Dios nos ayuda en el proceso de crecimiento personal y espiritual |
Por Charles Stanley con aportes de Fernando
Alexis Jiménez
Recuerdo el caso de un hombre que jamás fue a la
iglesia. Era, sin duda, buena persona. Todos en el pueblo lo recordaban porque
a primera hora de la mañana, atravesaba la calle principal para ir a comprar el
pan—generalmente fresco y con un olor agradable—y el periódico. “No voy a la Iglesia porque Dios es un Dios
castigador”, solía repetir.
El
asunto es que murió creyendo que su relación con Dios había sido buena. Al fin
y al cabo, razonaba este hombre jubilado de una empresa gubernamental, no le
había hecho mal a nadie.
El asunto es que le habían vendido una idea equivocada
de Dios, y lo presentaban ante todo, como un Dios castigador. Ese es
un gran error que cometemos la mayoría de las personas.
Le
invito a que consideremos las enseñanzas del revendo Charles Stanley: Las
personas se sienten comúnmente confundidas cuando se habla de temer a Dios. La
Biblia nos exhorta a temer al Señor (2 Timoteo 1.7), pero al mismo tiempo se
nos dice que Dios no nos ha dado un espíritu de temor. Entonces, ¿cómo debemos
entender esta frase?
Temer
a Dios no significa estar mirando de reojo ansiosamente para saber lo que Él
estará por hacer. El temor del Señor es algo positivo y saludable que está
definido claramente en varios pasajes de la Biblia. El versículo de hoy es
particularmente útil: “El temor de Jehová
es aborrecer el mal”.
A
muchas personas les incomoda la idea de aborrecer algo. Pero Dios dice que
tenemos que aborrecer el mal porque Él lo aborrece en todas sus formas por una
sencilla razón: el Señor ve la influencia destructiva que ejerce el mal sobre
nosotros. A menudo, no somos capaces de ver ninguna corrupción en absoluto. De
hecho, a veces vemos el mal y pensamos que, en realidad, no es tan malo.
El
trabajo de Satanás es disfrazar lo malo para hacerlo aparecer totalmente
inocente o incluso atractivo. En realidad, el enemigo tiene tanto éxito en su
engaño, que muchas veces caemos en sus trampas sin ningún remordimiento. Es por
eso que tenemos que aprender a ver las cosas del modo en que las ve el Señor.
Necesitamos
cultivar un odio santo contra el mal, para que lo esquivemos y rechacemos
siempre. Cuando vemos el pecado como lo ve el Señor, el diablo se ve
obstaculizado en sus esfuerzos por seducirnos. Aunque puede que no sea una
postura popular, podemos elegir amar al Señor y aborrecer el mal.
Una
de las metas que le invito a fijarse como padre de familia, es a enseñarle
correctamente a sus hijos quién es Dios, que ante todo es un Dios justo, amoroso,
comprensivo, y dista mucho del Dios castigador que nos han enseñado.
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