Dios nos permite alcanzar armonía en la relación familiar |
Fernando Alexis Jiménez
Rebeca vino a conocer realmente a Raúl, su esposo,
cuando llevaban siete meses bajo el mismo techo. Y ocurrió por una discusión
intrascendente. El hombre se llenó de furia, vociferó y se encerró en la
habitación con un fuerte portazo. Pasó una semana antes que volviera a
hablarle. Ese fue el momento en el que la joven se dio cuenta realmente con
quién era que había contraído nupcias.
Con frecuencia ocurre lo mismo. Es una situación real,
aunque no deja de sorprendernos. Las personas se desalientan al comprobar que
su pareja es intolerante, irascible, no perdona o quizá asume una actitud
vengativa.
Otro comportamiento común en muchos matrimonios es la
fachada social que se guarda. El marido aparenta ser un príncipe o quizá es su esposa
la que parece una princesa. Sonríen, asisten a la Iglesia cada domingo y lucen
agradables; no obstante, en la vida práctica son agresivos y conflictivos. Olvidan
que podremos engañar a cualquiera, menos a Dios. Él sí conoce cuál es nuestra
realidad personal y espiritual.
El rey David escribió en los Salmos: “Oh Señor, has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí. Sabes
cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis pensamientos aun cuando me
encuentro lejos. Me ves cuando viajo y cuando descanso en casa. Sabes todo lo
que hago. Sabes lo que voy a decir incluso antes de que lo diga, Señor. Vas
delante y detrás de mí. Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza. Semejante
conocimiento es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo
entenderlo!”(Salmo 139:1-6. NTV)
Si amamos a un Dios grande, si creemos que puede
bendecirnos en todos los cambios que emprendemos y, si estamos convencidos que
traerá armonía en nuestro hogar, es esencial que revisemos nuestro
comportamiento y—con ayuda del Señor—apliquemos correctivos.
No podremos
ocultar la realidad
El autor y consejero matrimonial, Gary Chapman,
escribe: “… Dios nos conoce
completamente. Conoce nuestros pensamientos, emociones y sabe a ciencia cierta
por qué hacemos lo que hacemos… Su cónyuge puede observar su conducta, pero tal
vez no alcance a comprenderlo a plenitud y es probable que le toque a su
cónyuge explicarse mejor. Todas esas cosas promueven la comprensión e intimidad
con la pareja.”(Gary Chapman. “Los 5 lenguajes del amor – Devocionales”.
Tyndale House Editores. 2009. EE.UU. 07/01)
Si su anhelo siempre ha sido compartir con un cónyuge
que ofrezca una relación gratificante, usted mismo debe cambiar.
Cuando hacemos un examen honesto descubrimos que quizá
muchas heridas emocionales causadas a nuestra pareja no se han resuelto, y no
se han resuelto porque no hemos pedido perdón y dispuesto el corazón para renunciar
al orgullo y pedir perdón a tiempo y con sinceridad. Y esas excusas nacidas en
lo más profundo de nuestro ser, deben ir acompañadas con una seria disposición
de cambiar. Puedo asegurarle que es un paso infalible para que todo vaya bien y
se afiance la armonía en la relación de pareja y a nivel familiar.
No podría despedirme sin antes invitarle para que
reciba al Señor Jesús en su corazón como su único y suficiente Salvador. Puedo
asegurarle que no se arrepentirá.
© Fernando Alexis Jiménez – Léanos en www.mensajerodelapalabra.com y www.bosquejosparasermones.com
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