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¿Hay salida para la crisis familiar?

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Es posible que tengamos familias unidas, si Dios ocupa el primer lugar

Fernando Alexis Jiménez
¿Está en crisis la institución de la familia? Esta pregunta ocupa por igual a sociólogos, antropólogos, científicos del comportamiento humano, líderes religiosos y hasta políticos, que buscan salidas a la crisis sin precedentes que se viene desencadenando en el mundo y que—de acuerdo con los estudiosos de tema—se refleja en un promedio de 16 divorcios por cada 100 matrimonios en América Latina, cifra que se duplica en Europa y Norteamérica.

Infinidad de personas temen al matrimonio, de tal manera que en el 2010 en países como México, por cada cien personas en edad joven, sólo 41 llegaban al matrimonio, el 35 permanecían solteras por temor a un compromiso y 14 vivían en unión libre para garantizar que si algo no salía bien, simplemente abandonaban la relación.


Pero más aún: nuestra juventud avanza hacia un abismo sin fondo. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito alertó a mediados de año sobre la propagación de las drogas sintéticas.  Casi 5% de los residentes de la Unión Europea entre los 15 y 24 años han probado estas sustancias. No escapan al problema Estaqdos Unidos,  el sudeste de Asia, China, Indonesia, Japón, Filipinas, Tailandia y Vietnam.

Gil Kerlikowske, director de la Oficina de Política de Control Nacional de Drogas de Estados Unidos, dijo que en todo e mundo el consumo de drogas ilícitas sigue matando a unas 200.000 personas cada año (Tomado de Agencia EFE. 26/06/2013).

Se estima que 14 millones de personas de entre 16 y 65 años se inyectan drogas y de ellos, 1,6 millones tienen el virus del Sida como resultado de esas inyecciones.  El consumo de heroína y opio se presenta en alrededor de 16,4 millones de personas, o el 0,4% de la población adulta del mundo.  El consumo de drogas aumentó en los últimos cinco años en más de 18%, afectando la población joven.

La violencia es otra de las situaciones alarmantes, que toca a la puerta de las familias. En el Congreso Internacional sobre Soluciones Integrales para la Prevención del Delito y la Violencia, celebrado en Cali en Junio de 2013, Ron Slaby, catedrático de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, lanzó una voz de alarma a decir que no es con medidas represivas que se supera la delincuencia juvenil, sino sembrando principios y fundamentos en la familia y en la escuela. “No hay otra opción que educar a la niñez, la adolescencia y la juventud en casa”, dijo ante decenas de participantes en el evento.

Todos somos conscientes que los cimientos de la familia parecieran estar desmoronándose y la amenaza avanza a pasos agigantados. Ahora, nos podemos preguntar: ¿Hay una salida? Sin duda que sí.

La unidad de la pareja sienta las bases

Si deseamos que las familias no sigan avanzando hacia el abismo, es esencial que el primer paso lo den los componentes de la pareja. Esa decisión debe estar orientada a un solo punto: unidad. Si hay consenso como cónyuges en cuanto hacen, si deciden que sus vidas no pueden marcar sin rumbo fijo, si reconocen la necesidad de aplicar principios y valores, y sobre todo, permitir que Dios ocupe el primer lugar, salvaremos la familia.

Dios creó la familia para que disfrutemos vivir en ella
Es cierto que siempre habrá diferencias como matrimonio. Es comprensible porque son dos mundos adultos bajo un mismo techo, pero si coincidimos en la necesidad de conciliar por el bien común, de los esposos pero también de los hijos, se habrá escalado, aunque parezca poco, hacia la unidad.

En las Escrituras leemos que “…si alguien puede prevalecer contra el que está solo, dos lo resistirán. Un cordel de tres hilos no se rompe fácilmente.” (Eclesiastés 4:12. La Biblia de Las Américas)

Por supuesto, no esperamos que sea algo fácil porque demanda vencer el orgullo. No obstante si concedemos un lugar de prelación al Señor, sin duda podremos lograrlo. Jesucristo nos une como pareja y nos permite, en el proceso de crecimiento personal y espiritual, experimentar sanidad interior de las heridas que pudiéramos habernos causado.

Dios nos une y fortalece

La familia está en crisis y seguirá así, hasta tanto le demos el primer lugar a Dios. No importa cuánto daño encontramos en la célula del hogar, si le abrimos las puertas al Señor, Él comenzará a obrar poderosamente para restaurar lo que está dañado (Cf. Salmo 37:5)

¿De dónde sale esta enseñanza? La descubrimos cuando vamos al libro más maravilloso de toda la historia humana, la Biblia, donde encontramos respuestas a nuestros problemas: Si el Señor no construye la casa, el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo. Si el Señor no protege la ciudad, protegerla con guardias no sirve para nada. Es inútil que te esfuerces tanto, desde la mañana temprano hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque Dios da descanso a sus amados.”(Salmo 127:1, 2. Nueva Traducción Viviente)

Dios nos ama y desea lo mejor para nosotros. Y si Él es quien guía nuestro camino, no hay obstáculo por grande que parezca, que no podamos vencer. Jamás olvide que fuimos llamados a construir hogares sólidos, pero no en nuestras fuerzas sino en las de Señor Jesús, nuestro Salvador y ayudador.

Educar a los hijos en principios y valores

Los hijos son una bendición de Dios. No son una carga ni otra responsabilidad que nos surge al paso. Son una bendición. Así lo enseña la Biblia: “Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte. Los hijos que le nacen a un hombre joven son como flechas en manos de un guerrero. ¡Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos. No pasará vergüenza cuando enfrente a sus acusadores en las puertas de la ciudad.”(Salmo 127:3-5. Nueva Traducción Viviente)

Alguien decía que no es fácil ser padres de familia, sobre todo porque en la Universidad no nos enseñan a ser buenos progenitores. Es algo que aprendemos en la práctica. Pero, ¿es esto así? Sin duda que no.

Cuando le damos a Dios el primer lugar, Él nos guiará para dar solidez en la relación con los hijos. Por supuesto, cometemos muchos errores, pero nuestro amado Dios nos concede sabiduría para saber decir y hacer las cosas en el momento oportuno, en la circunstancia indicada.

Todo puede ser diferente si Dios reina en nuestra familia. Es la fuente del poder transformador que nos lleva a vivir días buenos, de victoria. Le animo para que considere que sí hay salida al laberinto. Está en el Señor. Puedo asegurarle que no se arrepentirá si decide abrirle las puertas de su casa. Él nos ayuda en las relaciones, de pareja, pero también como padres.

Y la más grande decisión que usted puede tomar hoy, es abrirle las puertas de su corazón al Señor Jesús. Él es quien nos asegura la victoria en el proceso de cambio y crecimiento personal y espiritual. No deje pasar esta oportunidad. Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamándonos al (0057) 317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez

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