La infidelidad destruye a su cónyuge y a sus hijos |
Por Fernando Alexis Jiménez
U
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na de cada cinco personas en el mundo ha
caído en infidelidad mientras que el 80% de quienes están casados, alguna vez
contempló la fantasía de tener una relación extra marital. No se trata de
especulaciones sino de conclusiones a las que llevaron dos estudios de las
Universidades de Chapma, Orange y la Estatal de California (Estados Unidos)
tras encuestas realizadas entre más de 60 mil personas.
De
acuerdo con los científicos los hombres son más vulnerables puesto que producen
altos niveles de testosterona, por lo cual tienden a ser más arriesgados y a
tener más aventuras amorosas. No obstante desde la década de los ochenta ha
comenzado a crecer el índice de mujeres adúlteras.
La
psicóloga clínica, Susan Heitler, explica: “Mi
práctica clínica sugiere que todavía hay más hombres infieles, pero la brecha
de género ha disminuido con el paso de los años. A mayor edad hay menos
infidelidades debido a que con los años la necesidad de encontrar seguridad en
una relación aumenta y el interés y el deseo sexual se van
desvaneciendo.”(Revista Semana. “Cuál es su riesgo de ser infiel”. 15/02/2015.
Colombia Edición 1710. Página 70).
¿Cuáles
son los factores de riesgo?¿Hay forma de evitar caer en la infidelidad?¿De qué
manera afecta la relación de pareja y al interior del hogar el que se presente
una relación extramarital? Estos y otros interrogantes asaltan hoy día a
millares de personas, preocupadas por el grado de decadencia de los matrimonios
que sigue tomando fuerza aun cuando—por supuesto—hay salida y está en permitir
que Jesucristo ocupe el primer lugar a nivel familiar.
La
infidelidad, una afrenta a los principios de Dios
Cuando Dios instituyó el matrimonio, lo
concibió con dos propósitos: El primero, para ser espacio de amor, unión y
crecimiento, y el segundo, que permaneciera en el tiempo.
La infidelidad jamás estuvo en Su plan
eterno.
Paradójicamente,
los índices de matrimonios que terminan en divorcio como consecuencia de la
infidelidad, están creciendo. Generalmente son los hombres quienes incurren en
este comportamiento. No obstante, investigaciones de la Universidad Estatal de
California señalan que es preciosamente a los hombres a quienes más les molesta
que su pareja les sea infiel sexualmente, mientras que a ellas les perturba más
saber que su novio o esposo se enamore de otra.
La edad es el otro factor clave para cometer
adulterio. Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences encontró que en el
último año de cada decenio, es decir, a los 29, 39 o 49 años, las personas
sufren grandes cambios y tienen mayor propensión a ser infieles, especialmente
los hombres.
Según
Kelly Campbell, psicóloga y profesora asociada de la Universidad del estado de
California en San Bernardino, Estados Unidos, el riesgo disminuye entre los 35
y 50 años, pues en la mediana edad la gente está más enfocada en los hijos y
sus carreras. (Citada en Revista Semana. “Cuál es su riesgo de ser
infiel”. 15/02/2015. Colombia Edición 1710. Página 70).
En
criterio de los especialistas la insatisfacción sexual, los vacíos emocionales,
no sentirse deseado por la pareja y la inseguridad en la relación, son factores
de riesgo en un matrimonio. Ahora, una vez se incurre en infidelidad, las
consecuencias son desastrosas y traen mucho dolor para todos. Lo primero que se
pierde es la confianza en el otro y, generalmente, comienzan las discusiones
que desencadenan ofensas verbales y heridas emocionales.
El profeta Malaquías escribiendo
por inspiración de Dios, advierte: “Esta es otra cosa que hacen: cubren el altar del Señor con
lágrimas; lloran y gimen porque él no presta atención a sus ofrendas ni las
acepta con agrado. Claman: «¿Por qué el Señor no acepta mi adoración?». ¡Les diré
por qué! Porque el Señor fue testigo
de los votos que tú y tu esposa hicieron cuando eran jóvenes. Pero tú le has
sido infiel, aunque ella siguió siendo tu compañera fiel, la esposa con la que
hiciste tus votos matrimoniales. ¿No te hizo uno el Señor con tu esposa? En cuerpo y espíritu
ustedes son de él. ¿Y qué es lo que él
quiere? De esa unión quiere hijos que vivan para Dios. Por eso, guarda tu
corazón y permanece fiel a la esposa de tu juventud. «¡Pues yo odio el divorcio!
—dice el Señor,
Dios de Israel—. Divorciarte de tu esposa es abrumarla de crueldad —dice
el Señor de los Ejércitos Celestiales—. Por eso
guarda tu corazón; y no le seas infiel a tu esposa».(Malaquías 2:13-16. NTV)
Observe con cuidado que la
infidelidad trae como consecuencia: Separación de Dios, contrariar sus planes
trazados desde la eternidad para la institución familiar, traición, dolor y
heridas emocionales difíciles de sanar, daños humanamente irreparables en el
sentido de seguridad de los hijos y altos grados de desconfianza.
Ahora,
¿hay salida para el laberinto? Por supuesto que sí, con ayuda de Dios. El
afamado conferencista en temas de familia, Gary Chapman, escribe: “¿Qué hay después de una
aventura?¿Puede sanar el matrimonio? Sí, si hay arrepentimiento genuino.
Arrepentirse significa “dar la vuelta”. En el caso de un affaire, esto
significa que se debe evitar una relación adúltera. Si fue usted quien incurrió
en este comportamiento, reconozca ante su pareja que ha cometido un error, que
le ha pedido perdón a Dios y que está dispuesto a restaurar su matrimonio.
Pídale perdón por hacer lo que sabía que estaba mal. Interrumpa toda relación
extramatrimonial. En la mayoría de los casos, esto requerirá cortar todo
contacto. Ahora estará listo para pedirle a su cónyuge que le perdone.” (Gary
Chapman. “Los cinco lenguajes del amor – Devocionales”. Tyndale House Editores.
2012. EE.UU)
Un matrimonio donde ha habido
infidelidad sí puede salvarse, si tomamos conciencia a tiempo del error
cometido. Otro elemento es tener claridad que la infidelidad va en contravía de
los planes divinos.
La
decisión de salvar el hogar está en sus manos. Nadie podrá tomarla por usted. Y
es con una determinación firme y prendidos de la mano de Dios, como podemos
lograrlo.
Encuentre
complacencia emocional y sexual en su matrimonio
Un estudio que se realizó alrededor de las personas con
tendencias a la infidelidad señala que si alguien
le gusta ser atrevido, es narcisista y tiene poco autocontrol tendría una
personalidad que favorece la infidelidad. También entran en este cuadro de
análisis psicológico quienes preocupan poco por los sentimientos de los demás y
no tienen escrúpulos.
Otro
elemento a considerar es el pasado familiar que puede aumentar el riesgo.
Quienes han visto a sus padres con amantes pueden seguir los mismos pasos
porque lo ven como algo normal. Aunque, igualmente, puede servirles para que
sean más cuidadosos y no repitan dicho ejemplo.
¿Hay más factores de riesgo? Sin duda que sí. Podríamos
citar el aburrimiento y la monotonía. Más del 40
por ciento de los que le ponen los cachos a su pareja están motivados por
buscar nuevas sensaciones, especialmente en cuanto a sexo se refiere. Otro
aspecto a considerar es el que los expertos llaman el entorno de riesgo. Es
decir, cuando alguien está rodeado de personas atractivas, ya sea por el círculo
social o el ambiente laboral en el que se desenvuelve a diario. “Compartir en diferentes espacios con buenos
partidos o sentir atracción por gente del trabajo es un riesgo muy grande.
Muchos no pierden la oportunidad, sobre todo los que viajan frecuentemente y
pasan mucho tiempo fuera de la casa”, asegura la psicóloga clínica, Susan
Heitler. (Citada en Revista Semana. “Cuál es su riesgo de ser infiel”.
15/02/2015. Colombia Edición 1710. Página 71).
¿Qué
hacer ante la tentación? Lo más recomendado es
pensarlo dos veces antes de caer en infidelidad, pues las relaciones
clandestinas traen consecuencias dañinas para quien incurre en ella como para
su pareja e hijos.. En el momento puede ser muy gratificante, pero cuando se
confronta la realidad puede ser muy doloroso.
Un
paso fundamental es enamorarnos de nuestra pareja, valorar lo que ha
significado para nuestra existencia, tener en cuenta lo trascendental de
cualquier decisión ya que hay hijos de por medio y, por supuesto, tener en
cuenta el propósito eterno de Dios para la familia.
El
rey Salomón escribió que es en la relación de cónyuges en la que debemos
encontrar gratificación emocional y sexual: “Bebe el agua de tu propio pozo; comparte tu amor únicamente con
tu esposa. ¿Para qué derramar por las calles el agua de tus manantiales
teniendo sexo con cualquiera? Deben reservarla solo para los dos; jamás
la compartan con desconocidos. Que tu esposa sea una fuente de bendición para
ti. Alégrate con la esposa de tu juventud. Es una cierva amorosa, una gacela
llena de gracia. Que sus pechos te satisfagan siempre. Que siempre seas
cautivado por su amor.” (Proverbios 5:15-19. NTV)
Observe
cuidadosamente que Dios anuncia bendición, satisfacción y aún crecimiento en la
relación de pareja. Y es aquí donde traigo a colación la inquietud de alguien
que me escribió: “¿Es pecado desear a mi mujer?”. Y la respuesta es categórica:
Es a su cónyuge y a nadie más que a él o a ella a quien debe desear. Desear a
alguien distinto no es otra cosa que adulterio (Cp. Mateo 5:27, 28)
Es
tiempo de entrar a considerar con detenimiento qué nos enseña la Palabra en
cuanto a la relación de pareja y aplicar correctivos. Con ayuda de Dios vamos a
lograrlo, porque Él nos acompaña paso a paso en el proceso.
Si no lo
evitamos, la infidelidad nos lleva a la destrucción
¿Ha tenido oportunidad de apreciar a
quienes han caído en infidelidad? Tal vez coincidirá con nosotros en que su
vida se vuelve un crucigrama, llena de problemas. De un lado, debe reorganizar
su vida emocional y de otro, están las consecuencias destructivas que trajo a
su cónyuge y a sus hijos.
No
en vano advirtió Dios a través del autor de la carta a los Hebreos: “Honren el matrimonio, y los casados manténganse
fieles el uno al otro. Con toda seguridad, Dios juzgará a los que cometen
inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio.”(Hebreos 13.4. NTV)
Las
consecuencias del adulterio son devastadoras. Aumenta la sensación de
inseguridad—ligada por supuesto a la desconfianza—en nuestra pareja, crecen las
discusiones en las que se intercambian ofensas, se anida el resentimiento al
tiempo que los hijos presentan cuadros de rebeldía, bajo rendimiento en el
estudio e inseguridad.
La
mayoría de los jóvenes inmersos en promiscuidad sexual, drogas, violencia,
rebeldía y una actitud antisocial, provienen de hogares disfuncionales donde la
separación de los cónyuges es el común denominador.
Nuestro
amado Padre celestial advirtió que la consecuencia de la infidelidad es la
destrucción personal, espiritual y familiar: “Hijo mío, ¿por
qué dejarte cautivar por una mujer inmoral o acariciar los pechos de una mujer
promiscua? Pues el Señor ve con
claridad lo que hace el hombre, examina cada senda que toma. Un hombre malvado
queda preso por sus propios pecados; son cuerdas que lo atrapan y no lo
sueltan. Morirá por falta de control propio; se perderá a causa de su gran
insensatez.”(Proverbios 5:20-23. NTV)
Es
tiempo de revisar cómo anda nuestro matrimonio. ¿Hemos caído en infidelidad? Y
si es así, ¿estamos en la dirección apropiada para aplicar correctivos? No será
fácil y un primer obstáculo a superar es la desconfianza de la pareja, pero por
supuesto, podrá lograrlo.
Gary Chapman, el autor y conferencista internacional, anota: “¿Cómo se reconstruye la confianza de su pareja después de incurrir
en infidelidad? La confianza crece cuando usted se muestra confiable, así que
no le mienta a su cónyuge. Cada vez que demuestre que usted es confiable,
crecerá la confianza de su pareja. No obstante si usted sigue engañándole,
nunca recuperará su confianza. Pídale a Dios que haga de usted una persona de
carácter e integridad…”(Gary Chapman. “Los cinco lenguajes del amor –
Devocionales”. Tyndale House Editores. 2012. EE.UU)
No
podemos seguir avanzando hacia un abismo sin fondo. El matrimonio hay que salvarlo
y quien ha incurrido en el error es quien debe dar el primer paso. Lo primero
que debemos hacer es someter la situación en manos de Dios y concederle el
primer lugar en nuestra familia. Otra acción concreta deben ser hechos
concretos que evidencien el cambio, y a través de la oración y el cambio en
nuestra forma de pensar y actuar, dar pasos decididos y permanentes hacia la
restauración del hogar.
No
podría terminar sin antes invitarle para que reciba a Jesucristo como el Señor
y Salvador de su vida. Es la mejor
decisión que jamás pueda tomar. Puedo asegurarle que no se arrepentirá porque
Cristo Jesús nos lleva a experimentar crecimiento personal, espiritual y
familiar. ¡Decídase hoy por Jesucristo!
© Fernando Alexis Jiménez
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