Dios fortalece la relación familiar... |
Por
Fernando Alexis Jiménez
Laura y Raúl estaban por
separarse. “No hay salida para nuestra
situación”, decía él. “Yo deseo que
hagamos nuestro mejor esfuerzo por el hogar”, se lamentaba ella. Dos niños,
uno de siete y otro de cinco años, estaban en medio. Ellos, como es apenas
natural, reclamaban el derecho a un padre y una madre. Y lo hacían de forma
sencilla: Cuando les veían peleándose, procuraban –abrazándolos—que dejaran de
seguir discutiendo.
Fue Laura quien tuvo un encuentro personal con el Señor
Jesús. Y a partir de allí, comenzó cambios que terminaron ejerciendo una
poderosa influencia en la relación de pareja. La situación mejoró. Y desde el
instante en que el panorama se despejó, se fijaron la meta de edificar la
relación de pareja y a los hijos, sobre sólidas bases.
Como padres que procuramos fundamental una familia
duradera, donde Dios gobierne y primen principios y valores, debemos asumir la
disciplina de estudiar las Escrituras, aprender pautas de vida y orar.
Un paso clave es enseñar a nuestros hijos a partir del
ejemplo. Así nos instruye el maravilloso libro de la familia que es la Biblia.
Allí nos recomienda: “Dirige a tus hijos por el camino
correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán.”(Proverbios 22:6. NTV)
Es importante que diariamente tengamos un encuentro con
el Señor, que procuremos escuchar Su Voz. También reviste especial
significación tener acercamiento a las Escrituras, tomar apuntes de aquellos
pasajes en los que Dios nos habla e interiorizar aquellos principios que
enseñaremos a nuestros hijos. Es aconsejable desarrollar un plan sistemático de
estudio de la Biblia.
Si hay algo que nos llama poderosamente la atención, en
donde sentimos que Dios nos habló, debemos meditar en ello y, una vez lo evidenciemos
en nuestra forma de pensar y de actuar, aplicarlo en nuestra familia. Recuerde
que somos ustedes y yo como padres, los primeros que debemos vivir la Palabra
del Señor.
Este día debemos vivirlo plenamente en Dios, pero además,
reconocer que es imperativo permitir que Cristo Jesús gobierne nuestra vida y
familia. Ábrale hoy las puertas de su corazón.
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