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Si oramos, en Dios encontramos fortaleza

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Con Dios somos equipo para resolver los problemas

Fernando Alexis Jiménez
¿Qué representa para un hombre pasar de la victoria a la más profunda derrota en cuestión de segundos, minutos o quizá horas? Sin duda es el anticipo de una crisis que marca su vida. Son situaciones que todos hemos pasado o, probablemente, estamos a las puertas de enfrentar. Las dificultades no son propias de aquellos que no tienen a Dios en su vida; los cristianos las enfrentamos y, si no estamos preparados y las afrontamos en nuestras fuerzas, podemos desestabilizarnos fácilmente.

La Biblia abunda en muchos ejemplos de hombres y mujeres que se encontraron al final de la calle, con problemas que rebasaban sus capacidades humanas y que les llevó a mirar el horizonte que tenían enfrente sumamente ensombrecido, lleno de nubarrones.

El rey David atravesaba por un momento muy importante de su vida. Era inteligente, emprendedor, hábil guerrero, estratega sin igual, y tres días después de terminar una exitosa campaña de guerra regresó a Siclag para enterarse—con tristeza y desaliento—que la ciudad había sido tomada por amalecitas, dejando desolación a su paso.

Para agravar el panorama, se habían llevado a las mujeres y los niños. ¡Su propia familia estaba entre ellos!

Por favor, por un instante abandone la comodidad de su computador o del libro que está leyendo, y póngase en los zapatos del rey David. El desaliento que le embargó debió ser indescriptible. Y más aún: Sus compañeros de milicia estaban al borde de una crisis de nervios, desesperados.

Relata la Biblia: “Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios” (I Samuel 30:6).

No era para menos. Su familia estaba en poder de los amalecitas y, ahora, estaban a las puertas de quitarle la vida.

Ahora, ¿qué marcó la diferencia?¿A qué atribuimos el que una situación de dolor se transformara en una posterior victoria? A un solo elemento: David se fortaleció en Dios. Es evidente que buscó el rostro de Dios. Oró. Halló fortaleza en Su Creador.

Usted no está exento

Ningún cristiano está exento de enfrentar una situación crítica. Los problemas no dejan de tocar a nuestra puerta por el hecho de profesar fe en el amado Salvador Jesucristo. Ahora, para enfrentar exitosamente los momentos críticos, es esencial que nos fortalezcamos en Dios a través de la oración. Es el secreto para desarrollar nuestras potencialidades como hombres y mujeres que sirven en el Reino, potencialidades que nos permiten sobreponernos a los obstáculos.

Recuerde siempre que nuestra fortaleza se encuentra en el Amado Padre. Él es quien tiene todo bajo control y puede llevarnos a nuevos niveles, por encima de la adversidad. Este aspecto lo abordó el salmista cuando escribió: “Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria” (Salmo 20:7).

Aun cuando bramen a nuestro alrededor las enormes olas que amenazan con naufragar nuestra embarcación, es necesario que desarrollemos confianza en Aquél que todo lo puede, nuestro amado Creador, como dice el autor sagrado: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”  (Salmo 27:1).

Si nuestra mano está prendida de Dios, ninguna circunstancia adversa podrá llevarnos a la derrota. Sea cual fuere la situación, siempre podremos levantarnos para proseguir el camino, como escribe el apóstol Pablo: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”  (Romanos 8:31).
La mejor forma de ser vencedores aun cuando tenemos todo en contra, es mediante la oración. Él, nuestro amado Señor, es quien nos hace vencedores.

No hay crisis que no podamos resolver con ayuda de Dios,
en oración
Acerca de cómo conservar la paz en medio de las tormentas el reconocido predicador del siglo pasado, Reuber Archer Torrey, escribió: “¿Conoce a alguien que está siempre sereno? Tal vez por su carácter natural es una persona muy tempestuosa, pero los problemas, conflictos, contratiempos y desamparos pueden pasar rápidamente alrededor de él o ella, y la paz profunda de Dios, la paz inescrutable que sobrepasa todo entendimiento, son siempre hombres y mujeres de mucha oración.”(Reuber Archer Torrey. “Cómo orar”. Editorial Peniel. Argentina. 2013. Pg. 21)

Pablo: Orando y alabando en medio de las crisis

El apóstol Pablo fue un vencedor en el Reino de Dios. No obstante, por su condición de obrero comprometido, a tiempo completo, enfrentaba mucha oposición. La misma quizá que usted y yo. El hecho de ser fieles a Dios no significa que la sociedad nos aceptará.

Estando en Éfeso, Pablo ministró liberación a una joven que tenía espíritu de adivinación. La ciudad entera se alborotó y relatan las Escrituras que “…el pueblo se Levantó a una contra ellos. Y los magistrados les despojaron de sus ropas con violencia y mandaron azotarles con varas. Después de golpearles con muchos azotes, los echaron en la Cárcel y ordenaron al carcelero que los guardara con mucha seguridad.  Cuando éste Recibió semejante orden, los Metió en el calabozo de Más adentro y Sujetó sus pies en el cepo. Como a la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a Dios, y los presos les escuchaban. ” (Hechos 19:22-25)

¿Dificultades? Pablo las enfrentó. ¿Ataques físicos y verbales? Pablo sabía qué era vivirlos en carne propia. ¿Qué hizo? Orar.

Probablemente usted como hombre o mujer de Dios está atravesando por un prolongado desierto o quizá siente que tiene las circunstancias en contra. En momentos así, tal como lo hicieron el rey David y el apóstol Pablo, debemos fortalecernos en Dios. Y una de las maneras de hacerlo, es a través de la oración.

Cuando glorificamos a Dios en medio de las circunstancias, cuando oramos antes que quejarnos, cuando decidimos seguir adelante, el poder de nuestro amado Creador es exaltado y responde con poder, como ocurrió en el caso de los apóstoles Pablo y Silas: “Entonces, de repente sobrevino un fuerte terremoto, de manera que los cimientos de la Cárcel fueron sacudidos. Al instante, todas las puertas se abrieron, y las cadenas de todos se soltaron.”(Hechos 19:26)

La oración produjo resultados y es lo mismo que ocurrirá con usted, porque Dios no nos ha dejado solos y sin duda, jamás lo hará.

Dios sabe librarnos en los momentos críticos

No estamos solos. Es imperativo que desarrollemos intimidad con Dios aún en medio de tremendas crisis. Es la forma más sencilla para aprender a reconocer que junto a nuestros pasos, cuando creemos que atravesamos el valle de sombra, siempre estarán los pasos de nuestro amado Padre celestial.

El rey David que aprendió a desarrollar intimidad con Dios cuando las cosas estaban mal, escribió: “Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores.” (Salmo 34:4; Cf. Salmo 42:5).

¿De qué manera buscó a Dios? En oración. Fue por ese motivo que puso escribir esa preciosa porción de un poema hebreo: “…y él me oyó, y me libró de todos mis temores.”.

Sobre este particular  el autor y predicador, Reuber Archer Torrey, escribió: “El mundo tiende a distraernos con sus recompensas y sus preocupaciones. Hay solo una manera en que podemos salir triunfantes de estas cosas: por el constante vigilar en la oración, es decir, por orar incansablemente.”(Reuber Archer Torrey. “Cómo orar”. Editorial Peniel. Argentina. 2013. Pg. 21)

Es tiempo de evaluar cómo anda nuestra relación con Dios, y disponernos a buscar su rostro en oración. No solo cuando las cosas van bien, sino cuando todo parece ir de mal en peor. No estamos solos, Dios está con nosotros, y si vamos tomados de su mano, somos invencibles. Piense en este principio de victoria para su existencia. Aplíquelo. Puedo asegurarle que su vida espiritual experimentará un giro de 180 grados.

Si tiene  alguna inquietud, por favor, no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o llámenos al (0057) 317-4913705.

© Fernando Alexis Jiménez

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