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Comprometidos a fortalecer y no a fracturar la relación familiar

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Dios nos concede unidad y armonía en familia

Por Fernando Alexis Jiménez
Las familias están atravesando en el mundo por una profunda crisis. Lo grave es que naciones históricamente identificadas como cristianas, y nos referimos a los Estados Unidos, están a la par de países como España, Francia, Alemania y Japón donde el cristianismo no constituye mayoría entre su población. Algo está pasando: Los cimientos han sido socavados y el desmoronamiento en la relación de pareja y en el esquema de comunicación padres-hijos, sigue enfrentando un peligroso distanciamiento. El panorama es aún mas preocupante en América Latina donde prevalece el machismo y el respeto a la mujer brilla—en la mayoría de los países—por su ausencia.

            El deterioro en la relación familiar no es algo que se produce de la noche a la mañana. Obedece como tal, a un proceso, en el que generalmente no apreciamos grandes cambios hasta que llega el momento en el que la proximidad de una espiral sin fondo, un abismo muy profundo, nos envía señales inequívocas y en muchos casos, puede ser tarde.
            ¿Cuáles son los principales enemigos de la relación familiar? Permítanme relacionarle algunos: el trabajo, el egoísmo, las muchas ocupaciones en la Iglesia, perseguir nuestras propias metas y no las que benefician a la familia, buscar sólo la satisfacción propia, el fútbol, la lectura del diario o de libros de manera compulsiva, chatear por teléfono, pasar demasiado tiempo ante el computador y, por supuesto, ver demasiada televisión.
            ¿Vive usted alguna de estas situaciones? Pues tome nota, porque afectan su relación en el hogar y minan la intimidad emocional que debe alimentarse diariamente con su cónyuge y sus hijos.
            Superar las crisis es posible. Con ayuda de Dios podemos lograrlo. ¿Es fácil? Por supuesto que no. El avance toma fuerza en la medida en que buscamos al Señor, aprendemos de Su Palabra y lo aplicamos a nuestra relación familiar. Él nos concede solidez en la vida de pareja y también en el interactuar con los hijos.
            Es esencial que tomemos nota de  lo que nos enseñan las Escrituras: “Entrégate a la instrucción; presta suma atención a las palabras de conocimiento.”(Proverbios 23:12. NTV)
            Los autores Gary y Barbara Rosberg, reconocidos mundialmente por su dedicación a salvar a las familias americanas, escriben: “Para mantener algo fresco, vivo y en buen orden, hacen falta cuidado, mantenimiento y, algunas veces, restauración. El matrimonio no escapa a esta regla. A menos que se mantenga fresco y se nutra, se desvanecerá como una vieja fotografía. El matrimonio es una relación dinámica de amor entre un hombre y una mujer, y cada instante esa relación se hará una profunda y rica o se estanca y decae. Y todos los matrimonios deteriorados señalan al meno un camino oscuro y solitario que puede terminar en divorcio.”(Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 17, 18)
            Si nos vamos desconectando de la familia, todos los componentes terminan por acostumbrarse a ese distanciamiento. La falta de alimentar la relación rendirá sus frutos, representados en la crisis en el hogar. De ahí que encontremos esposos y esposa resentidos, que no quieren seguir intentándolo, e hijos rebeldes, que quieren abrirse paso en la vida por sus propias fuerzas y métodos.
            Hoy es el día para abrirle a Dios las puertas de nuestras vidas, pero además, el primer lugar en nuestra relación de familia. Es una decisión de la que jamás nos arrepentiremos. Nos asegura la victoria, solidez como familia y además, armonía en las relaciones. ¡Dios debe ocupar el primer lugar!


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