Dios nos llama a experimentar una vida plena

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Dios permite que experimentemos una vida plena
Fernando Alexis Jiménez

¿Les conté alguna vez que en cierta ocasión casi me deja el avión por cuestión de segundos? Debía viajar a Bogotá, en Colombia, y por ese ir y venir con afanes, dejé los documentos. Me percaté del olvido estando en el aeropuerto. Sólo quedaba una hora para traerlos. Quien me acompaña se regresó a la oficina, atravesando raudo en el auto toda la ciudad.
Por mi parte, no hacía otra cosa que mirar el reloj. Los minutos transcurrían más rápido de lo que hubiera querido. El segundero le iba pisando los talones al minutero y pronto el espacio se iba agotando. Pronto estaba a las puertas de abordar, en el límite. La funcionaria de la aerolínea llamaba a embarcar.
Y justo cuando estaba llegando a la frontera de lo inevitable, llegó el mensajero con los documentos. ¡Pude registrarme y recibir los tiquetes! Llegué a la aeronave cuando estaban por cerrar la puerta.
¿Le ha ocurrido alguna vez? Probablemente. Creo que a todos nos ha ocurrido. El mayor problema es que andamos de aquí para allá, corriendo, sin darnos cuenta que poco a poco el tiempo transcurre y nada sacamos con el afán.
Hace siglos el autor sagrado compuso unas líneas que toman particular vigencia hoy: En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.”(Salmo 31:15)
Dios tiene el control de absolutamente todo cuanto nos ocurre, y sabe qué nos conviene y qué no. Por ese motivo lo mejor que deberíamos hacer cada día, es someter en Sus poderosas manos nuestra vida, nuestros planes y nuestros proyectos; ligado a esa decisión, aprender a esperar en Dios. Esperar Su tiempo.
Otro elemento que debemos aplicar en nuestra existencia es vivir el presente; nos evita estar atados al pasado o morir pensando en lo que ocurrirá mañana.
Precisamente tengo en mis manos la cita de un libro que leí, en la cual el teólogo jesuita, Anthony de Mello, hace una muy buena reflexión que comparto con ustedes: “La inmensa mayoría de personas viven excesivamente en sus cabezas tienen en cuenta los pensamientos y fantasías que emergen en ella pero no son muy poco conscientes de la actividad de sus sentidos. Por esta forma de proceder, rara vez viven en el momento presente. Por esta forma de proceder rara vez viven en el momento presente. Casi siempre se sitúan en el pasado o en el futuro. En el pasado lamentando viejos errores, sintiéndose culpables de antiguos pecados, complaciéndose morosamente en triunfos pasados, recordando injurias que alguna persona les causó. O en el futuro, temiendo posibles calamidades y desgracias, anticipando futuras alegrías o soñando con acontecimientos venideros.”(Anthony de Mello. “Sadhana, un camino de oración”. Editorial “Sal Terrae”. 2006. España. Pg. 16)
Vivir el presente, el ahora, sin afanes, confiando en Dios. No seguir atados al ayer ni lo que vendrá. Sólo el Presente, pero en Dios, disfrutando cada instante. ¿Podríamos hacerlo? Estoy seguro que sí, y nos ahorraría dolores de cabeza. Basta con decidirnos a vivir el momento y dejar atrás las preocupaciones. El Dios de poder en el que hemos creído, desea ayudarnos.
Si no ha recibido a Jesucristo en su corazón, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Prendidos de la mano de Jesucristo llegamos siempre a nuevos niveles de crecimiento personal y espiritual. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo. No se arrepentirá.
Léanos en www.mensajerodelapalabra.com y www.bosquejosparasermones.com

Viva cada instante, pero en las manos de Dios

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Dios nos llama a vivir cada instante en victoria

Fernando Alexis Jiménez 

¿Les conté alguna vez que en cierta ocasión casi me deja el avión por cuestión de segundos? Debía viajar a Bogotá, en Colombia, y por ese ir y venir con afanes, dejé los documentos. Me percaté del olvido estando en el aeropuerto. Sólo quedaba una hora para traerlos. Quien me acompaña se regresó a la oficina, atravesando raudo en el auto toda la ciudad.

Por mi parte, no hacía otra cosa que mirar el reloj. Los minutos transcurrían más rápido de lo que hubiera querido. El segundero le iba pisando los talones al minutero y pronto el espacio se iba agotando. Pronto estaba a las puertas de abordar, en el límite. La funcionaria de la aerolínea llamaba a embarcar.

Y justo cuando estaba llegando a la frontera de lo inevitable, llegó el mensajero con los documentos. ¡Pude registrarme y recibir los tiquetes! Llegué a la aeronave cuando estaban por cerrar la puerta.

¿Le ha ocurrido alguna vez? Probablemente. Creo que a todos nos ha ocurrido. El mayor problema es que andamos de aquí para allá, corriendo, sin darnos cuenta que poco a poco el tiempo transcurre y nada sacamos con el afán.

Hace siglos el autor sagrado compuso unas líneas que toman particular vigencia hoy: En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.”(Salmo 31:15)

Dios tiene el control de absolutamente todo cuanto nos ocurre, y sabe qué nos conviene y qué no. Por ese motivo lo mejor que deberíamos hacer cada día, es someter en Sus poderosas manos nuestra vida, nuestros planes y nuestros proyectos; ligado a esa decisión, aprender a esperar en Dios. Esperar Su tiempo.

Otro elemento que debemos aplicar en nuestra existencia es vivir el presente; nos evita estar atados al pasado o morir pensando en lo que ocurrirá mañana.

Precisamente tengo en mis manos la cita de un libro que leí, en la cual el teólogo jesuita, Anthony de Mello, hace una muy buena reflexión que comparto con ustedes: “La inmensa mayoría de personas viven excesivamente en sus cabezas tienen en cuenta los pensamientos y fantasías que emergen en ella pero no son muy poco conscientes de la actividad de sus sentidos. Por esta forma de proceder, rara vez viven en el momento presente. Por esta forma de proceder rara vez viven en el momento presente. Casi siempre se sitúan en el pasado o en el futuro. En el pasado lamentando viejos errores, sintiéndose culpables de antiguos pecados, complaciéndose morosamente en triunfos pasados, recordando injurias que alguna persona les causó. O en el futuro, temiendo posibles calamidades y desgracias, anticipando futuras alegrías o soñando con acontecimientos venideros.”(Anthony de Mello. “Sadhana, un camino de oración”. Editorial “Sal Terrae”. 2006. España. Pg. 16)

Vivir el presente, el ahora, sin afanes, confiando en Dios. No seguir atados al ayer ni lo que vendrá. Sólo el Presente, pero en Dios, disfrutando cada instante. ¿Podríamos hacerlo? Estoy seguro que sí, y nos ahorraría dolores de cabeza. Basta con decidirnos a vivir el momento y dejar atrás las preocupaciones. El Dios de poder en el que hemos creído, desea ayudarnos.


Si no ha recibido a Jesucristo en su corazón, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Prendidos de la mano de Jesucristo llegamos siempre a nuevos niveles de crecimiento personal y espiritual. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo. No se arrepentirá.

Léanos en www.mensajerodelapalabra.com y www.guerraespiritual.org 

El trabajo es importante, pero más la familia

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No lo olvide: El tiempo mejor invertido es en la familia

Fernando Alexis Jiménez
Leí una entrevista que le hicieron en prensa al cantautor guatemalteco, Ricardo Arjona. El artista se estaba refiriendo, esencialmente, al lanzamiento de su último álbum musical; pero, en medio de la entrevista, hizo alusión a su familia, lo que me llamó poderosamente la atención. “¿Cuál es el lugar en donde mejor me siento? En casa. Me gusta mucho ser padre; es el oficio más importante más que ser cantante, que también me gusta mucho. Y paso tiempo con mis hijos Adria y Ricardo.”(Citado por la periodista Lina Rodríguez Ortíz. Artículo “Arjona: Su viacrucis”. Diario ADN. Colombia. 25/04/2014. Pg. 20)

Que su vida no se convierta en un afán sin fin

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El mejor tiempo que podemos invertir es en la familia

Fernando Alexis Jiménez
Si de algo se sintió orgulloso Ramiro desde su niñez, fue de la buena presentación. Siempre impecable. Incluso, la preocupación por lucir bien  se apreciaba incluso en el corte de cabello y el peinado. En su adolescencia y cuando comenzó la universidad, creía que sería un triunfador. “Tengo la apariencia de un ganador” solía repetir sonriente.
            Hoy parado frente al espejo, concluía que de nada había servido tanto esfuerzo. Es cierto, gozaba de buenos ingresos pero, a cambio, trabajaba 16 horas diariamente. Su rostro lucía ajado, la mirada marchita, el cabello se le caía con más frecuencia de lo que pudiera desear y hasta sus pasos—lentos—revelaban cansancios. ¡Tanto trabajar había rendido sus frutos! Su vida era un ciclo sin fin, como un ratón de laboratorio en una rueda giratoria… avanzar, avanzar sin llegar a ninguna parte.

Perdone para vivir mejor

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Dios nos concede el poder necesario para perdonar

Fernando Alexis Jiménez
Los seres humanos tienen actitudes que no podemos entender fácilmente. Todas, sin duda, producto del pecado. Satanás utiliza a  quienes están inmersos en una situación de pecaminosidad para llevarles a los extremos. Domina sus pensamientos y sus acciones, lo que sin duda ocurrió con su ex esposo.
            Dios le ama a usted y a su familia, pero como en el caso del sabio y paciente Job, circunstancias totalmente ajenas a su voluntad, buscaron robarle la paz.
(C) Fernando Alexis Jiménez - Llàmenos (0057)317-4913705 - Escríbanos webestudiosbiblicos@gmail.com. Con la tecnología de Blogger.