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La oración libera poder divino

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Las Escrituras nos enseñan que, cuando oramos,
el poder de Dios se libera a favor
nuestro...


Fernando Alexis Jiménez
P
or más de tres semanas estuvo buscando empleo. Una verdadera maratón que comenzó veinticuatro horas después de que lo desvincularan laboralmente. Estaba literalmente destrozado y sin esperanzas. Todos los lugares a los que iba parecían reunir un común denominador: le cerraban las puertas. En toda parte le decían que no había vacantes.

Y él estaba allí, desesperado, con varias cuotas del apartamento por cancelar, la colegiatura de sus dos hijos sin cancelar, y ni siquiera un poco de arroz para poner a cocer en la olla.

Fue el desasosiego y no otra cosa lo que le llevó a orar a Dios. Le pidió su ayuda. Volcó todo lo que tenía en el corazón. En un momento del clamor hasta las lágrimas saltaron a sus ojos. Pero al día siguiente, todo era diferente. Entregó más copias de su hoja de vida con confianza. Y la respuesta llegó. ¡Dios hizo el milagro en respuesta a su oración!


El poder divino que libera la oración

La oración tiene poder, desata el poder, nos lleva a movernos en la dimensión del poder. Cuando vamos al Señor en oración, Él responde. Es algo que está intrínsecamente ligado a nuestra disposición de corazón.

El Señor Jesús enseñó que aquello que pidiéramos y ordenáramos desde el plano físico, se daría en el plano espiritual y viceversa, cuando dijo: Les digo la verdad, todo lo que prohíban en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitan  en la tierra será permitido en el cielo.”(Mateo 18:18. Nueva Traducción Viviente)

No hay límites. Los límites los ponemos nosotros. ¿De qué manera? A través de la incredulidad. La duda levanta a nuestro alrededor una enorme barrera que es difícil de derribar, a menos que con corazón sincero volvamos la mirada al Señor. Él hará posible lo imposible.

El principio esencial de la unidad

Hay dos maneras de orar: una de manera individual, que es cuando vamos a la Presencia del Señor pidiendo algo, y la otra, cuando nos unimos varios creyentes para solicitar la intervención de Dios en un asunto específico.

Es un principio del Reino de Dios que reviste mucha importancia, como enseñó Jesús, nuestro amado Salvador: También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará.”(Mateo 18:19. Nueva Traducción Viviente)

Si estamos unidos en oración.
lo imposible se hace posible...
Cuando hay unidad, el poder de Dios se mueve y más cuando hay una característica especial: cuando oramos por la liberación del poder divino para que lo humanamente imposible se haga posible. Si comprendemos este fundamento, nuestra vida de oración experimentará un vuelco dramático pero transformador.

Dios acompaña nuestro clamor

Al principio de la unidad hay que sumar otro más: la permanencia en Dios. Sabemos que el Poderoso Señor en el que hemos creído está con nosotros, y cuando esa conciencia gobierna todo nuestro ser, las barreras caen al suelo.

El amado Salvador lo dejó claro cuando instruyó: Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos.”(Mateo 18:20. Nueva Traducción Viviente)

Estar reunidos en el nombre de Dios. He ahí el secreto. No congregarnos para mostrar las enormes capacidades y talentos de uno u otro líder, sino para que el Señor sea exaltado. Y cuando eso ocurre, se desencadena una atmósfera de milagros y poder que sin duda hemos experimentado muchas veces cuando estamos moviéndonos en la dimensión sobrenatural de Dios.

El autor cristiano, Myles Munroe, lo describe de la siguiente manera: “Cuando se trata de cosas en la dimensión terrenal, el cielo actúa conforme a lo que hacemos. El cielo ata lo que nosotros atamos y desata lo que nosotros desatamos… Si queremos que Dios continúe interfiriendo, debemos seguir orando. La oración es un asunto serio. Cuando oramos nos comunicamos con un gobierno divino del cual somos embajadores.”(Myles Munroe, “Redescubra el Reino”. Editorial Peniel. Buenos Aires, Argentina. Pg. 58)

Tres elementos que hemos visto hoy y que revisten singular importancia para que nuestras oraciones toquen el corazón de Dios y desde Su presencia, se liberen milagros, los mismos que hemos venido necesitando.

A propósito, ¿ya recibió al Señor Jesús? Hoy es el día para que tome esa decisión trascendental. Recuerde que tomados de Su mano poderosa, emprendemos el maravilloso camino hacia el crecimiento personal y espiritual. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo y permítale que Él haga de usted, la persona que Él desea que usted sea.

Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al (0057) 317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez


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