Debemos dar buen ejemplo a nuestra familia |
¿Cómo lograr que la relación de pareja y con los
hijos experimente crecimiento? Es una de las preguntas que se formulan con
mayor frecuencia a los guías espirituales cristianos, a sicólogos, a consejeros
de familia e, incluso, a quienes estando en el mundo, muestran algún grado de
sabiduría.
Probablemente usted se
formula el mismo interrogante. Desea una relación familiar armoniosa, en la que
haya no solo amor sino comprensión y tolerancia. Desea que cada día la relación
crezca y resulte enriquecedora para todos. El eje central, si desea que a nivel
de su hogar se experimente un cambio, es involucrar a Dios. Permitirle que
ocupe el primer lugar.
Los especialistas
coinciden en asegurar que uno de los problemas estriba en que justamente los
líderes son quienes mayores problemas de familia enfrentan. No debiera ser así,
según lo racionalizamos en el imaginario colectivo, pero es real. Pareciera que
sabemos liderar en todas las áreas menos en el hogar.
A menos que todos los
esposos y esposas experimentemos una transformación personal, no podremos
liderar adecuadamente en la familia. Este aspecto fue abordado por el apóstol
Pablo quien al escribir a creyentes como Tito, en el primer siglo de nuestra
era, le enseñó:
“El
anciano debe llevar una vida intachable. Tiene que serle fiel a su
esposa, y sus hijos deben ser creyentes que no tengan una reputación de ser
desenfrenados ni rebeldes.”(Tito 1:6. NTV)
Es importante tomar nota
del llamado que hacen las Escrituras a una vida intachable. Un testimonio del
que nadie puede dudar ni tampoco, poner en tela de juicio nuestro
comportamiento como creyentes. Ese proceso se fundamenta en la decisión de
revisar en qué estamos fallando en nuestra condición de esposos o esposas, y
aplicar correctivos. Es cierto, no podremos lograrlo en nuestras fuerzas, pero
sí con ayuda de Dios.
Ligado al compromiso de
vivir un testimonio a toda prueba, vienen dos principios más: el esposo debe
ser fiel—en pensamiento y obra—a su cónyuge, y asumir la responsabilidad de
educar a sus hijos en sólidos principios de fe. Esos tres cimientos no son
triviales sino por el contrario, relevantes; revisten importancia porque son el
fundamento de una vida familiar victoriosa.
Es
tiempo de evaluar nuestra vida y aplicar correctivos. Hoy es el día para
comenzar. El mejor paso es recibir a Cristo en nuestro corazón como nuestro
único y suficiente Salvador. Hágalo ahora mismo. Ábrale su corazón a Cristo…
0 comentarios:
Publicar un comentario