Contagie a otros de la felicidad |
Abrí esta mañana el diario,
antes de salir rumbo a la oficina. Un día de rutina. No obstante, debajo de las
noticias de primera plana, una fotografía. Es una pareja sonriente caminando
por la playa. Una leyenda señala: “Sea feliz. Venga a la playa y aproveche las
vacaciones”.
Le pregunto: ¿Acaso ir a la
playa es el único camino para ser feliz?¿Y qué si estando junto al mar, con
hermosos atardeceres y olor a sal y agua salada, con huellas sobre la arena que
se pierden en el infinito, pillo un resfriado. Y no puedo seguir disfrutando
mar, sol y playa. ¿Se perdió la felicidad o al menos lo que creo que debería
motivarla? Por cierto q ue
no.
Quizá leyó alguna vez la
historia del hombre feliz que no tenía camisa. La escribió el autor ruso, Leon
Tolstói (1829-1910) y, relata que “Cuando
el zar enfermó gravemente, de nada sirvieron todos los remedios que se pusieron
a su disposición para que mejorara, por lo que prometió la mitad de sus
posesiones a aquel que pudiera devolverle la salud. Y así fue como un trovador
le indicó que sanaría si encontraba a un hombre feliz y vestía su camisa. Los
emisarios del zar recorrieron todo el mundo buscándolo, pero no encontraron a
nadie que estuviera completamente satisfecho y feliz. Sin embargo, cuando al
fin lo hallaron, no encontraron el ansiado consuelo: el hombre feliz no tenía
camisa.”
Una historia interesante,
sobre todo para nosotros hoy donde hay un afán sin precedentes por encontrar la
felicidad.
Procurando afanosamente ser felices
Hay quienes la procuran
luciendo una silueta estilizada, adquiriendo muchos bienes económicos,
escalando socialmente o tal vez en su trabajo, el que se esfuerza por tener
todos los títulos académicos que ofrezca la universidad, comprando un auto
lujoso o endeudándose por comprar la casa más hermosa de la ciudad. Sin
embargo, una vez tienen lo que anhelaban, encuentran un enorme vacío en sus
vidas.
En el libro “Vuelva a empacar sus maletas”, los
autores consignan una reflexión valiosa: “Por
donde quiera que se mire, observará personas que persiguen la felicidad como si
se tratara de algo que se pudiera capturar y meter en una jaula. Pero si
inmovilizamos la felicidad lo único que hacemos es destruirla. La felicidad es
demasiado dinámica para soportarla, no necesita espacio para obrar. Es preciso
que le dé tiempo, que la deje vagar por ahí, que le permita sorprenderlo.”(David
A. Shapiro y Richard J. Leider. “Vuelva a empacar sus maletas”. Editorial McGraw Hill. México. 2006. Pg. 12)
¿Qué es la felicidad? Una
pregunta de tan solo cuatro letras que si usted la formulara en las Redes
Sociales, no alcanzaría el espacio para que sus amigos, familiares y hasta
desconocidos opinaran y, puedo asegurarle, difícilmente acertarían.
El apóstol Pablo, escribiendo
a los creyentes del primer siglo y con particular énfasis a nosotros hoy,
anima: “Estén siempre alegres.”(1 Tesalonicenses
5:16. NTV) Por favor léalo de
nuevo. Son solo tres palabras pero encierran una profunda enseñanza. ¿Por qué?
Porque es evidente que la alegría sí es posible; en segundo lugar, que somos
usted y yo quienes permitimos que esa alegría inunde nuestro ser, y en tercera
instancia, que es una actitud o hábito que debemos cultivar siempre.
Estando preso en una mazmorra,
en medio de la humedad, los mosquitos y quizá la fiebre, el apóstol Pablo
escribió: “Por lo tanto, mis amados hermanos,
manténganse fieles al Señor. Los amo y anhelo verlos, mis queridos amigos,
porque ustedes son mi alegría y la corona que recibo por mi trabajo.”(Filipenses
4:1; 3:1. NTV)
Él estaba feliz a pesar de
estar atado con cadenas. Tenía claro que nadie, absolutamente, podía robarle su
paz interior.
¿Depende nuestra felicidad de que todo vaya
bien?
La felicidad no es la ausencia
de problemas ni tampoco irla bien con todo el mundo. Siempre surgirán
situaciones inesperadas que procurarán desestabilizarnos. La verdadera
felicidad parte de la armonía en nuestro mundo interior, que se logra cuando
dependemos de Dios, permitimos que Él gobierne nuestro corazón y no dejamos que
factores externos nos roben la paz. He ahí la auténtica felicidad, que
transmitimos a la familia y a las personas de nuestro entorno.
¿Está buscando la felicidad?
Depende de usted tomar la decisión, no de los factores externos ni de otras
personas. Y el primer paso en esa dirección es recibir a Jesucristo como señor
y Salvador de nuestra vida. Él nos lleva a un proceso de cambio y crecimiento
que sienta las bases de la paz interior, fundamento de la felicidad. No tarde
en tomar esa decisión. Éste es el momento para hacerlo. No se arrepentirá.
La felicidad también se contagia
Todo se contagia. El mal
humor, el pesimismo, el desaliento, la desesperanza ante el mañana. Todo. Igual
la alegría, el entusiasmo, la fe, la confianza en un nuevo amanecer. Piense por
un instante en el hombre que llega a casa cansado. Un día de trabajo intenso.
Presiones del jefe, intolerancia de sus compañeros, muchos autos en la avenida.
Una jornada complicada.
Llega a casa y frunce el ceño.
A duras penas saluda. Arroja el maletín en un asiento y sin dirigir la palabra
a nadie, enciende el televisor para ver los deportes. Puedo asegurarle que en pocos
minutos su esposa, sus hijos y hasta el perro estarán de mal humor.
Ahora, invierta la trama de la
película. Llega el mismo hombre exhausto, pero apenas va a cruzar el umbral de
la puerta, esboza una sonrisa. ¡Decide dejar los problemas en el trabajo y se
decide a vivir momentos agradables con su familia! La esposa está cansada. A
duras penas responde el beso de saludo. El esposo no se incomoda. La abraza y
saluda con entusiasmo a sus hijos. Luego, con esa decisión de vivir al máximo
pero con su familia, decide ver la televisión.
No permita que factores externos roben su paz interior |
¿Cambia el panorama? Por
supuesto que sí. Todo será distinto. Contagiará una buena actitud, la paz
interior que le lleva a no permitir que factores externos le roben la paz.
Días felices o tristes…
El autor Sebastián Chamfort (Siglo
XVIII) escribió: “El día más
desperdiciado es aquél en que no hemos reído siquiera una vez”. Decisión. Basta
optar por la felicidad y contagiar a nuestra familia de esa disposición a
aprovechar cada instante que Dios nos regala.
El apóstol Pablo, quien da
ejemplo de la forma como se superan crisis, escribió a los creyentes de Éfeso y
también a nosotros: “Saquen el mayor provecho de cada
oportunidad en estos días malos.”(Efesios 5:16. NTV)
La vida es para vivirla, no
para llenarla de amargura a cada paso. El minuto que vivimos hoy, jamás
volverá. Así es que, al terminar el día, es importante que hagamos un balance y
podamos concluir que aprovechamos adecuadamente cada segundo, viviendo
plenamente y compartiendo esa disposición con nuestro cónyuge y los hijos.
Fue el propio apóstol Pablo
quien estando sumido en la soledad de una fría mazmorra, escribió: “Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito,
¡alégrense!”(Filipenses 4:4. NTV)
No depende de los demás. Es
decisión nuestra: ser felices, disfrutando la paz interior que proviene de
Dios, o dejarnos arrastrar por las circunstancias y permitir que factores
externos nos lleven a la desesperanza. Es su decisión, nadie más la tomará por
usted.
Permita que Dios gobierne su
vida, sus pensamientos, sus acciones. Es un paso decisivo hacia la felicidad.
El segundo, abrirle las puertas de nuestro corazón al Señor Jesús. Puedo asegurarle
que jamás se arrepentirá. No se deje contagiar por los demás, contágielos usted
a ellos pero de alegría, fe, esperanza.
© Fernando Alexis Jiménez
Léanos en www.mensajerodelapalabra.com y www.bosquejosparasermones.com
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