Permita que Dios gobierne su relación de pareja |
Fernando
Alexis Jiménez
Toda relación de noviazgo en la cual sus dos
componentes piensan en algo serio, comienza con una ilusión: Pasar el resto de
sus vidas juntos. No hay mayor excepción en cuanto a este proceso—que puede ser
corto o prolongado—y que se llama enamoramiento, hasta el momento en el que
deciden unir sus vidas.
El sicólogo colombiano, Ramón Torres, explica
que “Cuando estamos enamorados, nos
creemos capaces de todo y pensamos que nada es tan complicado como para no
salir adelante. Los enamorados viven el simple deseo de entregarse mutuamente,
protegerse, cuidarse y estar juntos por siempre. El “enamoramiento” es un
proceso químico que se produce a nivel cerebral, muy distinto del amor –que dura
en promedio tres años o a veces más o, probablemente, menos--. Durante ese
tiempo es increíble lo que se puede hacer en nombre del amor porque la lluvia
química es sorprendente como un huracán que arrasa con todo, y nos empuja a
estar pendientes el uno del otro, a las expresiones de ternura, de cariño,
pasión y deseo de estar juntos.”(Ramón Torres. Artículo: “La anatomía del
flechazo que termina en amor”. Diario El Nuevo Siglo. Colombia. Feb. 13/2014.
Pg. 7 C).
No obstante y para nuestra desilusión, lo que podría
permanecer en el tiempo, por diversos factores termina desdibujándose en el
tiempo. Conforme los componentes de la pareja se van conociendo, surgen
dificultades—el choque de dos mundos distintos—y aquellos pequeños detalles del
comportamiento del otro—que quizá se ignoraron durante el noviazgo—terminan por
dimensionarse.
Podemos concluir, por experiencia, que todos de
una u otra manera hemos comprobado que llevar a cabo el sueño de un matrimonio
ideal se torna cada vez más difícil por el paso del tiempo.
Preparándonos
para los altibajos
Si tenemos claro que el matrimonio no es un
lecho de rosas, convendría recordar lo que nos enseñó el Señor Jesús: "Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto,
lo que Dios junte, no lo separe el hombre". (Mateo 19:6)
El pasaje es sencillo pero encierra una profunda
enseñanza y muestra, sin mayores rodeos, que el plan de Dios no es la
separación de la pareja ni el desvertebramiento de la relación. Pese a ello, no
podemos ignorar que, por lo general, toda relación incluye altibajos. Sean
cuales fueren, está claro que el divorcio no es la solución porque jamás ha
estado en el plan de Dios, como enseña el libro de la familia que es la Biblia:
“Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que
el aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de
los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.”(Malaquías
2:16)
El sicólogo Ramón Torres plantea que “Amar no es fácil, por supuesto, porque
siempre hay muchos tropiezos y dificultades que se derivan del egoísmo, de la
falta de preparación para vivir en pareja, la diferencia de temperamentos, el
simple hecho de ser distantes como hombre y mujer, o se complica cuando uno de
los dos no sabe cómo amar o, simplemente, no quiere hacerlo, es decir rendir
sus sentimientos.” (Ramón Torres. Artículo: “La anatomía del flechazo que
termina en amor”. Diario El Nuevo Siglo. Colombia. Feb. 13/2014. Pg. 7C).
Si no reconocemos que esos altibajos se
producirán, es probable que demos lugar a la desintegración de una relación que
comienza de una forma graduar e inadvertida. Recuerde siempre que el divorcio
no es solamente cuestión de estadísticas sino que involucra personas y sueños.
Es más real de lo que podamos imaginar.
A partir de estas sencillas reflexiones es
necesario hacer un alto en el camino y preguntarnos: ¿Cómo anda nuestro
matrimonio?¿Está enfrentando la relación algún tipo de agrietamiento que se
puede profundizar si no ponemos freno a tiempo?
El especialista en familia, Gary Rosberg,
escribe: “A menos que el amor de pareja
se mantenga fresco, y se nutra, se desvanecerá como una vieja fotografía. El
matrimonio es y debe ser una relación dinámica de amor entre un hombre y una
mujer, y a cada instante esa relación se torna más profunda, o por el
contrario, se estanca y decae. Y todos los matrimonios deteriorados señalan al
menos un camino oscuro y solitario que puede terminar en el divorcio.” Gary y
barbara Rosberg. "Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit.
EE.Uu. 2004. Pg. 18)
Este breve planteamiento debe llevarnos a ser
cuidados al evaluar cómo anda nuestra relación de pareja. Si estamos tan ciegos
que no vemos fisuras o erosión en la forma como nos relacionamos, es necesario
que pidamos a Dios que nos oriente y revele cómo andan las cosas.
Del
distanciamiento a la separación
Si no prestamos atención a cómo anda nuestra
relación de pareja, es probable que estemos entrando en el primer nivel de un
proceso que comienza con el distanciamiento y que puede conducir a una
separación emocional y física.
Los seres humanos, por naturaleza orgullosos,
dejamos que las fricciones en la relación tomen fuerza y que las discusiones
lleguen al nivel de agresión física o verbal, que minan el entendimiento y
levantan barreras en el buen trato mutuo, de amor, comprensión y tolerancia a
los que estamos llamados.
Al rey Salomón se atribuye un pasaje maravilloso
de la Biblia donde advierte sobre la necesidad de mantenernos alerta en cuanto
a la relación de pareja: “Atrapen todos
los zorros, esos zorros pequeños, antes de que arruinen el viñedo del amor, ¡porque
las vides están en flor!”(Cantar de los Cantares 2:15. NTV)
Si estamos alerta frente
a las señales de alarma que despiertan los conflictos y las consecuencias que
derivan, sin duda estamos vigilantes de los
pequeños zorros que arruinan el cultivo.
Gary Rosberg, escribe: “Saber cómo remediar un matrimonio deteriorado es muy importante para
poder hacer algo con el fin de mantenerlo vivo y bien… Pregúntate: ¿Las tensiones,
demandas y desilusiones de la vida han creado un distanciamiento entre tú y tu
cónyuge?¿Sabes lo que debes hacer para superar esa distancia? Si no crecen
juntos, como pareja, lo más probable es que terminan separándose. Aunque nunca
consideren la posibilidad del divorcio, la ruta de un matrimonio decadente
siempre se orienta en esa dirección.” Gary y barbara Rosberg. "Matrimonios
a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.Uu. 2004. Pg. 24)
Piense por un instante
que –si no lo hacemos—corremos peligro porque se puede vivir bajo el mismo techo pero estar separados emocionalmente.
Los cónyuges terminan convirtiéndose en dos extraños que ocupan un mismo
espacio, muchas veces motivados por el compromiso de criar a los hijos. En
tales circunstancias, la prometedora relación de pareja se convierte en un
infierno.
Preguntas de diagnóstico:
Con el propósito de
ayudar a identificar cómo andamos en la relación de pareja, es importante
considerar algunas preguntas que nos ayudan a tener un diagnóstico aproximado:
a. ¿Me comunico
frecuentemente con mi pareja y no guardamos secretos inapropiados?
b. ¿Perdono a mi cónyuge
cuando me ofende o pido perdón si fui yo quien le ofendió?
c. ¿Disfrutamos como pareja del continuo
contacto físico, emocional y espiritual?
d. ¿Procuro resolver los
conflictos cuando surgen diferencias de criterio como pareja?
e. ¿Me sorprendo y me
desanimo cuando encuentro una falla en mi cónyuge?
f. ¿Cuándo fue la última
vez que le dije “Te amo”, a mi cónyuge?
Es tiempo de poner remedio
Poner atención a las
señales de advertencia, especialmente cuando estoy en el tránsito de vivir
un matrimonio soñado a la desilusión, por descubrir que nuestra pareja
no es perfecta, es muy importante. ¿La razón? Con ayuda de Dios nunca será
tarde para evaluar y aplicar correctivos.
Hoy es el día para
hacerlo porque, de la desilusión el camino que sigue es el desaliento que es la
etapa cuando creemos que no hay nada por hacer. Si llegamos a ese estado, no podremos
salvar el matrimonio porque habremos abierto las puertas para que las heridas
sin sanar enturbien nuestros sentimientos y demos lugar a emociones
destructivas de la relación con el rencor y el resentimiento.
El sicólogo Ramón Torres
recomienda: “¿Cómo hacer crecer el
amor? En vez de andar de enemigos… decidan ser amigos, novios, amantes,
compañeros y cómplices en la vida. Si cambian de actitud, podrán hablar de todo
sin herirse, culpar, juzgar o enojarse porque ambos se conocen perfectamente. Si
llegan a ese nivel de al menos escucharse, podrán llegar a otro más importante:
Aceptarse. El amor es muy importante en la relación de pareja la aceptación,
porque es no esperar que tu cónyuge sea perfecto.. .”(Ramón Torres. Artículo: “La
anatomía del flechazo que termina en amor”. Diario El Nuevo Siglo. Colombia.
Feb. 13/2014. Pg. 7C).
Dios tiene hoy y siempre
la solución para el problema que atravesamos. No podemos olvidar que no es en
nuestras fuerzas sino en su poder como podremos lograrlo. Si abrimos las
puertas de nuestro hogar al Señor Jesús, Él nos guiará en el camino apropiado
para restaurar nuestro matrimonio.
Si todavía no han
recibido a Jesucristo en el corazón, hoy es el día para que tomen esa
importante decisión. Ninguno de los dos se arrepentirá porque cuando Cristo
mora en nuestro corazón, emprendemos el maravilloso proceso de crecimiento
personal y espiritual que anhelamos.
© Fernando Alexis
Jiménez
Léanos
en www.mensajerodelapalabra.com
y www.bosquejosparasermones.com
0 comentarios:
Publicar un comentario