El perdón verdadero parte de una decisión del corazón |
Fernando Alexis Jiménez
T
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odos se sorprendieron cuando
Lucía entró por la puerta principal. Y se sorprendieron porque había pedido
visitar al asesino de su hijo adolescente. Lo hizo sin asomo de rabia, con
calma. Sus pasos por los pasillos fueron lentos. Por fin estuvo en la puerta enrejada.
Abrieron la cerradura. Lucía se quedó mirando al hombre, relativamente muy
joven, y le dijo con palabras quedas: “Te
perdono”.
¿Le parece extraño? Sin duda que sí, porque la sociedad
en la que nos desenvolvemos, nos enseñó a
guardar rencor, y no perdonar. Es un paso esencial que parte de una
decisión en nuestro corazón.
Los seres humanos tenemos actitudes que no podemos
entender fácilmente. Todas, sin duda, son emociones producto del pecado.
Satanás utiliza a quienes están inmersos
en una situación de pecaminosidad para llevarles a los extremos. Domina sus
pensamientos y sus acciones, lo que sin duda ocurre con muchos de nosotros.
¿Cómo abordar el asunto? Le invito a considera el caso
del sabio y paciente Job, circunstancias totalmente ajenas a su voluntad,
buscaron robarle la paz.
Dios comprende el deseo que tenemos de de servirle y
serle fiel. La Biblia
anota que “...sol y escudo es Jehová Dios;
Gracia y gloria dará Jehová, no quitará el bien a los que andan en integridad.
Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía”(Salmo 84:11, 12)
Él quiere lo mejor para nosotros, pero insisto, hay
quienes movidos por la maldad, ponen tropiezo a los planes divinos.
Hay un incidente que arroja luces a este respecto y que
leemos en el evangelio de Marcos: “Y comenzó
a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser
desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas,
y ser muerto, y resucitar después de tres días. Esto les decía claramente.
Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó
a reconvenirle. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a
Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mi, Satanás! Porque no pones la mira en
las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”(Marcos 8:31-33. Cf. Lucas 22:3,
4)
Satanás está a la zaga. Busca el más mínimo descuido para atacar a
creyentes fieles, como sin duda lo es usted.
¿Cómo perdonar?
Es apenas comprensible que
perdonar en circunstancias donde el daño que nos han causado, que genera
heridas profundas, no es fácil.
Si perdonamos, somos libres de toda atadura en nuestra vida |
En la
Biblia leemos una escena dramática que trae enseñanzas
prácticas para nosotros hoy. Tras haber sido hallado culpable de predicar el
evangelio de Jesucristo, Esteban –uno de los diáconos del primer siglo—fue
condenado a morir apedreado. “Y echándole
fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies
de un joven llamado Saulo. Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y
decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz:
Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto,
durmió”(Hechos 7:58-60).
¿Quién pudo concederle esa capacidad de perdonar a
quienes estaban lacerando su cuerpo con piedras? Dios. Él es quien nos ofrece
esa hermosa posibilidad, y no solo posibilidad sino poder para hacerlo.
El texto nos enseña que la voluntad divina es que en
nosotros haya perdón, como a su vez lo enseñó el Señor Jesucristo: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas
veces perdonaré a mi hermano que peque contra mi?¿Hasta siete? Jesús le dijo:
No te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete”(Mateo 18:21, 22)
¿Sólo pudieron algunos perdonar? En absoluto. Todos
tenemos—con ayuda de Dios—ese poder. El apóstol Pablo escribió: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”(Filipenses
4:13)
Si deseamos perdonar, es esencial someterse a Dios. Un
segundo paso es entregarle todo nuestro dolor. Cualquier daño que nos han
causado, debe quedar sepultada en el pasado. El presente y el mañana están
delante de usted. La única forma de disfrutar lo que resta por vivir, sin
rencores, es involucrando a Dios en el problema. El perdón es necesario, y Él
con su divino poder le abrirá las puertas para perdonar.
Si tiene alguna inquietud que
le asalta, por favor escríbanos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llámenos al (0057)317-4913705.
© Fernando
Alexis Jiménez
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