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Nuestros hijos deben ser edificados en la Palabra |
La
Biblia puede estar llena de historias de violencia y de inmoralidad, pero no
podemos dejar de leer hasta su última palabra.
por Tony Woodlief
Tengo cuatro hijos varones, lo que significa que las
historias de David tienen un atractivo especial en mi casa. No hay muchas
maneras de lograr que niños pequeños permanezcan sentados, especialmente cuando
usted les está leyendo la Biblia; por tanto, la historia de un joven que mata
con una piedra a un gigante, es algo que les interesa sobremanera.
Algo
que noté en la historia, después de leerla muchas veces, fue el temerario
juramento que le hace David a Goliat: “Jehová te
entregará hoy en mi mano”, dice David, “y yo
te venceré, y te cortaré la cabeza” (1 Samuel 17.46).
Esas
fueron unas palabras muy confiadas, viniendo de un muchacho que estaba armado
con una honda y cinco piedras que había recogido del arroyo. Por supuesto,
David tenía todas las razones del mundo para estar confiado, pues creía con
todo su ser que la batalla no le pertenecía al hombre, sino a Dios.
Al igual
que muchos padres, les cuento a mis hijos las historias que vienen después, las
muchas batallas de David, y cómo confiaba repetidamente, no en su propio valor
ni en la fuerza de sus valientes hombres, sino en la providencia de Dios.
Disfrazo el escenario de las batallas un poco. Quiero que mis muchachos
imaginen el sonido de las lanzas que pasan zumbando, los rugidos de los paganos
resueltos a matar brutalmente al pueblo de Dios, la manera como el vientre de
un soldado revela su miedo, y cómo una gran fe en Dios convierte al temor en
fortaleza.