Es tiempo de salvar a la familia con ayuda de Dios |
Fernando
Alexis Jiménez
No podía conciliar el sueño. Eran las tres de la
madrugada, y no hacía otra cosa que dar vueltas en la cama. Lo intentó una vez
más, miró el reloj y se dio por vencido. Sobre la ciudad, tachonada de luces
como un cielo poblado de estrellas, soplaba una suave brisa. Darío se asomó a
la ventana y dejó que lo bañara el fresco del amanecer. ¿Encontraría solución
para sus problemas? Probablemente, pero si había alguna, no sabía dónde
encontrarla.
Su esposa Laura llevaba
una semana en casa de sus padres. De paso, se había llevado los dos hijos
pequeños. No quería saber más de él. “Además
de que andas coqueteando con todas las mujeres, mira: Ni siquiera llegas
temprano a casa. Todo tu tipo lo inviertes en trabajar”, le gritó en medio
de lágrimas mientras subía al auto con los pequeños.
¿Hay
alguna salida al laberinto?
¿Había alguna salida al laberinto? Miró la
Biblia que su esposa leía con regularidad. Estaba en la mesita de noche.
Decidió curiosear. Y abrió un pasaje que impactó su vida: “Quédate
quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia
a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes
por sus perversas maquinaciones.”(Salmo 37:7. NTV)
Una y otra vez miró las
líneas. En pocos minutos las memorizó. Las repetía despacio. ¿Podría Dios
ayudarle? En sus palabras, con algo de incoherencia, habló con el Señor. Lo
hizo con sinceridad. Y sintió descanso.
Dos días después decidió
llamar a Laura. Había orado una y otra vez y sintió que ella le daría la
oportunidad de regresar. Al comienzo ella estaba muy seca, es más, un poco reacia.
Lo revelaba el tono de su voz. Finalmente le dejó una luz de esperanza: “Si veo que realmente has cambiado, hablamos.
Quiero ver tus cambios”, insistió.
El cambio fue
progresivo. En ese momento, cuando estaba en medio del laberinto, fue que
decidió buscar a Dios. ¡Y lo encontró! Su vida experimentó progresivos cambios.
Esperó en el Señor. Aprendió a hacerlo, porque reconoció que en sus fuerzas no
cambiaría ni recuperaría a su familia. Dejó que Su Hacedor obrara. Y Él sí sabe
cómo hacerlo.
Una
nueva oportunidad para su vida
Darío y Laura regresaron al mismo techo. Él
reconoció que su familia valía la pena. Hoy tiene un gran compromiso con ellos.
No desperdicia tiempo para reunirse con su cónyuge y sus hijos. “Todo comenzó a cambiar, hasta en el trabajo”,
reconoce este abogado que vive de manera diferente hoy.
Todas las personas
podemos cambiar. Basta que nos sometamos en manos de Dios. Él nos ayuda. No
estamos solos en el proceso. Hoy es el día para que tome la decisión. Usted
mismo experimentará una vida plena y en su hogar, todos se lo agradecerán.
Decídase por Cristo. Le aseguro que no se arrepentirá.
Si no ha recibido a Jesús
como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Le aseguro que no se arrepentirá.
Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
© Fernando Alexis Jiménez
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