Por Fernando Alexis Jiménez
Rosaura
y Leonardo discutieron. Eran las diez de la mañana, y no podían especificar por
qué fue. Quizá un comentario, tal vez una palabra o un gesto recién despertaba
el solo, perezoso y juguetón, tras las montañas. Desde ese momento los dos
sintieron que todo perdió su encanto, el día no era el mismo.
Rosaura
estaba haciendo cuentas en su oficina, y pensaba en su esposo. “¿Qué dirá si lo llamo?¿Estará enojado
conmigo, todavía?”, se preguntaba.
Leonardo
coincidía en estos pensamientos mientras velaba que la producción de conservas,
en la factoría, cumpliera los estándares de calidad exigidos. Entre lata y lata
de alimentos, la imagen de Rosaura estaba en su pensamiento.
Si hemos ofendido a la familia, es necesario pedirles perdón |
Finalmente
una llamada. Decidieron pedir perdón el uno al otro. El asunto se arregló. Y
esas pocas palabras: “Perdóname, me
equivoqué”, imprimieron una nueva dinámica al día. Todo cambió. El sol se
pintó de alegría y hasta el reloj de pared, en la oficina, parecía entusiasmado
mientras el minutero se dejaba perseguir por el segundero.
¿Qué
está ocurriendo con tu relación de pareja?¿Dejaste que la molestia, el
resentimiento, el rencor o la rutina te embarguen? Es tiempo de hacer un alto
en el camino. Si no aplicas correctivos, pronto estarán discutiendo por
elementos intrascendentes y la relación terminará más distante hasta que no
solo se produzca una separación de cuerpos, sino emocional.
Una
valiosa reflexión del autor, Richard J. Leider,
pone de relieve el asunto: “Son
innumerables los matrimonios que rápidamente decaen en comentarios coléricos, o
con la misma frecuencia, o en el silencio total.” (Richard J. Leider/ David A.
Sharipo. “Vuelva a empacar sus maletas”. McGraw Hill. México. 2006. Pg. 19)
Limitarse
a ver pasar los días… Y esa, sin duda, no es la voluntad de Dios. Él desea que
aprovechemos al máximo cada instante, y que lo vivamos bien junto con nuestra
familia.
La
fe cristiana encuentra sentido, cuando reconocemos los errores y nos disponemos
a pedir perdón, comenzando por nuestra propia pareja si le hemos ofendido. El
Señor Jesús enseñó: “Por lo tanto, si presentas una ofrenda en el
altar del templo y de pronto recuerdas que alguien tiene algo contra ti, deja la ofrenda allí en el altar. Anda y
reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda a Dios.”(Mateo
5:23, 24. NTV)
Piense
por un instante que, si continúa guardando rencor con su pareja o algún miembro
de la familia, además de desasosiego perderá minutos, días, semanas valiosas
que podría disfrutar estando en armonía con ellos.
Hoy
es el día para pedir perdón y, además, disfrutar la vida que Dios desea para
usted. Es un proceso que a primera vista no resulta fácil, pero con ayuda del
Señor podemos lograrlo. Y hablando de Dios, ¿ya recibió a Jesucristo en su
corazón? Hoy es el día para que lo haga. Le asunto que es una decisión de la
que jamás se arrepentirá porque alcanzará el crecimiento personal y espiritual
que tanto anhela. Tome hoy la decisión.
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