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Aprendiendo a descansar en Dios

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Es importante que aprendamos a descansar
en Dios. Él nos enseña cómo hacerlo...


Fernando Alexis Jiménez
¿
Cuál es el común denominador de pastores, obreros y líderes que llegan al límite de sus fuerzas y dicen “Hasta aquí llegué”? Les asalta la frustración, la desolación y una extraña sensación de que Dios les dejó solos. “Pareciera que estoy predicando en un desierto”, me escribió alguien desde Guatemala. Es pastor a tiempo completo y predica seis días a la semana, dirige los devocionales, brinda aconsejamiento y, para completar, generalmente es quien ayuda a arreglar la iglesia.

El pobre hombre se había olvidado que era un instrumento en el Reino de Dios y que no era el eje alrededor del cual gravitaba el Reino de Dios. He ahí la gran diferencia.

Pero no se llame a engaño: él no es el único que atraviesa esa situación. Con más frecuencia de la que imagina, usted y yo caemos en la misma escena. Es con mucha regularidad que mi esposa Lucero debe llamarme al orden. “Debes descansar porque luego no querrás hacer nada”. Y tiene razón. Es tiempo de hacer un alto en el camino, dejar de escribir y dedicarme a leer un libro o ver una buena película.

Haga una auto evaluación sincera: ¿Está a punto de fundirse? Tal vez ha dado todo de sí y no hay espacio para más. Siente que no puede dar un paso más.

El ministro cristiano del que le hablé al comienzo, terminó saliendo del ministerio seis meses más tarde. Sencillamente creyó que sin él, nada iba a funcionar, y no quería sacar un día para descansar. Su esposa estaba cansada y no quería saber nada de iglesia y sus dos hijos adolescentes creían que el ministerio cristiano les había robado a su padre.

Dios no espera que muramos de cansancio

Es cierto que las responsabilidades que tenemos sobre los hombros son grandes. Incluso, es probable que sólo usted y yo conozcamos la dinámica del ministerio tal como debería funcionar. Sin embargo no somos indispensables; necesarios sí, pero no indispensables.

La congregación no se va a ir a pique porque sacamos tiempo para Dios, para nosotros y para nuestra familia. En absoluto. No podemos hacer lo que el profeta Moisés, que no tomaba un espacio para descansar.

Las Escrituras nos dicen que era una rutina diaria el esfuerzo de este ministro de Señor: “Al día siguiente, Moisés se sentó para oír los pleitos que los israelitas tenían unos con otros. Y el pueblo esperó a ser atendido delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.”(Éxodo 18:13. Nueva Traducción Viviente)

Seguramente si el día hubiese tenido cuarenta y ocho horas, ese sería el tiempo que habría trabajado Moisés. ¡Tremendo error! Dios no espera que muramos de cansancio. Él nos necesita reposados para que podamos rendir más.

Alguien te llamará la atención

Si no prestas atención a la irritabilidad, el insomnio, el dolor en el cuerpo, las dolencias sin aparente explicación y tantas otras manifestaciones del cansancio, Dios se valdrá de algo o de alguien para llamarle la atención.

Relata la Biblia que: “Cuando el suegro de Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó: —¿Qué logras en realidad sentado aquí? ¿Por qué te esfuerzas en hacer todo el trabajo tú solo, mientras que el pueblo está de pie a tu alrededor desde la mañana hasta la tarde? Moisés contestó: —Porque el pueblo acude a mí en busca de resoluciones de parte de Dios.  Cuando les surge un desacuerdo, ellos acuden a mí, y yo soy quien resuelve los casos entre los que están en conflicto. Mantengo al pueblo informado de los decretos de Dios y les transmito sus instrucciones.—¡No está bien lo que haces! —Exclamó el suegro de Moisés—.  Así acabarás agotado y también se agotará el pueblo. Esta tarea es una carga demasiado pesada para una sola persona. ”(Éxodo 18:14-17. Nueva Traducción Viviente)

Si le preguntáramos a Dios qué quiere Él, sin duda nos dirá que desea equilibrio en todo lo que hagamos. Hay tiempo para trabajar, pero también, tiempo para descansar.

Usted y yo no somos el centro ni los protagonistas del Reino de Dios. Es Dios quien reina, y somos únicamente instrumentos útiles, pero cuidado: Dejaremos de ser útiles si no tomamos tiempo para descansar. Es necesario para usted, para su familia y para la propia congregación.

Permítale que le brinden ayuda

Quizá usted, por encontrarse tan ocupado, desconoce que hay infinidad de personas en su congregación que se encuentran sentados en la banca pero con un íntimo deseo de servir en la obra. ¿Por qué no los utiliza en la extensión del Reino? Le tengo la respuesta: Usted se cree indispensable, y es necesario que modifique ese patrón mental.

Relata el pasaje que Jetro, el suegro de Moisés, le dio un consejo: Ahora escúchame y déjame darte un consejo, y que Dios esté contigo. Tú debes seguir siendo el representante del pueblo ante Dios, presentándole los conflictos.  Enséñales los decretos de Dios; transmíteles sus instrucciones; muéstrales cómo comportarse en la vida.  Sin embargo, elige, de entre todo el pueblo, a algunos hombres con capacidad y honestidad, temerosos de Dios y que odien el soborno. Nómbralos jefes de grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. Ellos tendrán que estar siempre disponibles para resolver los conflictos sencillos que surgen entre el pueblo, pero los casos más graves te los traerán a ti. Deja que los jefes juzguen los asuntos de menor importancia. Ellos te ayudarán a llevar la carga, para que la tarea te resulte más fácil.  Si sigues este consejo, y si Dios así te lo ordena, serás capaz de soportar las presiones, y la gente regresará a su casa en paz.”(Éxodo 18:19-23. Nueva Traducción Viviente)

Ahora le invito para que nos pongamos en los zapatos de Moisés. Quizá él pensó que, si no estaba, las cosas no iban a funcionar. Pero cuando simplemente lo intentó, descubrió que estaba equivocado.

Dios es el dueño de la obra y sabe cómo cuidarla. Él es sabio y tiene todo bajo control. Basta que le permitamos ser Dios. ¿Cómo lo manifestamos? Con hechos, tal como el profeta de Dios: “Moisés escuchó el consejo de su suegro y siguió sus recomendaciones.”(Éxodo 18:24. Nueva Traducción Viviente)

Es tiempo de hacer un alto en el camino. Revisar si está demasiado cargado de trabajo en la Iglesia o el ministerio cristiano. Esa no es la voluntad de Dios, sin duda. Él espera que tomemos un descanso. ¿Qué hacer si nos resistimos al cambio? Lo que hace todo líder ante los grandes retos: doblar la rodilla ante Dios en oración. Él sabe cómo orientarnos sobre los pasos que debemos dar. ¡Adelante!

Hoy es el tiempo para experimentar cambios y transformación. ¡Deje que Dios tome el control del barco y usted, hágase a un lado para tomar un merecido descanso! Aprenda a descansar en el Señor…

Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o llámenos al (0057) 317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez


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