Jamás olvide, el secreto de la oración es la perseverancia |
Fernando Alexis Jiménez
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Por qué no recibimos milagros,
bendiciones, orientación y el enorme abanico de beneficios que nos corresponden
como hijos de Dios? La respuesta es sencilla: porque no oramos a Dios. No nos
acercamos a Él para pedirle, y quien no pide, no recibe tal como enseñó nuestro
amado Salvador Jesucristo: “Así
que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y
encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. 10Pues
todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama,
se le abrirá la puerta.”(Lucas 11: 9, 10)
Pedir y recibir, la ruta que debemos seguir para
movernos en la dimensión sobrenatural del Señor. Cuando tenemos claro este
aspecto, no podemos explicarnos porque tantas y tantas personas que podrían ver
resuelta su situación personal, espiritual y material, siguen sumidos en la
ruina y el fracaso cuando bastaría que volvieran su mirada al Señor y le
pidieran.
Imagine por un instante que usted se aloja en un
buen hotel. Pero al llegar a la ciudad, comprueba que sólo tiene el dinero
necesario para pagar el costo del alojamiento. ¡Algo ocurrió y está sin dinero!
Así es que –por los siguientes tres días—se dispone a aguantar hambre porque no
tiene más.
Al final de su estadía que ha resultado
desastrosa, el empleado del hotel le dice: “Extrañé
que no vino a tomar sus alimentos. Ni desayuno, ni almuerzo ni cena, ¿qué pasó?.”
Usted se le queda mirando y algo incrédulo le pregunta: “¿Acaso tenía derecho a todo eso?”. Y el hombre le responde: “Por supuesto, así lo dice el contrato. ¿No
lo leyó acaso?”.
Igual con la vida cristiana. Las Escrituras dicen
que si pedimos, recibimos. La decisión de seguir como hasta ahora es nada más
que nuestra, porque podríamos recibir las enormes bendiciones que el Señor nos
tiene reservadas. Basta que le pidamos.
Dios responde a nuestras oraciones
Si hay algo maravilloso en nuestra vida de
cristianos, es saber que Dios responde a nuestras oraciones. Basta que echemos
una mirada a las Escrituras para comprobarlo. Simplemente, asumir esas
bendiciones que se derivan de pedir y recibir.
En un momento de crisis para
Israel, Dios utilizó al profeta Jeremías para transmitirles ese mensaje. Les
dijo: “Mientras Jeremías aún estaba detenido en el patio de la guardia,
el Señor le dio un segundo mensaje: «Esto dice el Señor, el Señor que hizo la tierra, que la formó y la
estableció, cuyo nombre es el Señor: pídeme y
te daré a conocer secretos sorprendentes que no conoces acerca de lo que está por
venir.”(Jeremías 33:3. NTV)
Por favor, lea el texto de nuevo. Dios promete que
si le pedimos, responderá e incluso va más allá: nos mostrará aquello que nos
resulta imposible de ver a primera vista.
Si pedimos, recibimos... Dios oye nuestras oraciones |
Quizá su hogar está en crisis. Lo ha intentado
todo, pero nada resulta: ni la conciliación, ni el diálogo y menos, procurar
ignorar la situación. O quizá son sus hijos: tiene dificultades sin resolver
con ellos. Si se lo pide, Dios le mostrará lo que en verdad está ocurriendo y
cuál es el camino que debe seguir. Él es un Dios que nos ama y responde a
nuestras oraciones. Tenga presente que Él es un Dios de poder.
En medio de las
pruebas, Dios nos enseña
El trato de Dios es muy especial. Él sabe cómo
pulirnos. Conoce qué áreas deben ser modiciadas. Él sabe cómo, cuándo y de qué
manera obrar en nuestro ser.
El profeta Zacarías habló al pueblo de Israel cuando
un buen número de ellos estaban sufriendo las consecuencias de la incredulidad
y la rebeldía.
Contrario a lo que pudiera pensarse, el mensaje
resultó alentador para ellos: “A este último
grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los refinaré como se refina la
plata y los purificaré como se purifica el oro. Invocarán mi nombre y yo les
responderé. Les diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”». (Zacarías 13:9.
NTV)
Como Dios nos ama, a través de la aparente espera
trata con nuestra vida, y nos enseña a desarrollar confianza y perseverancia.
Dos principios fundamentales si queremos movernos en la dimensión sobrenatural
de Dios.
No deje de perseverar
Si anhela que sus oraciones tengan respuesta,
tenga presente que es esencial que desarrollemos el principio de la
perseverancia. Es muy sencillo pero de suma importancia cuando anhelamos ver la
respuesta de Dios a nuestro clamor.
El Señor Jesús ilustró este
fundamento cuando enseñó: “Luego utilizó la siguiente
historia para enseñarles más acerca de la oración: «Supongan que uno de
ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres
panes. Le dices: “Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de
comer”. Supongan que ese amigo
grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi
familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”. Les digo que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la
puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido
a tu audaz insistencia. »Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que
piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. Pues todo el que
pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá
la puerta. »Ustedes, los que son padres, si sus hijos
les piden un pescado, ¿les dan una serpiente en su lugar? O si les piden un
huevo, ¿les dan un escorpión? ¡Claro que no! Así que si ustedes, gente
pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial
dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan».”(Lucas
11:5-13. NTV)
Si dejamos de perseverar, quizá
la respuesta vendrá. No que Dios espere que clamemos una y otra vez hasta
respondernos, sino que hay ocasiones en que algunos factores parecieran
separarnos del milagro o respuesta que esperamos.
Clamar y perseverar, dos elementos
que son esenciales para quien se mueve en esa dimensión maravillosa del poder
de Dios. ¿Por qué? Porque si hemos creído en un Dios de poder, para el cual
nada hay imposible, es previsible que los hechos sobrenaturales se produzcan.
Depende de usted y de mí que desarrollemos perseverancia hasta lograr aquello
que le estamos pidiendo al Señor.
Un Nombre de
poder
El Señor Jesús compartió con sus discípulos y nosotros
hoy: “Es cierto, pídanme cualquier cosa en mi nombre, ¡y yo la
haré!”(Juan 14:14. NTV)
Si vamos al Padre en oración, le recordamos que Su
Hijo Jesús prometió que en ese Nombre tendríamos respuesta a nuestro clamor.
Cabe aquí recordar lo que enseña el autor y
conferencista internacional, Charles Stanley: “Dios nos insta a orar porque sabe que a menudo estamos atrapados en
cárceles que construimos nosotros mismos. Cárceles que no tienen barrotes ni
cerrojos porque son cárceles intelectuales, cárceles emocionales… Recuerde que
la distancia más corta entre un problema y la solución, es la distancia que hay
entre nuestras rodillas y el piso.”(Charles Stanley. “Trátelo con oración”.
Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg. 9)
No dejemos de orar. Es esencial que lo hagamos. Nos
lleva a recibir lo que pedimos y a caminar en esa dimensión sobrenatural que
tanto anhelamos.
El paso más importante, en medio de todo el proceso,
es que usted le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Es la puerta al
proceso de crecimiento personal y espiritual que tanto ha anhelado, y que le
permitirá moverse en la dimensión sobrenatural de nuestro amado Dios y Padre
celestial.
© Fernando Alexis Jiménez
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