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Una Imagen equivocada de Dios

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Es importante que tengamos
un acercamiento al Señor para conocerle
como en verdad es...
Fernando Alexis Jiménez
Desde niño le enseñaron que Dios era un anciano de cabello blanco, ceño fruncido y una inmensa túnica blanca que cubría sus pies. Iba de un lado para otro, pensativo, a la caza de quienes cometían algún error. Como se sentía ofendido, inmediatamente les enviaba un castigo. No se iba por las ramas.

Esa imagen la conservó hasta la adolescencia, cuando entró al colegio bíblico y se tornó más vívida cuando ingresó al Seminario Teológico para prepararse como pastor. Jamás podrá olvidar el día de la graduación. Lucía un traje oscuro, estaba bien afeitado y peinado y su mirada reflejaba la convicción del “No puedes hacer esto o decir aquello porque el Creador se ofende”.

Desde el púlpito predicaba tal como le habían instruido en la infancia. “Dios castiga el pecado”, gritaba a los parroquianos del pueblo, en las jornadas de predicación callejera. Tenía el anhelo de que se convirtieran a Cristo. Pero no fue así. Las pocas personas que asistían al templo, progresivamente desertaron.

Oró a Dios al respecto. “¿Qué debo pensar, Señor?¿Acaso soy yo o tal vez mis mensajes?!Dime qué camino tomar!”, le decía.

Y sintió un vivo deseo de volver a las Escrituras. Las leyó con avidez. Incluso, con más detenimiento que cuando estaba en el Seminario. Sus mensajes fueron diferentes desde entonces. Sentía como si un velo se hubiese caído de sus ojos. Podía ver las cosas con una perspectiva diferente.

Los bosquejos de Dios

Hace algún tiempo la BBC de Londres publicó una imagen de lo que, según un grupo de investigadores, sería una aproximación al rostro del Señor Jesús. Por supuesto, muy distinto del hombre blanco, de ojos azules, nariz perfilada y cabello ondulado y rubio. Diametralmente opuesta a ese imaginario.

¿Por qué esa investigación chocó tanto con millares de personas? Porque lo presentaba como un hombre de baja estatura, ojos negros brillantes, cabello ensortijado y trigueño; incluso, lo hacía lucir como algo robusto. “No es el mismo Jesús del que me han enseñado”, repetían las personas.

Es probable que eso mismo ocurra con la imagen que le han ofrecido desde la niñez respecto a Dios. Permítame decirle que sólo le han pintado bosquejos. El real es muy diferente. Es un Padre celestial que nos ama y desea lo mejor para nosotros.

Dios ama, no condena sin motivo

Las Escrituras nos permiten tener un
mayor acercamiento a la realidad de quién
es Dios y lo que significa para nosotros...
La imagen que nos vendieron a muchos de nosotros, fue la de un Dios castigador e inmisericorde y aunque no nos lo proponíamos, era una concepción errada que incluso nos impedía orar adecuadamente. Este ha sido el principal  para que muchas personas cierren las puertas al Creador. Se sienten tan indignas de que entre a sus corazones, que prefieren seguir como hasta ahora.

Es cierto, Dios castiga el pecado cuando alguien persiste en seguir cometiéndolo y desecha el arrepentirse y cambiar. Pero nos ama y a pesar de múltiples fallas, siempre está con los brazos abiertos, presto a recibirnos. Es un Dios de amor.

El amado Señor Jesús dijo a sus seguidores, y también a nosotros hoy: Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en el Hijo de Dios no será condenado. Pero el que no cree ya ha sido condenado, por no haber creído en el hijo único de Dios.”(Juan 2:17, 18. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).

El Padre celestial nos ofrece siempre una nueva oportunidad, por su infinito amor. Tenemos la posibilidad de ser transformados, si le abrimos el corazón; Él entrará y tornará renovada nuestra existencia...

A propósito, ¿le recibió en su corazón? Hoy es el día para que tome esa decisión. Ábrale las puertas de su vida al Señor Jesús. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. De la mano del Señor Jesús emprendemos el maravilloso proceso de crecimiento personal y espiritual.

Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarme al (0057) 317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez


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