Si usted está vivamente interesado en
fortalecer su relación de pareja y, de paso, ejercer una influencia
transformadora sobre sus hijos, es importante que se formule dos preguntas que
marcarán impacto en su vida: ¿Qué
estoy invirtiendo en mi familia?, y la segunda: ¿Qué estoy dispuesto a sacrificar por mi familia?
Generalmente las
personas esperan lo mejor de la vida—como si el mundo entero tuviera una deuda
con ellas—y eso aplica al entorno familiar. Esperamos vivir sin conflictos,
manteniendo unas buenas relaciones con el cónyuge y los hijos, pero a cambio no
queremos dar nada. Creemos equivocadamente que mis familiares están en deuda
conmigo—bien sea porque proveo, porque concino, porque mantengo todo en orden,
porque doy las órdenes—y me deben prodigar amor, cuidados y respeto.