Si nos arrepentimos con sinceridad, verdaderamente cambiaremos con la familia |
Por Fernando Alexis
Jiménez
Por muchos años Simón fue el borracho del
pueblo. Se bebía el poco dinero que ganaba trabajando en los socavones de una
mina y algunas veces—generalmente los domingos en la noche—llegaba a exigirle a
su esposa que consiguiera dinero prestado para pagar deudas de juego que él
había contraído en medio del alicoramiento.
La golpeó muchas veces e igual suerte
corrieron sus hijos cuando pretendieron evitar que la siguiera agrediendo. “Un día de estos voy a acabar con todos”,
les decía.
Pero todo cambió el día que recibió a Jesús
como Señor y Salvador. Una anciana le predicó de Cristo y él no solo lo recibió
en su corazón como Redentor sino que además, desde ese mismo instante—aunque comenzaba
un prolongado fin de semana—decidió no beber un trago más. Su esposa estaba
sorprendida con la transformación en el comportamiento y temía que en cualquier
momento volviera a sus andadas. Pero nunca fue así. Él cambió de una vez y por
muchas décadas hasta que partió a la presencia del Señor.
Si algo puede salvar nuestra relación de
pareja y mejorar la situación con nuestros hijos, es hacer un alto en el
camino, evaluar los errores, disponernos al cambio y dar pasos firmes en esa
dirección.
El autor y consejero matrimonial, Gary
Chapman, escribe: “Cuando Cristo gobierna
en nuestro corazón, no nos sentimos bien repitiendo lo mismos viejos pecados.
En lugar de eso buscamos ayuda divina para cambiar nuestro rumbo. Si herimos a
nuestro cónyuge, es necesario reconocer que aquello en lo que incurrimos está
mal y que la sola disculpa no es suficiente para corregir. Es necesario hacer
un plan para cambiar nuestra conducta
con el fin de lastimar nuevamente de la misma manera a la persona amada.” (Gary
Chapman. “Los 5 lenguajes del amor – Devocionales”. Tyndale House Editores.
2009. EE.UU. 07/01)
Un paso
fundamental que debemos dar hoy
El paso más importante para cambiar con nuestra
familia y con las personas que nos rodean, es el arrepentimiento. Aceptar que
fallamos y disponernos a no incurrir en el mismo comportamiento. El
arrepentimiento es fundamental.
El evangelista Mateo relata una escena a la que
debemos prestar especial atención: “En esos días, Juan el Bautista llegó al
desierto de Judea y comenzó a predicar. Su mensaje era el siguiente: «Arrepiéntanse de
sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca ». Gente de Jerusalén, de toda Judea y de
todo el valle del Jordán salía para ver y escuchar a Juan; y cuando confesaban sus pecados, él
las bautizaba en el río Jordán. Cuando Juan vio que muchos fariseos y saduceos
venían a mirarlo bautizar, los enfrentó. «¡Camada de víboras! —exclamó—.
¿Quién les advirtió que huyeran de la ira divina que se acerca? Demuestren con su forma de vivir que
se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios.”(Mateo 3:1-8. NTV)
Y le decía que debemos poner especial cuidado
al texto porque Juan el Bautista enseñó que el arrepentimiento sincero se
demuestra con el cambio de nuestras acciones. No basta con decirle a la esposa
o a los hijos: “He cambiado.” Es
necesario reafirmarlo con un trato diferente, con expresiones de amor,
comprensión y tolerancia, y además, con mantenernos con esa actitud de cambio
por encima de las circunstancias que se puedan enfrentar a nivel familiar.
Decídase hoy a cambiar con su familia…
Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy
es el día para que lo hago. Le aseguro que no se arrepentirá porque prendidos
de la mano del Señor Jesús emprendemos
el proceso de cambio que siempre hemos anhelado.
© Fernando Alexis Jiménez – Léanos en www.mensajerodelapalabra.com y www.bosquejosparasermones.com
0 comentarios:
Publicar un comentario