Dios desea guardar nuestra familia de los ataques del enemigo espiritual |
Por Charles Stanley
Los
ataques del enemigo contra nuestras mentes son sutiles. Al observar cómo
vivimos, puede determinar cuándo y dónde somos vulnerables. Aunque no es
omnisciente, sabe lo suficiente para actuar contra nosotros.
Por ejemplo, dirige nuestra atención
hacia algo que queremos, haciendo que nos olvidemos de las muchas cosas maravillosas
que nuestro Padre celestial ya nos ha dado. Una vez que hemos reducido nuestro
enfoque a aquello que deseamos, Satanás interviene para satisfacer nuestro
deseo con lo que él quiere que tengamos —algo que al final nos alejará de Dios.
Al observarnos, Satanás conoce los
momentos y las situaciones cuando es más probable que digamos sí a la
tentación. Hará todo lo que esté en su poder para apartar nuestras mentes del
Señor, y nos distraerá aun durante nuestras oraciones. Además, él entiende nuestra situación emocional y busca en
nosotros el cansancio, la soledad y otras vulnerabilidades que pueda explotar.
Satanás nos incita a “querer las cosas ya”, y trata de ocultar de nuestra vista
las consecuencias.
El enemigo crea dudas en nuestras
mentes para que dudemos de la verdad de la Palabra de Dios, y nos sintamos
inseguros de nuestra salvación. Después que surge la incredulidad, como ocurrió
con Adán y Eva (Gen 3.1-6), nuestra mente comenzará a justificar nuestra
conducta.
Aunque podemos ser susceptibles a
sus maquinaciones, no estamos indefensos contra Satanás (2 Ti 1.7). Ya que
nuestro Padre celestial nos protege, nuestro Salvador intercede por nosotros, y
el Espíritu Santo nos guía a la verdad. “Resistid al
diablo, y huirá de vosotros” (Stg 4.7).
Como soldados del ejército de Dios,
peleamos una batalla espiritual. Para mantenernos firmes, debemos estar
vestidos con el atuendo de batalla cada día.
Asegúrese de que sus pies
estén calzados con el evangelio de la paz. Las botas de los militares romanos tenían abrazaderas para ayudar a los
soldados a mantenerse firmes en la batalla. Del mismo modo, nuestro “calzado”
espiritual nos da la seguridad de que tenemos paz con Dios, y de que estamos
seguros en Él (Jn 10.28).
Lleve el escudo de la fe. El recurso más poderoso que
tenemos como creyentes, es nuestra fe. Ella nos ayuda a resistir las
tentaciones del enemigo. Estamos bien protegidos detrás del escudo de la fe.
Use el yelmo de la
salvación. La mente es el campo de batalla de Satanás; necesita ser
protegida concienzudamente y de manera efectiva. En una batalla espiritual, la
seguridad de que somos salvos nos ayudará a rechazar las mentiras del enemigo,
que pudieran llevarnos a dudar de Dios o a pensar de manera contraria a su
Palabra.
Lleve la espada del
Espíritu. La Palabra de Dios es un arma de ataque y también
defensiva. Ella ataca en favor del evangelio (He 4.12), y también nos protege.
Como lo demostró el Señor Jesús en la tentación del desierto, el diablo no
puede sostenerse delante de ella.
Una batalla feroz
La
batalla espiritual que se libra a nuestro alrededor es real y feroz (Ef 6.12).
No estamos en la reserva, esperando simplemente a ser llamados. Estamos en la
guerra. Soldado del Señor: ¿Está usted totalmente vestido para la batalla?
Cuando escuchamos la palabra guerra,
pensamos en un combate físico con vehículos blindados, soldados uniformados y
armas mortales. Sin embargo, hay una guerra espiritual a nuestro alrededor que
es igualmente peligrosa —una guerra que muchos ignoramos o no podemos entender.
Tenemos un enemigo poderoso trabajando contra nosotros. De hecho, el Señor lo
llama “el dios de este siglo” (2 Co 4.4),
porque es la fuente del mal y de la iniquidad en nuestro mundo. Para vencer los
ataques de Satanás, debemos primero reconocer que es un adversario real. Luego
necesitamos mantenernos firmes contra él. Y para mantenernos firmes, tenemos
que vestirnos para la batalla con:
El cinturón de la verdad. Por ser nuestro enemigo el
padre de mentira, tenemos que ponernos el cinturón de la verdad de Dios para
combatir sus falsedades. Es imperativo aferrarnos al plan del Señor,
siguiéndole obedientemente, no importa el costo. Así como un cinturón sujeta a
la ropa en su lugar, nuestras vidas tienen que estar rodeadas y sujetadas
diariamente por la verdad de la Palabra de Dios.
La coraza de justicia. Al igual que una cubierta protectora, la obediencia nos protege del daño.
Puesto que el diablo anda buscando a quien engañar y destruir (1 P 5.8),
debemos obedecer a Dios en nuestra conducta y conversación. Al estar
protegidos, los dardos de concupiscencia, duda o temor de Satanás, no
penetrarán.
Protéjase
hoy dedicando tiempo para empaparse de las verdades de Dios (el cinturón) y
luego ponerlas en práctica por medio de actos de obediencia (la coraza).
Objetivos del enemigo
La sangre de Cristo nos protege y también a nuestra familia |
Quienes
seguimos a Cristo tenemos un enemigo, y su nombre es Satanás (Mr 1.13). Éste,
que es un ser creado, está suelto en el mundo pero limitado en lo que puede
realizar contra nosotros (Job 1.12). Muchas personas lo consideran nada más que
un producto de la imaginación, lo cual le permite trabajar sin ser detectado. Aunque es un
enemigo derrotado (Jn 16.11), aparenta lo contrario.
Veamos
los objetivos de Satanás:
1. Alejarnos de Dios por medio de métodos directos y también sutiles.
2. Frustrar el propósito de Dios en nuestras vidas, tratando de que nos apartemos de la voluntad de nuestro Padre celestial.
3. Negarle a Dios la gloria y la honra que le corresponden, lo cual hacemos con nuestras vidas de obediencia.
4. Destruirnos en este mundo.
2. Frustrar el propósito de Dios en nuestras vidas, tratando de que nos apartemos de la voluntad de nuestro Padre celestial.
3. Negarle a Dios la gloria y la honra que le corresponden, lo cual hacemos con nuestras vidas de obediencia.
4. Destruirnos en este mundo.
El padre de mentira (Jn 8.44)
utiliza la falsedad, el engaño y la tentación para lograr sus propósitos, y ha
elegido nuestra mente como campo de batalla. ¿Por qué razón? Porque la manera
equivocada de pensar conduce a la conducta desobediente y obstaculiza el
propósito de Dios. Las ideas erróneas producen sentimientos en nosotros que
Satanás puede explotar para impedir nuestro avance espiritual.
Aunque pueden suceder reveses, los
creyentes no serán derrotados “porque mayor es el que está en vosotros, que el
que está en el mundo” (1 Jn 4.4). La Biblia dice: “llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Co 10.5). Haga esta oración de
entrega: “Señor, te doy el control
absoluto de mi mente. Indícame cualquier pensamiento que no esté de acuerdo con
tu Palabra, y enséñame tu verdad. Amén”.
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