Principios y valores dan solidez a la familia |
Fernando
Alexis Jiménez
S
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i los padres deseamos edificar una familia sólida, tal
como lo enseñan las Escrituras (Salmo 127:1, 2), es necesario que en primer
lugar le demos el sitial que le corresponde a Dios para gobernarnos, y en
segundo lugar, que experimentemos una vida devocional orientada a la
consagración, asimilando y poniendo en práctica principios y valores que
podamos transmitir a nuestros hijos (Cf. Proverbios 22:6)
Como
padres que procuramos fundamental una familia duradera, donde Dios gobierne y
primen principios y valores, debemos asumir la disciplina de estudiar las
Escrituras, aprender pautas de vida y orar.
Es
importante que diariamente tengamos un encuentro con el Señor, que procuremos
escuchar Su Voz. También reviste especial significación tener acercamiento a
las Escrituras, tomar apuntes de aquellos pasajes en los que Dios nos habla e
interiorizar aquellos principios que enseñaremos a nuestros hijos. Es
aconsejable desarrollar un plan sistemático de estudio de la Biblia.
Si
hay algo que nos llama poderosamente la atención, en donde sentimos que Dios
nos habló, debemos meditar en ello y, una vez lo evidenciemos en nuestra forma
de pensar y de actuar, aplicarlo en nuestra familia. Recuerde que somos ustedes
y yo como padres, los primeros que debemos vivir la Palabra del Señor.
Es necesario
fortalecer la relación familiar
Si Dios gobierna nuestra vida, si priman en nuestra
existencia los valores y alrededor de ellos estamos edificando a nuestra
familia, debemos tener en cuenta las siguientes consideraciones: Dedicar tiempo
al cónyuge y a los hijos; demostrar el amor que les tenemos; mantener un
compromiso hacia el hogar; darles –después de Dios—el lugar que les corresponde
en nuestra vida, como advirtió el apóstol Pablo: “Aquellos
que se niegan a cuidar de sus familiares, especialmente los de su propia casa,
han negado la fe verdadera y son peores que los incrédulos.”(1 Timoteo
5:8. Nueva Traducción Viviente)
De
igual manera reviste mucha importancia el mantener con cada componente de la
familia, una comunicación fluida.
Cabe
aquí considerar lo que nos enseña John Maxwell, el reconocido autor y
conferencista: “Dios diseñó la familia
para ser un “refugio” donde podemos experimentar intimidad y amor
incondicional. Estamos para conocer y ser totalmente conocidos sin temor a ser
rechazados. Así como un científico tiene un “laboratorio” en donde puede
experimentar, la familia debe ser un lugar seguro para practicar el escuchar,
el amar, el perdonar y el resolver conflictos; todo esto nos prepara para el
mundo inseguro al que salimos cada día. En otras palabras, nuestro liderazgo
espiritual y servicio comienzan en el hogar. Servimos ahí primeramente, y luego
tendremos credibilidad para servir fuera del hogar. Una buena regla a seguir es:
Si no funciona en el hogar, no lo aplique con los demás todavía…”(John Maxwell.
Curso “Un millón de líderes”. Nivel 3. Organización Lidere. 2006. EE.UU. Pg.
11)
La
familia es, ha sido y seguirá siendo una bendición. No es una carga. Todo lo
contrario, además de refugio, es el espacio maravilloso en el que nuestro amado
Dios nos permite crecer y tener un complemento para la realización plena.
Recuerde que
enseñamos con el ejemplo
Como padres de familia, comprometidos en la
edificación de hogares sólidos que honren y glorifiquen a Dios, es esencial que
comprendamos que enseñamos a partir del ejemplo. Si queremos que Dios gobierne
nuestra familia, el Señor debe ocupar el primer lugar en nuestro corazón.
No
está bien que pretendamos que nuestra familia aplique principios, si nosotros
como cónyuges y como padres, aún no los hemos interiorizado y no los
vivenciamos a cada momento.
En
caso de que haya principios que se nos dificulte asimilar en la vida, debemos
pedir al Señor que nos conceda la fuerza y el poder necesario. Él lo hará
porque si algo desea nuestro buen Padre celestial, es que contribuyamos
deicidamente a la edificación de familias sólidas.
© Fernando Alexis Jiménez
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