No podemos permitir que el mundo de maldad nos mantenga sumidos en la cautividad espiritual |
Fernando Alexis Jiménez
Caminó. Lo hizo con
desespero. No tenía sosiego. Aun cuando el sol caía sobre su rostro en las
mañanas y a sus espaldas, cuando caía la tarde, y que muchas jornadas debió
enfrentar torrenciales aguaceros, seguía su marcha. Recorrió más de trescientos
kilómetros de regreso a casa. Allí lo esperaba Raquel, de quien se alejó tiempo
atrás porque la vida a su lado era insoportable…
¿Qué lo llevó a
tomar esa determinación? Su esposa confesó tiempo después, cuando se convirtió
a Cristo, que logró el regreso de su esposo gracias a un conjuro. Lo hizo una
bruja del barrio. La casa donde vivía la mujer, estaba arruinada y dentro, olía
a mil infiernos, pero ella se había fijado el propósito de tener a Roberto a su
lado nuevamente.
La hechicera le
pidió algunas prendas de ropas del marido y, en medio de velas de diversos
colores y rezos extraños, ininteligibles, le aseguró que pronto “vendría”. Y así fue.
Roberto se
desesperó allí donde se encontraba. No podía tener tranquilidad. Decidió
regresar junto a Raquel. A la luz de las Escrituras comprendió que aquél
hechizo no fue otra cosa que una “cárcel
espiritual”.
Ahora, quizá se
preguntará, ¿Qué son y cómo obran las cárceles o prisiones espirituales?
Satanás, el carcelero espiritual
Las cárceles o
prisiones espirituales son reales. Procuran la destrucción de las personas.
Forma parte de las estrategias del mundo de las tinieblas para acabar con la
creación más preciada de Dios: usted y yo…
El rey David experimentó múltiples períodos de persecución, desánimo y
temor. Una conjunción peligrosa que lleva a muchos a asumir una actitud de
resignación frente a las circunstancias, a enfrentar un estancamiento o
sencillamente, a volver atrás.
Él como un hombre cuyo corazón
estaba puesto en la voluntad de Dios, sabía más que nadie la necesidad de
depender de Él porque los ataques eran sucesivos en contra suya. Tras vivenciar
múltiples situaciones que afectaban su vida en las dimensiones física y
espiritual, escribió: “Aun cuando yo pase
por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu
cayado me protegen y me confortan.”(Salmo 23:4, Nueva Traducción Viviente)
El hecho de sirvamos a Dios no significa que no habrán tropiezos e
incluso, ataques de nuestro Adversario espiritual, Satanás.
En cierta ocasión el Señor Jesús comisionó a sus discípulos a predicar
las Buenas Nuevas de Salvación y liberar a los cautivos espirituales. “Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le
informaron llenos de alegría: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando
usamos tu nombre! —Sí —les
dijo—. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo;
pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño.”(Lucas10:17,
18. Nueva Traducción Viviente)
Mientras los
seguidores del Maestro caminaban entusiasmados por Palestina compartiendo el
Evangelio, desde el mundo satánico se libraban ataques contra ellos. Jesús lo
describió como “un rayo”. Directo al
punto, con el propósito de generar destrucción. A renglón seguido el Salvador
les hizo notar que, si bien es cierto enfrentarían ese tipo de oposición—que
les ponía en peligro--, no debían temer porque ellos—y nosotros hoy—tenemos
autoridad sobre los demonios y, como lo anunció el Señor, “Nada les hará daño”.
Las prisiones espirituales de la
posesión y la influencia
Hay dos formas como
Satanás ata a las personas, llevándolas a prisiones espirituales. La primera es
mediante la posesión demoníaca entre quienes no tienen a Cristo en su
corazón y viven en pecado, y la segunda, a través de la influencia de los demonios,
produciendo opresión. Él no puede poseer al cristiano –que es templo del
Espíritu Santo (cf. Colosenses 3:16, 1 Corintios 6:19, 20--, pero sí generarle
tribulación.
Recuerde que
Satanás sólo quiere “robar, matar y destruir” a la creación de Dios y a
nosotros, que somos sus hijos (Cf. Juan 10:10)
Un caso dramático de posesión satánica lo encontramos en Genesaret. El
evangelista Marcos relata que “Entonces llegaron
al otro lado del lago, a la región de los gírasenos. Cuando Jesús bajó de la
barca, un hombre poseído por un espíritu maligno salió del cementerio a su
encuentro. Este
hombre vivía entre las cuevas de entierro y ya nadie podía sujetarlo ni
siquiera con cadenas. Siempre
que lo ataban con cadenas y grilletes —lo cual le hacían a menudo—, él rompía
las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con
suficiente fuerza para someterlo. Día y noche vagaba entre las cuevas donde enterraban a los
muertos y por las colinas, aullando y cortándose con piedras afiladas. Cuando
Jesús todavía estaba a cierta distancia, el hombre lo vio, corrió a su
encuentro y se inclinó delante de él. Dando un alarido, gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo,
Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡En el nombre de Dios, te suplico que no me
tortures!». Pues
Jesús ya le había dicho al espíritu: «Sal de este hombre,
espíritu maligno». “ (Marcos 5:1-10, Nueva Traducción Viviente)
Dios es quien nos asegura libertad espiritual, por la obra redentora del Señor Jesús.... |
Formas de cautividad espiritual
Millares de
personas hoy están bajo esas ataduras. ¿Quiere saber algunas? Ataduras sexuales: la pornografía, el
adulterio, la fornicación, el adulterio, perversión a través de pensamientos e
incluso, exhibicionismo. También encontramos otras cárceles espirituales como
son la ruina, la enfermedad —muchas veces sin explicación médica--, la falta de
perdón, el desánimo, el temor y los deseos de quitarse la vida.
Estas prisiones
espirituales son el producto de abrir puertas al demonio o como consecuencia de
la influencia del enemigo espiritual.
Incluso, los hombres de Dios son atacados. ¿Recuerda a Elías? Dios lo
utilizó poderosamente y horas después que ocurrieran por su mano hechos
portentosos, Jezabel profirió contra él amenazas y maldición: “Cuando Acab llegó a su casa, le contó a Jezabel todo lo que
Elías había hecho, incluso la manera en que había matado a todos los profetas
de Baal. Entonces
Jezabel le mandó este mensaje a Elías: «Que los dioses me hieran e incluso me
maten si mañana a esta hora yo no te he matado, así como tú los mataste a ellos».
Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de
Judá, y dejó allí a su sirviente. Luego siguió solo todo el día hasta llegar al desierto. Se
sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse: «Basta ya, Señor; quítame la vida, porque no soy mejor que mis antepasados
que ya murieron».”(1 Reyes 19:1-12)
Elías enfrentó al menos tres consecuencias de un ataque satánico que le
llevaron al cautiverio, temporal, pero al fin y al cabo, cautiverio: el temor,
el desánimo y el deseo de morirse. Igual que ocurre con millares de personas en
todo el mundo, muchas de ellas, fieles servidoras de Jesucristo.
Cuando enfrentemos situaciones adversas y las circunstancias parezcan
todas en contra nuestra, no podemos ni debemos hacer otra cosa que orar. Dios
es quien obra poderosamente a nuestro favor. Nos guarda y ayuda.
Un enemigo que no descansa
Además de moverse
alrededor del propósito que le asiste: destruir la creación de Dios, y a usted y a mí que somos lo que más
ama, Satanás no descansa en ese propósito y genera ataques por todos los medios
posibles.
Un vivo ejemplo de su accionar destructor, que incluye a hombres y
mujeres de Dios, lo encontramos en las asechanzas que puso contra el patriarca
Job. La biblia dice que “Un día los miembros
de la corte celestial llegaron para presentarse delante del Señor,
y el Acusador, Satanás, vino con ellos.
El Señor le preguntó a Satanás: —¿De dónde vienes?
Satanás contestó al Señor: —He estado recorriendo la
tierra, observando todo lo que ocurre. Entonces el Señor
preguntó a Satanás: —¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en
toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor
de Dios y se mantiene apartado del mal. Satanás le respondió al Señor: —Sí, pero Job tiene una buena razón para temer a Dios:
siempre has puesto un muro de protección alrededor de él, de su casa y de sus
propiedades. Has hecho prosperar todo lo que hace. ¡Mira lo rico que es! Así
que extiende tu mano y quítale todo lo que tiene, ¡ten por seguro que te
maldecirá en tu propia cara! —Muy bien, puedes probarlo —dijo el Señor a Satanás—. Haz lo que quieras con todo lo que posee,
pero no le hagas ningún daño físico. Entonces Satanás salió de la presencia de
Señor.”(Job
1:6-12, Nueva Traducción Viviente)
Lea el texto cuidadosamente y
encontrará que nuestro enemigo espiritual procuraba generar caos y destrucción
alrededor de la vida física y espiritual de Job, así como a su familia y
propiedades. Una desgracia total, que lo arrinconara hasta el nivel de la
desesperación y la desesperanza. Ah, y recuerde que Job era un hombre de Dios,
lo que pone en evidencia que al igual que en el caso de Elías, y tantos hombres
registrados en la Biblia ,
usted y yo somos el blanco de los ataques satánicos.
¿No es acaso lo mismo que procura
hacer hoy? Sin duda que sí. Para lograr su propósito, de tener dominio sobre toda la tierra como lo
describe el pasaje Escritura, despliega todo un abanico de tentaciones y
posibilidades de pecar, acudiendo a la proclividad del ser humano a trasgredir
los mandatos de Dios.
Cristo nos libra de las cárceles espirituales
Todos los seres humanos estamos
expuestos a los ataques de Satanás. No podemos permitir que siga invadiendo
nuestro territorio, sin hacer nada. Recuerde, en Cristo tenemos asegurada la
victoria y nos corresponde librar las batallas contra Satanás y sus huestes de
maldad.
El Señor Jesús impartió claras instrucciones de cómo ser libres de las
“prisiones espirituales” en las que
busca meter Satanás a todas las personas. “Jesús contestó: —Les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del pecado.
Un esclavo no es un miembro permanente de la familia, pero un
hijo sí forma parte de la familia para siempre. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes son
verdaderamente libres.”(Juan
8:34-36, Nueva Traducción Viviente)
Las palabras del amado Maestro son reveladoras por que ponen de
presente que, si nos descuidamos, e incurrimos en pecado, Satanás tendrá “derecho legal” para esclavizarnos. Ese
es el mayor problema de quienes, aún siendo cristianos, consideran que no hay
ningún problema en abrir puertas a la maldad. ¡Tremendo error! El mundo de las
tinieblas toma fuerza.
Pero el mensaje también es alentador porque nos enseña que, si nos
sometemos a Dios, su caminamos de su mano, Jesús mismo nos hace libres de toda
atadura al pecado. Él rompe las cadenas.
No importa si es una atadura a la inmoralidad sexual, un hábito del que
considera que no puede salir o quizá, el temor, la duda, el desánimo, la
incredulidad o el deseo de morir. ¡Cristo nos hace libres!
No siga encarcelado espiritualmente. Dios tiene enormes bendiciones
para su vida y basta que las tomemos. No obstante, es necesario que rompa todas
las cadenas, no en sus fuerzas sino en el poder de Jesús, el Señor. Recuerde:
usted fue concebido para ser libre…
¿Ya tomó la
mejor decisión?
La mejor decisión de todo ser humano, es recibir a Cristo como Señor y
Salvador de su vida. Es el paso para emprender una nueva vida. Basta que le
diga en oración, allí donde se encuentra: “Señor Jesucristo, gracias por morir
en la cruz por mis pecados, y traer perdón.
Reconozco mi pasado de pecado y vengo a tu presencia a pedir perdón.
Entra en mi vida como mi Señor y Salvador, y haz de mi la persona que tú
quieres que yo sea. Amén”
Puedo asegurarle que esta sencilla oración marcará la diferencia en su
vida desde hoy. Su vida será renovada por el poder de Dios. Ahora tres
recomendaciones finales. La primera, haga de la oración un principio de vida.
Orar es hablar con Dios. El segundo, lea la Biblia ; en ella aprenderá principios que le
llevarán al éxito y, por último, comience a congregarse en una iglesia
cristiana. Puedo asegurarle que jamás se arrepentirá de haber tomado esa
determinación.
Si tiene alguna inquietud, por favor no dude en escribirme a pastorfernandoalexis@gmail.com
o llamarme al (0057) 317-4913705.
© Fernando
Alexis Jiménez
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