Los conflictos vienen a la familia, pero con ayuda de Dios podemos superarlos... |
Fernando
Alexis Jiménez
Los problemas son inevitables en
la relación familiar. Pueden surgir en la cotidianidad, con la pareja, o quizá
con los hijos. Saltan al paso cuando menos lo esperamos. Puede ser un gesto,
una palabra, una reacción que tomó por sorpresa a la otra persona y le llevó a
reaccionar. Y ahí está el disgusto.
El asunto complejo estriba en que
las contradicciones que tienen lugar en la familia, pueden seguir una ruta que
tiende a tornarse repetitiva y deja mucho daño a su paso: disgusto-herida
emocional-enojo-disgusto-herida emocional. Si no lo detenemos a tiempo, la
situación se tornará gigante.
El afamado autor Gary Rosberg
escribe: “Cuando los círculos se dejan
abiertos, los conflictos se acumulan y se apilan unos tras otros. El enoje
acude. El lazo matrimonial se tensa. La amargura pesa en el corazón. Y dos
personas que una vez estuvieron muy merca una de la otra, y muy conectados,
llegan al nivel de rechazo mutuo cada vez más.” (Gary y Barbara Rosberg.
“Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2005. Pg. 100)
¿Qué actitudes causan heridas
emocionales en los componentes de la familia? La apatía, la indiferencia, la
falta de amor, el mal trato. En ese orden de ideas reviste particular
importancia ser cuidadosos del trato que impartimos al cónyuge y a los hijos.
No podemos olvidar que una herida emocional puede persistir por mucho tiempo.
Cierre los círculos pendientes
Los problemas, lo tenemos claro,
son inevitables en muchos de los casos y si bien es cierto, surgen cuando menos
los esperamos, podemos darle un apropiado manejo.
Hay un texto enriquecedor que
encontramos en las Escrituras, y que aplica apropiadamente a la relación
familiar. Lo escribió el rey Salomón y dice: “Si fueres sabio, para ti lo serás;
y si fueres escarnecedor,
pagarás tú solo.”(Proverbios 9:12) Sabiduría es
aprender a manejar los hechos conflictivos.
Podemos ser sensatos, en cuyo
caso procuraremos resolver la situación, o tozudos, que daría lugar a esperar
que el problema siga su propio curso. Jamás se resolverá, de eso puede estar
seguro. Los conflictos familiares es necesario encararlos.
El autor y conferencista, Gary
Rosberg escribe: “Se necesita valor para
restaurar y reconstruir una relación, sin importar de qué lado de la ofensa te
encuentres. Se necesita paciencia, tiempo, confianza y, en algunas ocasiones,
hasta lágrimas, antes de llegar a un arreglo..” (Gary y Barbara Rosberg.
“Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2005. Pg. 102)
La única posibilidad de cerrar el
ciclo de las heridas al interior de la relación familiar, es mediante el perdón
(Cf. Mateo 18:21, 22) Debe entrar a operar el amor perdonador, el que todos los seres humanos tenemos la
potencialidad para desarrollar con ayuda de Dios.
Si queremos que los problemas se
resuelvan, debe haber disposición de corazón. Tenga presente que es necesario
cerrar el círculo de las ofensas al interior de la familia, aunque nos tome tiempo y esfuerzo, y ligado a esto, cerrar el círculo de las ofensas demanda
compromiso y perseverancia
Pasos para resolver los conflictos
Los conflictos familiares se
pueden resolver. Demandan de parte nuestra, reconocimiento y arrepentimiento
por el error cometido, y disponernos a arreglar las cosas con ayuda de Dios.
Permítame insistirle que, no es en nuestras fuerzas, sino con ayuda del Señor.
Es imperativo, como enseñan las
Escrituras, que hagamos un alto en el camino y nos evaluemos interiormente con
ayuda de nuestro Supremo hacedor: “Examíname, oh
Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en
mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.”(Salmo 139:23, 24)
Dios nos ayuda en el proceso de resolver conflictos familiares |
Comparto con usted algunos pasos
que le permitirán cerrar eficazmente el ciclo de las ofensas en la relación de
pareja y con los hijos:
a.
Disponer el corazón (Salmo 139:23, 24)
a.1. Humillarnos y orar a
Dios
a.2. Reconocer que quizá no
tenemos la razón (Filipenses 2:3, 5)
a.3. Identifique el error
recurrente en su relación con la familia
a.4. Reconozca que la familia
está por encima del orgullo y arrogancia personal que a veces manejamos en nuestro interactuar
diario
b.
Exprésele a su familia qué le causó el enojo. Dígaselo a la persona que causó
la situación que le molesta
c.
Si usted falló, pida perdón
d.
Dispóngase a hacer concesiones mutuas en el proceso de buscar salidas
concertadas al conflicto
e.
Prepárese para escuchar las razones de su cónyuge o de sus hijos en algo que
les ha causado disgusto (Santiago 1:9)
El propósito eterno de nuestro
amado Dios es que haya entendimiento en el hogar. Los conflictos, las heridas
emocionales, el dejarnos de hablar con el cónyuge o castigar a los hijos de una
manera irrazonable, jamás han estado ni estarán ene l plan de Dios.
Sobre esa base podemos afirmar
que el Señor desea ayudarnos en el proceso de resolver los conflictos. Recuerde
que el primer lugar debe ocuparlo Él. Si lo hacemos, Él nos asegura la victoria
y nuestra realización familiar será plena.
Hoy es el día para que haga el alto
en el camino que tanto requiere. Evalúe en qué ha fallado. Identifique cuáles
son los problemas recurrentes. Y dispóngase a resolverlos. Con ayuda de Dios
podrá lograrlo, no le quepa la menor duda.
Si no ha recibido a Cristo en su
corazón como su único y suficiente Salvador, hoy es el día para que lo haga.
Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Si tiene alguna inquietud, no dude en
escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o llámenos al (0057)317-4913705
© Fernando
Alexis Jiménez
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