INICIO » » Cómo salvar la Navidad de los mismos cristianos

Cómo salvar la Navidad de los mismos cristianos

expr:id='"post-body-" + data:post.id'>
Dios se hizo hombre en Navidad para hacernos
nuevas criaturas, libres de pecado y disfrutar la vida plena

Cada año, los cristianos le declaramos la guerra a “la guerra en contra de la Navidad”. Sin embargo, es posible que no estemos del lado que pensamos.
por Matt Woodley
Cada año, el Niño Jesús desaparece. Por supuesto, no el de verdad. Pues, montones de niños Jesús desaparecen de los nacimientos en todo el país. Hace algunos años, un periódico británico observó la tendencia y escribió el siguiente titular: “Ladrones de estatuillas del Niño Jesús azotan a EE.UU.”
              
  Hay personas que relacionan estos robos con una tendencia más grande. Específicamente, están convencidos de que está en marcha un movimiento para declarar la “guerra” en contra de la Navidad. Eso es posible, desde luego. En años recientes, muchas ciudades en los Estados Unidos han eliminado los “árboles de Navidad” de las plazas públicas, sustituyéndolos por “árboles festivos”. Y las tiendas más populares han optado por evitar decir “Feliz Navidad”, sustituyendo la frase con: “Felices fiestas”.
                Pero ¿hay realmente una guerra en contra de la Navidad? Los principales medios de comunicación la han llamado un conflicto “ficticio” basado en una “afrenta fabricada”. Sin embargo, una encuesta realizada en el 2012 dirigida por Public Policy Polling arrojó que el 47% de los estadounidenses creen que la guerra es real. Por lo menos, hay personas influyentes en nuestra cultura a quienes no les importaría diluir y silenciar la versión bíblica de la Navidad.
¿Qué esperaba usted? 
Entonces, ¿cómo deberíamos reaccionar los cristianos? Al igual que el apóstol Pablo en Atenas (Hch 17.16), podemos sentirnos “muy enardecidos” por la ignorancia de nuestros semejantes en cuanto al evangelio. Pero en algún momento, también necesitaremos comenzar a cuestionar nuestra respuesta a este enfrentamiento cultural. Para empezar, podemos preguntarnos: ¿Y qué esperábamos? 
                El primer capítulo del Evangelio de Juan nos dice claramente que Jesús, el Creador del mundo y la Luz verdadera, vino a visitar nuestro mundo y, sin embargo, “los suyos no le recibieron” (Juan 1.11).
                 A lo largo de toda su vida terrenal, el Señor nos dijo una y otra vez que Él sería desechado y desestimado, y aseguró que nosotros recibiríamos el mismo trato. Por tanto, basándome en la propia enseñanza de Cristo, no entiendo de dónde sacamos la idea de que el mundo celebraría con nosotros el nacimiento de nuestro Salvador.
                A veces, nos parecemos al mariscal de campo de un equipo de fútbol americano que se queja del otro equipo, diciéndole al entrenador: “Esos guardalíneas de la defensa están todo el tiempo encima de mí. Yo podría hacer los pases, pero ellos no paran de gritarme y amenazarme. ¡Algunas veces, hasta nos derriban a mí y a mis compañeros de equipo!” A lo que el entrenador le responde, mientras lo agarra por el casco: “¡Hombre, eso es lo que hace la defensa! Deja de quejarte, y comienza a hacer los pases”.
                El Señor nunca dijo que podríamos actuar diferente a Él porque otros le den la espalda a su gracia y su verdad. Si los demás menosprecian uno de nuestros días santos, eso significa que tenemos la increíble oportunidad de devolver bendición por maldición (cp. 1 Pedro 3.9).
                Como seguidores de Cristo debemos decir la verdad en la vida pública. Pero, como cristianos, tenemos una libertad aun más grande: la libertad de obedecer a Cristo y de hacer brillar su luz en el mundo, sin preocuparnos de cómo respondan nuestros semejantes. Dicho de otra manera, solo porque los demás actúen como pecadores, eso no debe impedirnos a nosotros actuar como santos. Para utilizar de nuevo la analogía del mariscal de campo, “hacer los pases” implica respuestas como: Sea creativo en su testimonio, sea misericordioso en su hospitalidad, y sea de bendición —incluso cuando crea que la gente quiere derribarle.
                Así pues, la próxima vez que alguien diga “Felices fiestas”, no se ofenda. Comience una conversación con esa persona. Dígale algo como: “Gracias por su amabilidad. A nuestra familia le emociona celebrar el nacimiento de Jesucristo. ¿Qué le emociona a usted en esta temporada? Y después escuche. Haga preguntas. Muestre respeto, y conéctese como una persona auténtica. Esto puede ser arriesgado. Llevará tiempo. Pero seguro evitará que se perpetúe una guerra.
¿En qué lado está usted? 
He aquí otra pregunta a considerar: En la guerra en contra de la Navidad, ¿en qué lado está usted realmente? Es decir, es posible que tengamos más en común con la muchedumbre de “Felices fiestas” de lo que nos gustaría reconocer. Mírelo de esta manera: la esencia de la “guerra” en contra de la Navidad es hacer que la temporada tenga que ver menos con Jesús y el radical, sorprendente, misterioso y transformador llamado a seguirlo como Señor y Salvador, y más con impulsar una insípida, general e inofensiva temporada de vagas apelaciones a la espiritualidad y la moralidad.
                Un artículo de la página web de la BBC parece estar de acuerdo con esta reducida versión, sin Jesús, de la Navidad. El artículo concluye diciendo: “La Navidad sigue siendo un tiempo para olvidarse de los días largos y tristes, y celebrar con amigos y la familia”. Para muchas personas, la razón para la celebración queda reducida a estos sencillos y trillados principios: Sé más simpático, esfuérzate más, reúnete con tus amigos, sé menos materialista.
                Y cada año, el deseo de hacer más compras en una fecha más temprana, pone más presión sobre nuestros abarrotados planes de la temporada. El año pasado, los estadounidenses gastaron la exorbitante cifra de 59.100 millones de dólares en los cuatro días del fin de semana del Día de Acción de Gracias. Pero los comerciantes están creando estrategias para estimularnos a comenzar aun antes del Día de Acción de Gracias.
                Lamentablemente, es fácil para los cristianos caer en la actitud moralista e impulsada al consumismo de nuestra cultura, de celebrar los “días festivos”. Esta actitud, incluso, influye nuestra relación con Dios. Como resultado, los seguidores de Cristo también se incorporan a la temporada tratando de ser amables y de hacer que nuestras vidas cristianas sean un poco más aceptables a Dios. Después de todo, hay muchas “reglas de Navidad” que hay que seguir: No seamos demasiado materialista (pero asegurémonos de dar los regalos adecuados a todo el mundo); no nos ajetreemos mucho (pero asegurémonos de asistir a todas las celebraciones de la iglesia, la escuela y el trabajo); no estemos tristes o deprimidos (pero tomemos en serio la temporada) —y con algo de suerte usted también puede estar en la Lista de Gente Amable de Dios. Esto es suficiente para que todos resultemos al final confundidos.
La Navidad recuerda el nacimiento del Señor
Jesús para traernos Salvación
Significado de la Navidad
Ahora bien, es cierto que la amabilidad es algo bueno, pero ante todo la Navidad no se trata de nosotros. No se trata de nuestros planes para ser mejores personas o de nuestros planes para tener derecho a algo espiritualmente especial. La historia bíblica de la Navidad se enfoca en lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Y esta no es una historia acerca de una fiesta cualquiera.
                Es la historia acerca de un Dios específico que vino al mundo en un tiempo y lugar específicos, que se permitió a sí mismo nacer de una mujer específica, para llevar a cabo una misión específica de redención de la humanidad.
                La Biblia recoge en una sola palabra el motivo de la celebración: Emanuel, o “Dios con nosotros”. No se trata de una palabra cualquiera; se trata de una palabra tremendamente reveladora. Significa que Dios, el Creador de todas las cosas —Aquel cuyo santo nombre ni siquiera era pronunciado— habitó entre nosotros  (Juan 1.14), primero dentro del vientre de su madre, luego como un bebé recién nacido. Más tarde, como un muchacho de doce años que enseñó en el templo (Lucas 2.41-48); después como un predicador, maestro y sanador; y finalmente, como un hombre condenado, desnudo y sediento que oró diciendo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
                Por tanto, para acabar con la guerra contra la Navidad de esta generación, he aquí una pequeña sugerencia para esta temporada navideña: sea sacudido por el evangelio. Tómese el tiempo para conocerlo en su plenitud. Durante cientos de años, los seguidores de Cristo han tenido el Adviento —un período de cuatro semanas dedicado a dejar que el maravilloso, hermoso y estupendo mensaje del nacimiento de Cristo penetre sus vidas.
                El Adviento permitió a los cristianos prestar atención, recordar, orar y expresar su anhelo por la venida de Cristo. Es un tiempo para ser como María, una humilde y receptiva joven campesina que “guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2.19), y al mismo tiempo ver el mes de diciembre de la manera en que nos exhortó Juan, para “(mirar) cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3.1).
                Hoy es el día para que reciba a Jesucristo como Señor y Salvador. Puedo asegurarle que su vida será transformada. Si tiene alguna inquietud, por favor escríbanos a webestudiosbiblicos@gmail.com

0 comentarios:

(C) Fernando Alexis Jiménez - Llàmenos (0057)317-4913705 - Escríbanos webestudiosbiblicos@gmail.com. Con la tecnología de Blogger.