¿Cree usted que hay vida después de la muerte? |
Por Fernando Alexis Jiménez
¿Perdió alguna
vez el sueño pensando qué ocurrirá con su vida después de concluir su ciclo de
vida?¿Cuántas tazas con café se bebió reflexionando si usted iría a un estado
superior, que algunos llaman vida eterna?¿Consultó
alguna vez libros que hablan sobre la vida
después de la vida? Puedo asegurarle que respondió si al menos a uno de los
tres interrogantes. Y sin duda lo hizo afirmativamente porque vivir después de
morir es un asunto que interesa a todos.
Ahora, ¿leyó
alguna vez que todos los que dicen haber regresado de la muerte aseguran que
vieron una “luz al final del camino”. Señalan que durante ese tránsito
experimentaron una agradable sensación de flotar.
¿Existen
realmente como fenómenos el “túnel de luz”
y el tránsito por ese túnel flotando? Al respecto se ha discutido mucho. El catedrático
de Neurobiología de la Universidad de Amsterdam, Dick Swaab, sostiene que las
experiencias cercanas a la muerte son fruto de una anomalía cerebral, según ha
dicho durante una entrevista con Efe sobre su ensayo “Somos nuestro cerebro. Cómo amamos, sufrimos y pensamos”, que
aparece ahora en España.
Sostiene que “la
luz al final del túnel” que muchos pacientes aseguran haber visto en el
umbral de la muerte no es nada más que la falta de riego sanguíneo en el globo
ocular, que les hace perder la visión periférica y vislumbran tan solo una luz
en el centro del ojo. Sobre la sensación de “flotar” fuera del propio cuerpo, el neurólogo lo atribuye a que una
parte del cerebro, “la zona del giro
angular responsable de la sensación del equilibrio, no tiene suficiente oxígeno”.
Para reforzar sus teorías, Dick Swaab, que dirige un equipo de investigación en
el Instituto Holandés de Neurociencias, ha estimulado la misma zona cerebral en
pacientes conscientes, que también han experimentado idéntica sensación de
verse desde fuera, “pero que vuelven a su
lugar cuando acaba la estimulación”, recalca.
“Yo creo en la vida antes de la muerte”,
argumenta Swaab, que se confiesa ateo desde los seis años, convencido también
de que es el cerebro humano el encargado de buscarnos pareja. Argumenta que “Es nuestro cerebro quien escoge la pareja
adecuada. La relación de pareja se hace de una manera inconsciente y eso se
llama enamoramiento, pero es el cerebro quien está valorando todas las ventajas
e inconvenientes a toda velocidad.”(Agencia
de Noticias EFE. 16/020/2014)
Ahora,
sobre si existe o no el túnel, la discusión no ha terminado y sin duda resta
mucho por escribir. Lo que sí es claro es que hay vida eterna. Posiblemente al igual que el profesor holandés, Dick
Swaab, usted se declare ateo, pero lo más seguro es que guarde la esperanza de
proseguir con vida y que la eternidad no le parezca imposible.
El apóstol Juan escribió: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida
eterna. Porque
Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por El.… El
que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”(Juan 3:16-18. La Biblia de
Las Américas)
Basta reconocer
que Jesús no fue un hecho histórico solamente sino que su tránsito terrenal
obedeció a un propósito eterno de Dios: Traernos salvación. Ese es el primer
paso. El segundo, tener la certeza de que nuestro tránsito terrenal es la
antesala a la vida eterna. ¿Sencillo, verdad? Anidar esa fe trae paz a nuestro
mundo interior y nos alienta para disfrutar al máximo cada instante de la
existencia.
Y hablando del
Señor Jesús, ¿ya lo recibió en su corazón como su único y suficiente Salvador?
Si no es así, hoy es el día para que tome la decisión. Àbrale las puertas de su
corazón a Cristo. No se arrepentirá. Con Él podrá vivir a plenitud hoy y
asegurar vida en la eternidad?
Léanos en www.MensajerodelaPalabra.Com y www.BosquejosparaSermones.com
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