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Orando para movernos en una dimensión de poder como familia

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La oración en familia nos enriquece espiritualmente

Fernando Alexis Jiménez
L
a mujer entró sigilosamente a la habitación. Su decisión obedecía a la necesidad de descubrir qué estaba pasando, porque Natalia—su niña de apenas 6 años—no hacía bulla desde hacía un buen rato, e incluso, había apagado la televisión. Laura se acercó a la pieza en puntillas de pie, procurando no hacer ruido. Y allí, de rodillas, encontró a su pequeñita… orando. Nadie puede describir lo emocionada que se sintió. ¡Su hijita estaba orando!

No era algo de buenas a primeras. Ella y su esposo Alberto, oraban en las mañanas. Antes de salir él para la factoría, mientras tomaban el desayuno, leían un pasaje de la Biblia y le entregaban la jornada al Señor. Eran constantes. Y estaba viendo los resultados.

¿Cuánto tiempo toma usted para orar en familia? Es importante que nos formulemos esa pregunta. Cuando vamos al libro de los triunfadores, leemos que “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartara de él.”(Proverbios 26:3)

Recuerde que, como padres, enseñamos más con los hechos que con las palabras. Nuestros hijos terminan recorriendo el sendero que hoy andamos usted y yo.

Cerco de protección

En una sociedad como la nuestra, donde priman tantas y tantas asechanzas que ponen en peligro la vida física de nuestra progenie, no hay nada mejor que concederle el primer lugar a Dios en nuestra familia (Cf. Salmo 127:1-5), y enseñar un buen sendero a nuestros hijos para que sepan qué peligros encontrarán alrededor, como instruye la Palabra: “El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el daño”(Proverbios 22:3)

Unidos en oración podemos enfrentar todas las circunstancias adversas
¿Cómo asegurar un matrimonio de victoria, con hijos sanos aun cuando el entorno social se esté desmoronando? Permitiendo que Dios sea el principal pilar en nuestras relaciones interpersonales con todos en la familia. Y en segundo lugar, dando prelación a la oración.

A orar se enseña orando

Permítame por favor, enfatizar que la oración es muy importante, tal como enseñó el apóstol Pablo: “Orad sin cesar.”(1 Tesalonicenses 5:7). La oración es escudo de protección alrededor nuestro, puerta a la intimidad con Dios, llave para los milagros y fundamento para que todo vaya bien, aunque las circunstancias parezcan adversas.

¿Está orando?¿Comparte este buen ejemplo con su familia? Hoy es el día para hacer un análisis en nuestra existencia, y aplicar correctivos. Recuerde que a orar, enseñamos orando. No hay otro camino.

Y por último, la invitación para que reciba a Jesucristo como el Señor y Salvador de su vida. Puedo asegurarle que no se arrepentirá.

Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al teléfono (0057)317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez

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