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Grandes metas son posibles en el poder de Dios

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Fernando Alexis Jiménez
N
o hay nada más maravilloso que ser instrumentos en manos de Dios. De Su mano poderosa emprendemos grandes metas. Él es nuestro ayudador; sin embargo, como siervos del Reino debemos estar preparados para enfrentar oposición. ¿Qué hacer? En primer lugar, tener conciencia de que no nos vamos a dejar robar la bendición de Dios, y en segundo lugar, llevar todo lo que nos preocupa al Señor en oración. Él es quien nos asegura la victoria siempre y en todo momento.

Es importante que, cuando servimos a Dios, cuando hay grandes sueños en nuestro corazón, cuando estamos comprometidos con la extensión del Reino, tengamos en cuenta tres elementos esenciales: el primero, es que las grandes metas se logran cuando hay unidad (Nehemías 3:1-12); el segundo,  trabajar para Dios obliga que estemos preparados para enfrentar oposición (4:1-5), y el tercero, Dios nos asegura la victoria frente a quienes se oponen a la obra del Reino (vv. 6-23)


Dios nos permite emprender y terminar
grandes proyectos, en victoria siempre...
¿Está comprometido en grandes metas? No se detenga. Si avanza como lo hizo Nehemías, prendido de la mano del Señor Jesús, tiene asegurada la victoria. Es una ley universal del Reino.

La reconstrucción de las murallas de Jerusalén obligó la participación de todos: sacerdotes, oficiales del ejército, mercaderes, orfebres y también mujeres que hicieron su aporte decidido (Cf. 3:12)

La meta era reparar las brechas en la muralla para evitar los ataques enemigos. Igual que debemos hacer con nuestra vida: estar preparados y saber que la única forma de enfrentar exitosamente los ataques del enemigo, es redificando las murallas en oración y ayuno. Que Dios ocupe el primer lugar en nuestra vida y familia; en general, en todo cuanto hacemos. Ahora, permítame decirle que hay registros arqueológicos (1969-1971) que respaldan la ocurrencia de tales trabajos de Nehemías y sus colaboradores.

El primer paso para emprender la obra fue consagrar los trabajos al Señor (3:1) Es lo que debemos hacer siempre: someter en manos del Señor lo que hacemos. ¿Todo saldrá bien? Por supuesto, pero es natural que salgan al paso obstáculos. Como es previsible no todos estuvieron dispuestos a sumarse al proyecto. Hay quienes se oponen y pretenden sembrar el desánimo (3:5; 6:18)

Insisto: Cuando emprendemos un proyecto, y más si es para el Señor, es previsible que encontremos oposición (4:1) Quienes servimos a Dios siempre encontraremos personas como Sanbalat: Recuerde que Sanbalat hizo al menos tres cosas: estaba inquieto por la autoridad que tenía Nehemías (v. 2:10);  despreció el propósito de reparar la muralla (2:19), y se enojó cuando se enteró que el reto enorme de reconstruir las murallas no les desanimaba (4:1, 2)

Cuando trabajamos para el establecimiento de Reino, es previsible encontrar no solo oposición sino menosprecio (4:3) Cuando enfrentamos situaciones así, no podemos depender de nuestras fuerzas ni pelear con nuestras capacidades, sino en el poder de Dios (4:4, 5; Cf. Salmos 7:6-9; 28:3-5; 34:21; 55:9-15)

“El que hace invocaciones imprecatorias, como hizo Nehemías (4:4, 5) toma el punto de vista de Dios cuando pide que los impíos sean juzgados; Él ve que el enemigo del pueblo de Dios es enemigo de los propósitos divinos. Las partes imprecatorias de las Escrituras deben aplicarse con mucha sabiduría y precaución.”(Biblia de Las Américas de Estudio. Editorial Hollman Publisher. EE.UU. 2010. Pg. 646)

Nehemías y el pueblo israelita que trabajaban en la reconstrucción de los muros de Jerusalén obtuvieron la victoria, porque el Señor les acompañaba en todo momento. Y era posible, porque dependían de Él. Claro, es necesario estar preparados para la batalla, pero si libramos la guerra, hacerlo de la mano del Señor, quien nos hace victoriosos.
© Fernando Alexis Jiménez


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