Por
Fernando Alexis Jiménez
Luis se enojó con su
esposa. Por cualquier trivialidad. Discutieron. Él la ofendió. El resto del día
los dos la pasaron muy mal. Él pasó más de una hora marcándole al celular,
antes que ella respondiera. “No quiero
hablar contigo porque me ofendiste esta mañana y te fuiste si decir nada, ni
siquiera lo siento…”, se quejó ella.
Cuando Rosario revisó el
diálogo sostenido con su amiga, comprobó que se fue de palabras sin razón de
ser. Se salió de casillas. Un malentendido, sin duda. Ahora tenía el compromiso
de llamarla y pedirle disculpas, pero le resultaba muy complicado. Debía
primero vencer la raíz de orgullo. Difícil pero necesario.
Utilice con su familia, palabras que edifiquen y no que destruyan |
Tal vez usted mismo está
viviendo esa situación. Discutió con su esposa o quizá con sus hijos o alguien
cercano en su círculo de amistades. ¿Qué piensa hacer?¿Acaso dejar que pase el
tiempo sin resolver esa situación?
Lo más fácil es
enojarnos y ofender, y con las palabras hirientes viene el distanciamiento. En
ese proceso dañamos a las personas, incluso a las que amamos.
Con las personas que nos
afectan positivamente, a las que apreciamos o amamos, es necesario volver a
reencontrarnos. Viene a mi mente lo que escribe Richard J. Leider: “¿Cuántas horas alegres ha
desperdiciado usted últimamente? Si usted es capaz de reírse de sí mismo, eso
cambia por completo su estado de ánimo. Piense en esto la próxima vez que se vea apremiado por la mañana,
desesperado por irse a trabajar. Deténgase y trate de ver el aspecto gracioso
de la situación, y de todo aquello que tiene por arreglar con las personas cercanas
ese día.”(Richard J. Leider/ David A. Sharipo. “Vuelva a empacar sus maletas”.
McGraw Hill. México. 2006. Pg. 17)
Cuando
hacemos un análisis cuidadoso, sin duda descubrimos que herimos con nuestras
palabras y acciones, a las amistades pero—en primer lugar—a los miembros de
nuestra familia. Recuerde que fuera somos el fiel reflejo de cuanto somos en
casa. Alguien agresivo con sus compañeros de trabajo, lo ha sido primero en el
hogar.
Estoy
convencido que cada vez que nos empecinamos en discutir, cerramos toda puerta
al entendimiento y la paz interior se desmorona, aun cuando sea un poquito.
¿Qué
nos dice el libro de los triunfadores que es la Biblia? “En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de
angustia.”(Proverbios 17:17)
Las personas que
amamos—nuestra familia—y aquellas por quienes profesamos aprecio—nuestras
amistades—son valiosas en nuestra vida. Hoy es el día para restablecer las
conexiones. Pedir perdón si les hemos ofendido o arrojar al fondo del mar los
recursos del daño que tal vez nos causaron.
Si se trata de su pareja
o sus hijos, perdónelos. Hoy es el día para hacerlo. Recupere una partecita
valiosa que le llevará a esa paz interior que Dios desea que experimente.
Y hablando de Dios, ¿ya
recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? Hoy es el día para que lo haga.
Emprenderá tomado de Su mano, ese maravilloso camino hacia el crecimiento
personal y espiritual. Puedo asegurarle que no se arrepentirá…
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