Permita que Dios lo utilice como poderoso
instrumento en Sus manos...
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Fernando Alexis
Jiménez
¿
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Sirve usted al Señor en la extensión del Reino?
Maravilloso. Un gran privilegio. Pero ligado al primer interrogante, otro que
sin duda le llevará a reflexionar: ¿Qué tipo de servidor de Cristo es usted? Lo
planteo porque si hay algo está perjudicando enormemente la proclamación del
evangelio, lo constituyen quienes—predicando a Cristo—dejan de lado a Cristo y
son ellos quienes desean llamar la atención.
Pensemos por un instante en Juan el Bautista, en ese
maravilloso relato que encontramos en Marcos 1:1-8. ¿Qué imagen tiene usted de
Juan el Bautista?¿Que se trataba de un orador tremendo?¿Un líder de amplio
reconocimiento que fue clave en el proceso de presentar el ministerio del Señor
Jesús?¿Un líder que aprovechó su posición para lograr el reconocimiento de
todas las personas? Definitivamente no.
Juan el Bautista rompió los esquemas. Se consideraba así
mismo, simplemente un instrumento en las manos de Dios, como lo dijo a las
multitudes: “Juan anunciaba: «Pronto viene alguien que
es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de inclinarme como un
esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Yo los bautizo conagua, ¡pero él los
bautizará con el Espíritu Santo!”(Marcos 1:7, 8. Nueva Traducción Viviente)
Él encarnaba el cumplimiento de las profecías (Isaías 40:1-3) No era el
protagonista sino quien servía al verdadero protagonista: el Señor Jesús.
Fichas
en el ajedrez del Reino
Uno de los pasos más significativos para el crecimiento
personal y espiritual y que el ministerio que desarrollamos experimente
crecimiento, estriba en tener claro que Él –nuestro amado Salvador Jesucristo--es
quien debe recibir la gloria, no nosotros que simplemente somos instrumentos
en Sus manos.
Aun cuando Juan el Bautista era uno de los hombres de más
significación en la obra de Dios, siempre reconoció la grandeza de Jesús y que
sólo con Su poderosa ayuda, podría avanzar. Hasta tal punto puso de relieve al
Señor, que se consideraba él mismo más indigno que un esclavo de tal manera que
no podría siquiera desatarle el calzado al amado Maestro (Marcos 1:7, 8)
Esa actitud humilde hace pensar en el sinnúmero de
líderes que llegan a un grado de arrogancia tal, que se consideran el centro de
todo y olvidan que—en todo momento—es a Cristo
nuestro amado Señor, a quien debemos exaltar.
El
valor de la perseverancia
El profeta Isaías enfatizó que el enviado—Juan el
Bautista-- era una voz en el desierto proclamando un mensaje: Es una voz que
clama en el desierto: “¡Preparen el
camino para la venida del Señor! ¡Ábranle camino!”(Marcos 1:3. Nueva Traducción
Viviente)
¿Se ha sentido alguna vez que el ministerio que
desarrolla pareciera no rendir frutos?¿El desánimo tocó alguna vez a su puerta?
Tenga presente que, si somos instrumentos de Dios, una característica que debe identificar lo
que hacemos es la perseverancia. Avanzar, no detenernos y—en caso de encontrar oposición,
burlas y críticas, inclinarnos por la persistencia--. Es el distintivo de los
triunfadores.
Ahora, apreciando la vida de Juan el Bautista, hallamos
que a la perseverancia, sumaba otra impronta: la humildad, que evidenciaba
en su ser: “Juan usaba ropa tejida con pelo rústico de
camello y llevaba puesto un cinturón de cuero alrededor de la cintura. Se
alimentaba con langostas y miel silvestre.”(Marcos 1:6. Nueva Traducción
Viviente)
Un hombre sencillo, que no procuraba llamar la atención.
Elemental y austero en su forma de vida. ¡Cuán distinto de los
súper-evangelistas de nuestro tiempo que gastan cuantiosas sumas de dinero para
promover su ministerio, cuando es Dios quien se encarga de exaltar lo que
hacemos!
Y ante un hombre así, sencillo, humilde, sin mayores
pretensiones y el único propósito—indeclinable y permanente de servir al
Señor—acudían las multitudes para escuchar su mensaje: “Ese
mensajero era Juan el Bautista. Estaba en el desierto y predicaba que la gente
debía ser bautizada para demostrar que se había arrepentido de sus pecados y
vuelto a Dios para ser perdonada. Toda
la gente de Judea, incluidos los habitantes de Jerusalén, salían para ver y oír
a Juan; y cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.”
(Marcos 1:4, 5. Nueva Traducción Viviente)
Era un mensaje que confrontaba, que llamaba al
arrepentimiento y la conversión, y a pesar de ser mensajes fuertes, todos
querían oírlo y ser transformados por el mensaje. ¿El secreto? Él exaltaba al
Señor, siempre.
¿Desea
ser instrumento útil?
Si usted desea ser un instrumento útil en manos del
Señor, no debe perder de vista el hecho de que le sirve a Él, a Jesús, y que es
Él quien debe ocupar el primer lugar en todo lo que usted piensa y hacer.
Cristo es realmente quien importa. Usted y yo sólo servimos a la mesa, donde Él
se encuentra. Él es el centro de todo, no nosotros.
Mi sugerencia es que revise su vida y si halla que el
orgullo le toca su corazón, es importante reconocer el error, y someternos
totalmente a Jesucristo a quien servimos. Es el paso para que el ministerio en
el cual trabajamos, realmente crezca y alcance un mayor número de personas.
¡Hoy es el día para cambiar, con ayuda del Señor!
Si tiene alguna inquietud, por favor no dude en
escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com
© Fernando Alexis
Jiménez
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