Todos tenemos la oportunidad de cambiar en Dios |
Fernando Alexis Jiménez
Ricardo atravesó las
calles del pueblo, no tambaleándose como en otras épocas cuando se bebía hasta
el último céntimo de su salario los viernes en la noche, sino con una amplia
sonrisa que lo iluminaba todo, y llamando la atención con su Biblia, de canto
rojo y tapa negra.
Lucía, la
esposa del boticario, se asomó por la ventana porque no podía creerlo, y
Angelino—el Notario—dejó de beber su café tinto porque no podía daba crédito a
lo que veía. Incluso, limpió sus anteojos
y salió dando pasos lentos –evidencia del reumatismo que estaba
golpeando su vida desde hacía una década—para apreciar el espectáculo: Ricardo
no estaba ebrio sino sobrio, e iba de camino al parque principal.
Pero Ricardo
no era el único en el pueblo en emprender una nueva vida. También Rosalba, a
quienes todos calificaban de casquisuelta
debido a que por años no fue fiel a su marido. Ella se convirtió a Cristo y era
otra persona. ¿Y qué decir de Mario, el vendedor de leche? Ya lo aumentaba la
cantidad de los lácteos con agua, sino que vendía con honestidad.
“Algo raro debe estar pasando por esos
predios”, murmuró Simón, el Alcalde. Sin duda, algo estaba pasando. Los
evangélicos que trajeron ejemplares del Nuevo Testamento para regalar, estaban
provocando una verdadera revolución…
Esa
transformación que no se puede explicar fácilmente, se produce cuando le
permitimos al Señor Jesús que more en lo más profundo de nuestro corazón.
Humanamente no lo podemos explicar, porque trasciende las palabras. Va más
allá. Está íntimamente ligado con el espíritu. Dios opera cambios en nuestra
forma de pensar y esas modificaciones en los patrones de pensamiento, se
manifiestan en un nuevo comportamiento.
Un comienzo: decidirnos a cambiar
Es algo natural a quien
recibe a Cristo como Señor de su vida, tal como lo explicó el apóstol Pablo al
escribirle a los creyentes de Colosas, en Asia: “Ya
que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las
verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la
derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues
ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo
en Dios. Cuando Cristo —quien es la vida de ustedes* — sea revelado a todo
el mundo, ustedes participarán de toda su gloria.”(Colosenses 3:1-4. NTV)
Avanzar en
ese crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado y necesitamos es
posible cuando renunciamos a nuestras ideas preconcebidas y dejamos de Dios
entre en nuestra vida, y saque todo lo viejo, aquello que no solamente nos
estanca sino que pone barreras en el proceso de cambio.
No hay
persona que esté al margen de la oportunidad de cambiar. Dios la ofrece
gratuitamente a todos nosotros porque el Señor Jesús ya pagó en la cruz. Lo que
nos corresponde es tomar esa bendición y hacerla realidad en nuestra
existencia. No solo se beneficiará usted sino las personas de su entorno
familiar y aquellas con las que usted interactúa.
Todo parte de
una decisión. Hoy puede hacerlo, incluso allí donde se encuentra. Ábrale las
puertas de su vida a Jesús el Señor. No se arrepentirá. Si tiene alguna
inquietud, por favor, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o
llamarnos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis
Jiménez
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