jesús les respondió: —Moisés
escribió ese mandamiento solo como una concesión ante la dureza del corazón de
ustedes, pero
desde el principio de la creación “Dios los hizo hombre y mujer”. “Esto explica por qué
un hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se
convierten en uno solo”. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que
Dios ha unido.”(Mateo 10:5-9. NTV)
Sí es posible la felicidad en familia |
Les ruego que lea de nuevo la enseñanza del Señor Jesús. ¿Acaso
alguna vez ha contemplado la posibilidad de separarse? Tenga presente que está
yendo en contravía de la voluntad de Su Creador.
¿Qué hacer entonces? Orar. Es el
camino para que nuestro amado Señor haga posible lo imposible. Nuestro Dios
es un Dios de milagros, y si Él es el Dios de la familia, Él transformará su hogar.
Permita
que Dios gobierne en su hogar
Cuando Dios ocupa el primer lugar en
nuestra relación matrimonial, absolutamente todo cambia. Los problemas se
resuelven, hallamos salidas a las crisis, y de verdad podemos decir que
avanzamos hacia la felicidad familiar.
Nuestro Señor Jesús impartió esa
valiosa instrucción: “«Pero aún más bendito es todo el que escucha la palabra de Dios y la
pone en práctica».”(Lucas 11:28. NTV). Poner a Dios en
primer lugar y aplicar los principios y valores que nos enseña, son el
fundamento para ser felices.
Es fundamental que rindamos nuestra
familia a Aquél que creó la institución familiar. Él sabe cómo hacer las cosas,
y nos ayuda a resolver las dificultades, como enseña el apóstol Pedro: “Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su
debido tiempo, él los levantará con honor. Pongan
todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de
ustedes.”(1 Pedro 5:6, 7. NTV)
La felicidad al interior de la familia es posible
cuando Dios gobierna todo lo que hacemos. Hoy es el día para rendir nuestro
hogar en Sus manos. Podemos tener la certeza de que no nos arrepentiremos. Si
no ha recibido aún a Jesús como el Señor y Salvador de su vida, hágalo. Es la
mejor decisión. Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en escribirme
a pastorfernandoalexis@gmail.com o llamar al (0057)317-4913705.
© Fernando
Alexis Jiménez
0 comentarios:
Publicar un comentario