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Sin amor no hay respeto, y sin respeto no hay amor

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El amor y el respeto mutuo van tomados de la mano
Por Fernando Alexis Jiménez

Jairo dejó de hablarle a su esposa con la misma ternura que apenas iniciaron la vida matrimonial, y las rosas de los días viernes, las esquelas en el perfil de las Redes Sociales que invariablemente le enviaba al comenzar semana y las llamadas amorosas, comenzaron a ser parte del pasado.

Marcela por su parte respondió a la indiferencia con una actitud displicente. Fue perdiendo progresivamente el anhelo de escuchar una llamada de su marido, y él se quejaba de que era un poco grosera. “Pienso que mi esposa ya no me respeta”, dijo.

Un estudio reciente realizado por una prestigiosa universidad norteamericana concluyó que sin amor no hay respeto. En esto coinciden con el apóstol Pablo cuando escribió a los creyentes de Éfeso: “Por eso les repito: cada hombre debe amar a su esposa como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.”(Efesios 5:33. NTV)

Si el hombre expresa amor a su esposa, no solo con palabras sino con hechos, ella le retribuye con respeto que es justamente lo que todo esposo espera. Respeto hacia el marido es sujeción por amor, no por obligación. Por su parte, los esposos tienen un imperativo de las Escrituras: “Para los maridos, eso significa: ame cada uno a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella a fin de hacerla santa y limpia al lavarla mediante la purificación de la palabra de Dios. Lo hizo para presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni ningún otro defecto. Será, en cambio, santa e intachable. De la misma manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo.”(Efesios 5:25-28. NTV)

Amamos a nuestras esposas porque es un sentimiento que no obligamos sino que alimentamos en lo más profundo de nuestro corazón.

Alguien que consideraba que ya no amaba a su esposa, fue a pedir consejo. El especialista le recomendó cada día identificar y valorar algo positivo de la mujer. “Hágalo al menos durante un mes”, le recomendó. Al término de ese tiempo él no quería ya el divorcio. “Jamás había valorado en su proporción la maravillosa esposa que tengo a mi lado”, aseguró entusiasmado.
Honrar, valorar y tratar bien a nuestro cónyuge son tres actitudes que van de la mano del amor y del respeto. Si amamos, respetamos.

Probablemente hasta el momento no hemos tomado el tiempo suficiente para evaluar cómo anda nuestra relación de pareja. Cuando lo hacemos invariablemente descubrimos que hay aspectos qué cambiar, y entrar a modificar nuestra forma de pensar y actuar nos conducirá a mejorar las relaciones.

No olvide que siempre hay tiempo para cambiar. Es un proceso que parte de una decisión. Nadie nos obliga. Y avanzamos en esa dirección porque Dios alimenta esa inclinación en nuestro corazón. ¡Hoy es el día para comenzar a cambiar!


Si  no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Recuerde que cuando Cristo gobierna en casa, todas las cosas marchan bien comenzando por nuestra relación de pareja. Cristo debe reinar en nuestra vida y en nuestra familia. Decídase por Jesús el Señor. No se arrepentirá.

Léanos diariamente en www.MensajerodelaPalabra.Com y www.BosquejosparaSermones.Com  

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